Montalvo: 60 años con el serrucho en el hombro
Con una herramienta de carpintería, un artista quiteño se ha paseado sorprendiendo al mundo.
Con el serrucho en el hombro ha sido feliz. Ha viajado y se ha dado lujos. Ha mostrado al mundo su envidiable talento. Ha vivido y ha hecho vivir farras increíbles. Ha sido el encamador de noviazgos y matrimonios. Ha visto caer la penumbra y salir el sol en una sola jornada.
Su arte empezó con “un no sé qué”. Ese “no sé qué” que nos llega a todos como un pálpito que muchas veces no tomamos en cuenta, pero que a Rubén Montalvo García lo convirtió en un artista de renombre.
Ese pálpito funcionó un día cuando se enteró de que a un bar de La Alameda (Quito) llegaba “Serruchín”, llamado así porque hacía música con un serrucho. Como estudiante del Colegio Benalcázar, con 15 años, no tenía entrada libre y tuvo que valerse de un compañero, por suerte hijo del dueño del bar, para mirar desde atrás del mostrador cómo “Serruchín” hacía vibrar al serrucho ante la sorpresa del público.
Ya con el “bichito” de este arte metido en su corazón volvió al colegio. Fue directo donde el maestro carpintero, quien con asombro compartía esta experiencia artística, hasta que fueron vistos por el profesor de música, Enrique Espín Yépez, un enamorado de los pasillos, tanto que es autor de uno de ellos: Pasional.
“Ya sé tocar su pasillo”, le dijo Montalvo a Espín. “¿Y cómo lo haces?”, respondió el compositor. “Con el serrucho, toco en la carpintería”, le recalcó. La tarea fue superar el chillido de gato que salía del serrucho a un sonido acompasado y agradable. Y lo logró, con lo que Pasional se escuchaba de otra manera; el profesor aprobó su deber y Montalvo se entusiasmó tanto que perdió el recelo a presentar su arte y pronto sería solicitado por sus compañeros, amigos y familiares para las serenatas, las presentaciones en colegios, en las radios de la localidad y hasta tuvo una actuación en el teatro Bolívar, donde fue parte de una comentada comedia de la ciudad.
Invitado por Don Francisco
Fue tan comentada esa comedia, que hubo personas que le propusieron a Don Francisco, en ese tiempo con su programa sabatino, en Santiago de Chile, para que lo presentara. Y lo hizo. Luego, Don Francisco fue más allá: también presentó a Montalvo durante tres ocasiones, en Sábado Gigante Internacional que se difundía desde Miami, Estados Unidos. Tuvo como acompañante para algunas actuaciones al reconocido pianista argentino, Raúl Di Blasio, honor que, según Montalvo, le incentivó para seguir con más ñeque en este campo.
“Este serrucho me ha abierto muchas puertas”, dice. Y recuerda que gracias a este instrumento ha aportado para obras benéficas en varias ciudades ecuatorianas, pero también, se ha dado el lujo de ser bien recibido en las villas miseria, de Buenos Aires (Argentina) y en las favelas, de Río de Janeiro (Brasil), donde estuvo permanentemente protegido por los propios habitantes.
El entusiasmo de Montalvo García se plasmó en la edición de varios discos compactos, entre los que se destacan: Un mundo maravilloso en serrucho, Rubén Montalvo García: Fantasías, Música Ecuatoriana en serrucho: Rubén Montalvo García, Travesuras musicales en serrucho.
Los discos incluyen pasillos, albazos, pasacalles, capishcas, valses, tonadas, boleros, baladas y clásicos internacionales, todo producto de sus presentaciones en países de América y Europa.
La música de Rubén Montalvo García, un quiteño de 75 años, es muy tomada en cuenta en las radioemisoras quiteñas, especialmente en espacios dedicados a las creaciones musicales ecuatorianas. Programas como Lo nuestro, que difunden radios como Ecuashyri, solían deleitar a su audiencia con estas canciones.
¿En dónde nació el serrucho como instrumento musical? No está claro. Montalvo tampoco se atreve a dar pistas certeras, aunque ha investigado mucho sobre sus orígenes. Lo que menciona es que “cuenta una versión que los gitanos de Hungría, en sus errantes viajes, lo utilizaron como herramienta de carpintería y también para sacar sonidos”.
No todos los serruchos sirven para generar notas musicales. Estas herramientas deben ser largas y de buen acero, caso contrario, le juegan una mala pasada. Ya le sucedió en Suiza, donde recorrió muchos locales y encontró un serrucho que, finalmente, no le sirvió porque era muy corto. Los suizos le ofrecían sierras eléctricas, herramientas más modernas, para cortar madera. No entendían por qué se empeñaba en conseguir un serrucho “manual”.
Por suerte, la aerolínea que llevaba su serrucho desde el Ecuador le entregó su equipaje antes de su presentación.
Cuando fue a Loja a tratar temas de negocios, no llevó su serrucho. No iba a ningún show. Al llegar, lo recriminaron diciendo que es una “falla grave” no llevar su instrumento musical a una ciudad llena de música y cultura, pero pudo superar el mal momento visitando las ferreterías, donde encontró un serrucho que le permitió actuar hasta la madrugada. Montalvo García cuenta estos detalles y sonríe con nostalgia, y ojos humedecidos.
Serrucho que no se apaga
¿Herencias?: Menciona a su hijo, Rubén Santiago Montalvo, un piloto de la aerolínea Qatar Airways Company, quien toca el serrucho, pero también es magnífico con la guitarra, el piano, el saxo, el arpa y el violín chino.
No piensa dejar el serrucho porque con este instrumento Rubén ha disfrutado y ha emocionado a mucha gente, durante 60 años, con sonidos acompasados; unos alegres, otros nostálgicos.
Pero todos son sonidos mágicos y con el poder de despertar la sensibilidad y los más bellos recuerdos. Ese curioso instrumento, en las manos de Rubén, tiene la gracia de hacer soñar o simplemente de ponerle ritmo a los momentos de celebración, de pesadez o de sosiego.