‘¿Mar para bolivia?’: Muestra colectiva
“La virtud de la muestra es la variedad de medios de expresión artística con una sorpresiva pulcritud de montaje. Las obras seleccionadas mantienen una armonía estética particular...”.
Con la curaduría del boliviano Eduardo Ribera Bluebox, reconocido artista visual, curador, y director de proyectos culturales, la cuarta edición de la muestra binacional Chile-Bolivia encontró en el Museo Nahím Isaías de Guayaquil un territorio neutro para el diálogo entre artistas sobre el dilema entre ambas naciones: ¿Mar para Bolivia? En la exhibición, como era de esperarse, la interrogante ni busca ni alcanza un desenlace práctico. Los bolivianos presentan con nostalgia su pasión por recuperar la salida soberana al mar, mientras que los chilenos amplían la perspectiva en torno a esta interrogante.
Al inicio del recorrido, en dos paredes opuestas de un salón se proyectan de manera continua trabajos audiovisuales. Por un lado, las obras de los chilenos Mara Santibáñez, Claudia Müller y Carla Garlaschi. Enfrentándose a ellos, desde el lado opuesto, las obras de los bolivianos Maximiliano Siñani y Ana Carola Vargas. En un montaje así es importante especificar la duración de cada uno de los videos y el orden de las proyecciones; tampoco es mala idea incluir asientos para la comodidad del público.
La obra audiovisual Mar Adentro, de Carla Garlaschi, expone con videos institucionales y renders el caso actual de Crystal Lagoons Corp., una empresa dedicada a construir lagunas cristalinas en proyectos inmobiliarios. Estos se desarrollan en un país sin acceso al mar como es Bolivia, así como en países vecinos que gozan de costa como Ecuador, Chile y Brasil. La artista solo presenta los hechos y permite al público llegar a sus propias conclusiones. La obra presenta una nueva tendencia orientada a obtener acceso a cuerpos de agua, como un derecho para todos.
Maximiliano Sariñani, boliviano establecido en Nueva York, presenta la obra audiovisual Wall que trata sobre la construcción de una pequeña pared de ladrillos a orillas de Rockaway Beach, Nueva York. La obra es una metáfora a cómo la pared de ladrillos construida sin fijación simboliza el tratado, a su opinión sin sustento, firmado con Chile que privó a Bolivia de acceso marítimo. También, cómo el mar o las manos de quienes construyeron esa pared simbolizan la ideología de los bolivianos, la cual tiene el poder de destruir esa pared. Sariñani establece que no se puede tener nostalgia por algo que nunca se tuvo.
La obra Fuimos, de la boliviana Nadia Callau, desafía la idea de Sariñani sobre la nostalgia con la frase “Te sientes robada por la pérdida/ Ilusionada por recuperar la pérdida”. Si no fuese por el folleto de la muestra, Fuimos un recorte en material plateado reflexivo y Entre azules, un collage textil, ambas obras de Callau, parecieran ser la misma, ya que falta el texto descriptivo de la primera.
Más adelante se pueden apreciar: la obra conceptual audiovisual Melodrama acúfeno de Mario Z, las medallas con la bandera de Bolivia y frases célebres de mandatarios o gente relacionada con el tema marítimo “Nomen Tractatum Fama”, de Alejandra Dorado, y Antofagasta, una instalación de fotografía digital, junto a una pecera y un barco de papel de Erika Ewel, la obra más elaborada de la exhibición.
La virtud de la muestra es la variedad de medios de expresión artística con una sorpresiva pulcritud de montaje. Las obras seleccionadas mantienen una armonía estética particular, demuestran maestría en las varias técnicas artísticas y dominan un concepto complejo. En cuanto a su impacto en nuestra sociedad, la exhibición presenta el tema de conflictos territoriales, el cual conocemos de primera mano por las continuas disputas limítrofes interprovinciales locales. Es importante que cada una de las obras da paso a la reflexión de la situación propia, a la crítica constructiva de nuestros problemas de gobernabilidad y al diálogo. (O)