Crisis al convivir: La visión de ‘Coexistence’
“Ignasi Vidal (...) sabe que acá (en Guayaquil) hace falta que las dramaturgias nos envuelvan, hagan pensar y nos toquen lo humano”.
Uno de los serios problemas de tomar al teatro como una oferta de entretenimiento y empresa solvente que obedece a leyes del mercado del espectáculo y que alimenta a un público hambriento de distracción, no solo es la explotación de sus trabajadores (directores y actores que sueñan poder vivir de su profesión), sino del descuido de lo dramatúrgico, las estéticas, la poética, la producción de un buen teatro con la importancia que esto representa para la sociedad.
Ignasi Vidal se ha dado cuenta de lo que pasa en Guayaquil. Este escritor, dramaturgo y actor español sabe que acá hace falta que las dramaturgias nos envuelvan, hagan pensar y nos toquen lo humano, pero también que haya una propuesta para el montaje y que sea un trabajo digno para el actor. A Ignasi lo recordaremos del 2016 con su obra El plan y en este 2017 con la presentación de Dignidad. Ahí mismo, en la reliquia de la Casa Cino Fabiani, se estrena a nivel mundial Coexistence (Convivencia, traducido del francés). Debido a la convivencia que tiene el espectador con la escena, con los actores, por la cercanía e intromisión al espacio y vida del prójimo, considero a este tipo de teatro como un teatro íntimo que tiene como intención invadir a lo cotidiano.
Por su trama y elaboración de seis personajes, estamos frente a una obra que tiene cierta complejidad. Actuaron la italiana Roberta Pasquinucci (Laura) y los ecuatorianos Marcelo Varas (Miguel), Alfonsina Solines (Maxi), Ricardo Velástegui (Luis), Frances Swett (Sara) y Jorge Sandoval (Federico). La historia se desarrolla en un viaje de vacaciones que tomaron tres parejas de amigos y que, por gajes de habitar en un mismo lugar, se destapan emociones profundas entre los implicados.
Concibamos al teatro como algo muy humano y sensorial, que aleja al actor de una simple representación escénica, es decir, lo debería de alejar de un “hacer como que” está pasando algo, a hacer que pase ese algo en un tiempo y espacio determinado. A pesar de que Coexistence empezó atrapando con la energía del primer personaje (Laura), fue perdiendo fuerza por la falta de presencia y acompañamiento de los demás actores.
Roberta marca una diferencia con sus colegas, ella está viva, presente, es una actriz que está viviendo el momento, que ha permitido ser habitada por el personaje y ha dejado que el personaje hable, respire y camine a través de ella. Fue aquello lo que dio ritmo y vitalidad a algunas escenas.
La obra que pretendía un corte hiperrealista (como acostumbra Vidal) terminó por ratos en un sketch melodramático de televisión, afectando al texto lleno de matices, a los subtextos propios del dramaturgo y, principalmente, a los perfiles de los personajes.
Es evidente que los demás actores no lograron una construcción de personaje, así como su sobreactuación y el pushing, empujando para que salgan emociones. Se nota, sin mucha experticia, cuando se fuerzan los llantos, cuando el actor toma el guion como tarea escolar y el público es el profesor que toma la lección. De esta manera la obra se torna pesada y el teatro de lo íntimo y realista se vuelve difícil de creer.
La escenografía fue muy bien lograda, al igual que la iluminación y sonorización. El volumen de las voces, la estética de los personajes y los silencios también fueron notorios y oportunos. Una obra que pudo ser grande, pero se vio opacada por la falta de compromiso del actor con su personaje.
Funciones los jueves, viernes, sábados 21:00 y domingos 20:00, hasta el 3 de diciembre.
@_Mercucio_