El deporte tiene corazón
Mimo resurgió de la nada, se clasificó al clásico del Caribe, ha logrado 9 triunfos, y con voluntad de sus artífices se convirtió en un grande.
Mimo es un potro con historia, un prospecto de campeón. Inalterable a la concepción de su potencia medida en caballos de fuerza, el caballo es uno de esos seres delicados de la creación, que exigen siempre el máximo cuidado personal y veterinario para alcanzar la meta de los sueños de un propietario.
Hay grandes historias de caballos de carreras, felices unas, trágicas otras. Nada iguala a la de Ruffian, la ganadora del Eclipse Award, que pulverizó su sesamoideos (mano) en una carrera parejera, alcanzando fama inmortal. O del mítico Sebiscuit, que inspiró la serie Alma de Héroes en EE.UU., o del fuera de serie Caballo Rojo, Secretariat, Triple Coronado americano 1973.
Mimo un ‘crack’
Guardando distancias, Mimo, criado por José Ormazábal, entusiasma cada vez que sale frente a las tribunas del hipódromo Miguel Salem Dibo, la gente lo quiere, lo espera y aplaude en sus intervenciones pisteras, casi siempre exitosas. El prospecto del empresario Álvaro Noboa, quien adquirió a este castaño proveniente del haras Curicó, entusiasmado por la Triple Corona, se ha convertido en crack del hipódromo Nacional.
En realidad Álvaro Noboa es apasionado de la hípica de muy joven, en el Santa Cecilia no había cumplido treinta años cuando fue nombrado presidente de la Asociación de Propietarios de Caballos F.S.C. en una época en que propietarios eran muchos y las divisas pugnaban por sitiales especiales, con studs históricos como el Chipipe, El Marquez, Ferrau, Manglaralto, y tantos más.
Como el ave fénix
A inicios de año ya Mimo había sido nombrado el Mejor 2 años por su espectacular campaña en las pistas, adquirido por nueva cuadra, ganó a lo grande el Ensayo por 27 cuerpos y medio, pero de ahí llegaron los problemas que solo pueden superarlos los grandes. No pudo ir a la Triple Corona, se le detectó anhidrosis, una enfermedad conocida como incapacidad para sudar. No son muchos los caballos de carreras que logran recuperarse, pero Mimo, además de su propietario Álvaro Noboa, tuvo a profesionales como el entrenador chileno Enrique Petit, el veterinario Dr. Franklin Íñiguez, y la colaboración de Roberto Ponce Noboa. Entre todos sacaron adelante a Mimo, que respondió a las mil maravillas.
A su retorno, algo nervioso, este caballo que desciende de ganadores clásicos en EE.UU., y con figuración en Dubái, no pudo ganar, pero llegó segundo a un cuerpo de la rendidora canadiense Vengo del Aire en el clásico Día de la Provincia del Guayas. Esto animó a que ambos ejemplares fueran destinados a correr las Series del Caribe 2014, donde sin duda habrían hecho magnífico papel, pero problemas de conexiones aéreas impidieron que los hípicos de Ecuador puedan ver nuevamente a un campeón nacional en el clásico del Caribe.
Para esto, explica Roberto Ponce que por falta de frecuencias las condiciones del potro no habrían sido óptimas, pues tenía que permanecer parado desde su salida de aquí hasta Caracas como 14 horas, algo perjudicial para su participación en el Caribe en el hipódromo de la Rinconada de Venezuela, escenario sede del mencionado evento internacional.
Entusiasmo latente
Lo importante es que la hípica a los tiempos tiene un campeón nacional a la manera de otros campeones que hicieron historia y nacieron en esta tierra ecuatoriana, como Sparkle, Pechiche, Consagración o Señorita, esto es bueno para este deporte.
La última vez que corrió el ejemplar venció a buenos importados en el clásico Dr. Otto Arosemena Gómez, pero más que todo Mimo ha brindado a la afición esa sensación, ese no se qué de frotarse los ojos, comerse el sombrero, todo eso que despierta un caballo cuando vence contra todos los obstáculos y que puede llamarse fama o predilección. Todo eso inspira un purasangre, un caballo de carreras. (D)