Profesionales con doble carrera
Estos profesionales han logrado más de un título universitario para cumplir sus elevadas aspiraciones académicas y personales.
Gabriel Rovayo, 50 años
La eterna búsqueda de la excelencia
“En estos tiempos ya no se habla solo de calidad, sino de excelencia”, indica Gabriel Rovayo, PhD, como un mensaje que suele transmitir a los más jóvenes. Su carrera profesional muestra que ha sido coherente con tal idea, ya que tiene títulos académicos como ingeniero en electrónica (Espol) y como administrador de centros educativos (Universidad de La Sabana, Bogotá). Además de posgrados en negocios y un doctorado. Tales estudios muestran sus pasiones: las matemáticas avanzadas y la pedagogía. “Para mí, ser ingeniero y ser educador iban de la mano”, indica este profesional que tuvo sus primeras experiencias como un jovencísimo docente en su colegio (San José La Salle) y la Espol; en esa universidad primero como ayudante de cátedra y luego como profesor titular. Trabajó en Holcim, en donde aplicó las matemáticas avanzadas en los procesos de automatización de la empresa cementera. “Siempre me han gustado los retos, y me enfoqué en iniciar un colegio”. Fue el rector fundador del colegio Torremar, y diez años después fue nombrado director de IDE Business School. Allí permaneció por casi 13 años, hasta que en enero anterior fue nombrado presidente en Ecuador del European Foundation for Quality Model (EFQM, Bruselas). “Es un modelo europeo que certifica a empresas e instituciones que por varios meses han trabajado niveles de excelencia en liderazgo, estrategia, satisfacción de clientes, de personal...”, indica. Rovayo inicia así una nueva etapa en la eterna búsqueda de la excelencia.
Mariuxi Abril, 38 años
Los números que más le interesan
Su primera carrera fue la economía. “Era 1998. Las noticias hablaban mucho de crisis financiera, de bancos, de dolarización”, comenta Mariuxi Abril Quintero, quien entonces trabajaba en el área financiera.
“Pero no sentía que era mi verdadera vocación”, agrega ella, quien dejó su trabajo en finanzas para tomar otro en desarrollo organizacional. “Allí me interesé por el talento humano”. Pasó seis años en esa área, tiempo en que se graduó de economista. Luego debía tomar una decisión: estudiar una maestría en Economía o comenzar desde cero Psicología.
“Lucía más fácil tomar la maestría, pero sentía que allí no estudiaría lo que necesitaba en talento humano”. Estudió Psicología en la Universidad Católica. “Volví a las aulas. Fue duro al inicio, especialmente por los horarios, pero era lo que quería”, dice. Mariuxi ingresó a trabajar como supervisora de Servicio al cliente del Seguro Social, donde ayudaba, por ejemplo, a los ancianos a cobrar su jubilación. Y luego, en la Senescyt, en un cargo similar apoyaba a los becarios. “Así descubrí también mi vocación por la enseñanza”. Desde hace un año enseña Psicología en la Universidad de Guayaquil.
Allí Mariuxi, quien es además magíster en administración de empresas, confirmó que los números que más valora son por la cantidad de alumnos que logra capacitar en ese campo que la apasiona.
Arturo Arias, 72 años
La voluntad es el mejor ejemplo
La primera profesión de Arturo Arias Icaza fue ingeniero comercial, graduado en la Universidad Laica Vicente Rocafuerte de Guayaquil, en 1977. Inmediatamente lo invitaron a actuar como profesor; estuvo veinte años dando clases y ocupó el Decanato de la Facultad de Ciencias Administrativas durante tres periodos y la Dirección de la Escuela para Graduados durante dos periodos.
Desde hace 34 años, Arturo es gerente general de Empresa Pesquera Polar. En ese cargo decidió estudiar abogacía. “Siempre he considerado que la administración de empresas está muy ligada a las leyes, a tal punto que abogados amigos, con quienes dilucidaba los asuntos legales, me decían: ‘Ingeniero, a usted solo le falta el título para ejercer de abogado’. Y decidió iniciar la carrera de leyes en la Universidad Técnica Particular de Loja. “Para mí fue un verdadero reto volver al pupitre, a estudiar las tareas, a la tensión de los exámenes y, sobre todo, a sacrificar todo el tiempo libre que me quedaba durante seis largos años; pero gracias a la comprensión y apoyo de mi esposa y de mis hijos impidieron que ‘tirara la toalla’. Gracias también al jurisconsulto Dr. Gonzalo Noboa Baquerizo, de quien recibí invalorable ayuda para el éxito de la carrera”. Se graduó de abogado en 2008. Pero lo más valioso fue el ejemplo que sintió dejar para sus tres hijos, quienes al poco tiempo obtuvieron títulos de posgrado. “Esto ha significado que mi esposa y yo podamos sentirnos muy orgullosos en nuestra labor como padres”. (M.P.) (I)