Junta de Beneficencia de Guayaquil: símbolo de solidaridad
Ernesto Noboa, director de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, indica que el tradicional espíritu de altruismo de los guayaquileños ha permitido esta gran obra.
Desde hace una década, la Junta de Beneficencia de Guayaquil se propuso dotar a la ciudad de una nueva maternidad que reemplace al Hospital Gineco-Obstétrico Enrique C. Sotomayor, ya que se preveía que este último quedaría pequeño ante el constante crecimiento de la urbe.
El proyecto existía, los planos también, pero no se contaba con los fondos para concretar su edificación. “Era difícil materializar dicha obra. Se tocaron muchas puertas, pero no era fácil encontrar la ayuda adecuada”, indica Ernesto Noboa, actual director de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, cuyos 39 miembros laboran de forma voluntaria.
John Paulson, el benefactor
Óscar Orrantia Vernaza era director de la Junta entre 2006 y 2010, por lo que lideraba las gestiones para concretar ese gran propósito. “Familiares de John Paulson, entre ellos su primo político Julio Guzmán Baquerizo, miembro de la Junta, le comentaron sobre el proyecto a ese exitoso empresario de la ciudad de Nueva York, cuyo padre era el guayaquileño Alfredo G. Paulson”, explica Noboa.
Tras ello, Orrantia viajó a la Gran Manzana para realizarle la propuesta formal de esta gran iniciativa. “El señor Paulson ve el proyecto. Le parece muy sensato, observa que será de un gran bien y provecho para la ciudad y todos los ecuatorianos, y acepta aportar con la mitad del valor”; es decir, con $ 15 millones, ya que estaba originalmente presupuestado para costar $ 30 millones.
Ampliaciones posteriores de la estructura y el equipamiento elevaron el monto de la inversión necesaria, llegando a requerirse finalmente $ 61 millones. Paulson aportó con $ 7 millones más (su donación total fue de $ 22 millones), mientras que el Gobierno Nacional entregó $ 5 millones, los cuales fueron usados para construir el pabellón de consultas externas. El saldo fue cubierto por autogestión de la Junta de Beneficencia y préstamos bancarios, explica Noboa.
“Queremos destacar que el costo por cama de nuestro hospital es mucho más barato que el costo por cama de cualquier otro hospital que se haga en el país”, indica el director de la Junta, resaltando que esa inversión ha permitido que el Alfredo G. Paulson pueda ofrecer 337 camas y 216 cunas; es decir que cada uno de esos espacios costó $ 110.000.
Mística de servicio y dignidad
“Hemos cuidado el centavo durante toda la etapa de la construcción. El centavo se cuida siendo fieles al espíritu de la Junta, siendo fieles a la tradición de quienes nos han precedido en este cargo (…), pidiendo mínimo tres cotizaciones para poder tomar una decisión, regateando con el proveedor, haciendo las cosas bien y dignamente al menor costo posible. Y eso se verá reflejado en el hospital de la mujer Alfredo G. Paulson”, indica Noboa. “Allí vamos a atender a la gente desprotegida de mejor manera de lo que mucha gente rica está siendo atxendida hoy”, añade.
“Por la puerta principal de ese hospital entrarán todas las personas que requieran estos servicios”, sin importar su clase económica ni social, agrega. Esta obra espera a los usuarios con instalaciones, equipos y profesionales de primera, “pero no es lujo, es dignidad. Este será el hospital más seguro para dar a luz en todo el Ecuador”.
La noble voluntad de ayudar
La Junta de Beneficencia de Guayaquil lleva 128 años manteniendo esa mística de atención al ciudadano, desde que fue fundada por el Concejo Municipal de Guayaquil el 29 de enero de 1888. Entonces, un grupo de filántropos liderado por Francisco Campos Coello (entonces presidente del Concejo) logró esta iniciativa con el propósito de mejorar la salud y las condiciones de vida de los habitantes menos favorecidos de Guayaquil.
Los fundadores de la Junta de Beneficencia consiguieron los fondos iniciales gracias a donaciones y legados que constituyeron la piedra angular de este compromiso con la comunidad. La donación de $ 22 millones de John Paulson invita a recordar esos tiempos de filantropía, dice Noboa.
Ese tipo de donaciones son “un ejemplo para cualquier ciudadano que tenga mucho o que tenga poco, porque cada uno podría dar y debería dar lo que pueda. Y esto es lo que debemos rescatar. Si logramos que Guayaquil, Quito, Cuenca, Ambato, Salinas... den, a la hora que quieran dar, en la medida que puedan dar, habremos rescatado la solidaridad”.
Nombres importantes
El nuevo hospital de la mujer Alfredo G. Paulson cuenta con una amplia área de maternidad. “Si el niño nace sin problemas, permanece en el Alfredo G. Paulson. Pero si existe alguna complicación, será trasladado al contiguo hospital Roberto Gilbert, a la sala de neonatos Dr. Manuel Ignacio Gómez Lince”.
La Junta rinde homenaje a personajes ilustres al nombrar sus espacios evocando tales figuras. El Dr. Manuel Ignacio Gómez Lince (1916-2006), indica Noboa, fue uno de los más insignes pediatras en el país, quien realizó un trabajo importante en la maternidad Enrique C. Sotomayor, que ha funcionado por 68 años.
Según indica la página web de ese hospital, Enrique Carlos Sotomayor-Luna y Swayne (1864-1940) fue un filántropo que realizó repetidas donaciones a la Junta, y al morir dejó una herencia de 1’959.130 sucres que su viuda, María Luque de Sotomayor, transfirió para la construcción de la maternidad que lleva su nombre. Un primer donativo de un millón de sucres por parte del Servicio Cooperativo Interamericano había sido usado para la edificación del inmueble, levantado sobre terrenos donados por el sector público.
El 14 de septiembre de 1948, la nueva maternidad Enrique C. Sotomayor comenzó a recibir los alumbramientos que hasta entonces tenían lugar en el hospital Alejandro Mann, el cual también tiene una historia que merece ser recordada.
El 29 de enero de 1888, la Alcaldía de Guayaquil entregó una de las primeras obras a favor de la Junta de Beneficencia: el edificio de madera donde funcionaría el Hospital Civil, ubicado en las calles Chile y Luzárraga, frente a la Casona Universitaria y contiguo al templo San Alejo.
Ese edificio fue ampliado y mejorado por la Junta de Beneficencia. Sin embargo, fue afectado por el incendio del Carmen, del 16 de julio de 1902.
El británico Alejandro Mann, contratista de la distribuidora de agua potable en Guayaquil, logró con recursos propios y de la Junta la reconstrucción del edificio, que pasó a llevar su nombre. Esta casa de salud, que contaba con salas para niños, de medicina, cirugía y de maternidad, inició sus funciones el 31 de marzo de 1903, llegando a ser conocida también como Hospital Central, Casa Maternidad o Asilo Mann. “Fue allí donde se destacó el inigualable Dr. Francisco de Ycaza Bustamante, tanto por su ciencia como por su gran humanismo; por ello su busto fue colocado en la consulta externa del hospital Roberto Gilbert Elizalde”, indica Noboa.
El hospital Alejandro Mann funcionó hasta el año 2000, cuando sus servicios fueron trasladados al nuevo Hospital de Niños Roberto Gilbert Elizalde, bautizado en honor al médico que, como director de la Junta, impulsó esta obra que fue construida entre 1996 y 1999. Roberto Gilbert Elizalde (1917-1999) era considerado uno de los primeros cirujanos del país y fue, en 1943, el primer médico en inyectar penicilina en Ecuador.
Otro nombre que la Junta utiliza en sus grandes estructuras es Luis Vernaza, usado para denominar al hospital más antiguo del país. Su página web indica que el Cabildo lo inauguró el 25 de noviembre de 1564, bautizándolo como Santa Catalina Mártir.
En 1888, la naciente Junta de Beneficencia de Guayaquil se hizo cargo del entonces llamado Hospital Civil, el cual fue consumido por el Incendio Grande de 1896. Fue reconstruido con madera, pero años después fue reemplazado por una estructura de cemento finalizada en 1926. El 12 de agosto de 1942, el Hospital General cambió su nombre a Luis Vernaza, en honor a uno de los más renombrados benefactores y directores de la Junta de Beneficencia de Guayaquil. (M.P.) (I)
Queremos destacar que el costo por cama de nuestro hospital es mucho más barato que el costo por cama de cualquier otro hospital que se haga en el país”.
Ernesto Noboa