Burocracia y más... El famoso papeleo
Una mirada a lo que sucede en las dependencias públicas de todo el mundo: trámites burocráticos excesiva e innecesariamente lentos.
Desde su publicación en 1971, los Documentos del Pentágono han sido examinados al parecer desde todos los ángulos históricos, políticos, legales y éticos posibles. Pero para Lisa Gitelman, profesora de inglés y estudios de medios en la Universidad de Nueva York, hay al menos un aspecto de la filtración de Daniel Ellsberg de documentos ultrasecretos del Departamento de Defensa de EE.UU. que los expertos no han considerado adecuadamente: la tecnología xerox que le permitió copiarlos en primer lugar.
Realmente, hacer ese “copiado y recopiado”. En un capítulo de su libro en progreso sobre la historia de los documentos, Gitelman describe la forma en que Ellsberg obsesivamente hacía copias de sus copias, incluso con la ayuda de sus hijos en lo que ella describe como un acto de autopublicación radical, es decir, él se estaba expresando.
Los Documentos del Pentágono fueron un hito, en su opinión, no solo en el movimiento antibélico, sino en una “revolución de Xerox”, que permitió a los ciudadanos apoderarse de documentos oficiales, y conocimiento oficial, y aprovecharlos para sus propios propósitos.
El argumento de Gitelman podría parecer como un lente extraño para observar la historia conocida. Pero es representativo de un naciente conjunto de trabajo que podría llamarse “estudios del papeleo”. Cierto, aún no hay ninguna publicación especializada o conferencia enfocada en ello. Pero en los departamentos de historia, antropología, literatura y de estudios de medios y más allá, un grupo de expertos laxamente conectados están dando un nuevo vistazo a los memorandos de oficina, los documentos gubernamentales y los registros corporativos, no solo por lo que dicen sino también por cómo circulan y las cosas a veces impredecibles que hacen.
Los expertos “siempre han analizado los documentos”, dijo Ben Kafka, un historiador en la Universidad de Nueva York y autor de The Demon of Writing: Powers and Failures of Paperwork (el demonio de la escritura: poderes y fracasos de los trámites), publicado recientemente por Zone Books.
Si los estudios del papeleo tienen un abanderado y teórico no oficial, es Kafka. En The Demon of Writing, expone una historia intelectual concisa aunque excéntrica de las relaciones de la gente con el papeleo que rige (y entorpece) tantos aspectos de la vida moderna. El ascenso de la burocracia moderna es un tema bien establecido en la sociología y la ciencia política, donde a menudo se cuenta como una historia de creciente orden y racionalidad. Pero la visión de enfocarse en el papel defendida por Kafka cuenta una historia más caótica de cuando las cosas salen mal, o al menos se enredan seriamente.
Papeles y archivos
Es una idea que tiene mucho sentido para cualquier residente de un cubículo moderno cuyo escritorio rebosante representa un reproche a la promesa utópica de la oficina sin papel. Pero Kafka rastrea la era moderna del papeleo a la Revolución Francesa y la Declaración de los Derechos del Hombre, que garantizó a los ciudadanos el derecho a solicitar una responsabilidad plena al gobierno. Le siguió una explosión de papel, junto con bromas, quejas y diatribas contra la indignidad de las decisiones de los empleados del papeleo, quienes en algunos casos enloquecieron, según Kafka.
The Demon of Writing abarca a Marx, Freud, Tocqueville y Jim Henson, quien en sus días previos a los ‘Muppets’ hizo un video promocional surrealista para un primer procesador de palabras de IBM llamado La explosión del papeleo. El enfoque ecléctico de Kafka ha impresionado, si no convencido totalmente, a sus colegas historiadores. Robert Darnton, al escribir en The New York Review of Books, elogió la “ligereza conceptual” del libro mientras cuestionaba la idea de que la Revolución Francesa sea una historia de escritorios abarrotados.
Craig Robertson, profesor asociado de estudios de medios y pantalla en la Universidad del Noroeste, ve la historia del archivero y el pasaporte por igual, como parte de un “empobrecimiento” de la vida cotidiana de principios del siglo XX, cuando las cosas por las que antes se respondía personalmente requerían ahora una compleja documentación oficial, con resultados en ocasiones frustrantes.
El papeleo está atrayendo una atención particular entre los antropólogos, que lo ven como una ventana hacia las brechas entre lo que dice la política oficial y cómo se aplica. En la reunión anual de la Asociación Antropológica Estadounidense, Matthew Hull, profesor asociado de la Universidad de Michigan, llevó a cabo una “clínica documental” informal para ayudar a los jóvenes expertos a descubrir cómo comprender el papeleo oficial.
El nuevo libro de Hull, Government of Paper (Gobierno de papel) (University of California Press), examina el papeleo hipertrofiado de Pakistán, donde las decisiones oficiales sobre los permisos de construcción, digamos, o las disputas de tierras deben ser promulgadas por medio de un elaborado sistema de firmas y notas anexadas a los expedientes originales, que pueden acumularse y desviarse fácilmente.
Algunos burócratas, por supuesto, se las ingenian para que las cosas vayan mal en la forma correcta. El héroe extraoficial del libro de Kafka es Charles Hippolyte Labussiere, un empleado del gobierno francés que en 1794 supuestamente salvó a cientos de personas de la guillotina disolviendo el papeleo relevante en los baños públicos de París (o, como señala una versión de la historia, comiéndoselo).
Y aun cuando los archivos oficiales se conviertan a formato digital, argumenta Kafka, las frustraciones resumidas por la palabra “papeleo” son difíciles de disipar. “Siempre existe esta idea de que si solo se corrige la estructura, dirigir una organización sería fácil. Quizá esa es la gran historia del papeleo: ¿Por qué nadie lo corrige?”, dijo.