El gran desafío
El Antropoceno es la era marcada por el impacto que las actividades humanas tienen sobre los ecosistemas.
El término Antropoceno fue acuñado en el año 2000 por el ganador del Premio Nóbel de Química Atmosférica y la Descomposición del Ozono, Paul Crutzen, junto con Mario J. Molina y F. Sherwood Rowland, 1995.
La clasificación geocronológica se divide en cinco etapas: Arcaica, Paleozoica, Mesozoica, Cenozoica Terciaria y Cuaternaria. Hoy vivimos en la era Cuaternaria con sus respectivas subdivisiones: el Pleistoceno –época glaciar– y Holoceno –posglaciación–. Este periodo comprende desde 1,8 millones de años atrás hasta la actualidad.
Consecuencias perturbadoras
Este concepto es revolucionario debido a que las eras geológicas tienen su base en los grandes cambios en la Tierra, por ejemplo: los movimientos de los continentes o las glaciaciones. Pero ahora el ser humano marca una pauta destructiva. Paul Crutzen en su libro Atmosphere, climate and change (Atmósfera, clima y cambio) nos indica así: “El sistema de la Tierra está hecho de muchos sistemas con pocas características, la más básica de las cuales es un grupo de elementos interactuantes, interrelacionados o interdependientes que forman una entidad colectiva… La absorción de la luz solar por el humo negro podría generar oscuridad y un fuerte enfriamiento en la superficie de la Tierra y un calentamiento de la atmósfera en las elevaciones más altas, creando condiciones meteorológicas y climáticas atípicas que pondrían en peligro la producción agrícola de una gran parte del planeta”.
El antropólogo Philippe Descola, presidente de la Société des Américanistes-Sociedad de Americanistas de Francia, en su última visita a Ecuador explicó que en este periodo la huella que han dejado los humanos en el planeta es irreparable, es decir, que el nivel de consumo es como nunca antes en la Tierra y la capacidad de regeneración de la naturaleza es inferior. Para él estamos viviendo la exterminación de la raza humana, que en la tierra sería su tercera gran extinción.
La problemática que encuentra es nuestra manera de vivir actualmente en la Tierra. Él identifica el periodo feudal como la ruptura de la cultura y la naturaleza en el mundo occidental. A partir de ese momento la naturaleza se convierte en recurso y el humano en el administrador. Esa cuestión se contrapone a la forma de vivir de ciertas comunidades indígenas, en donde la naturaleza forma parte integral de sus relaciones. Con procesos como la globalización, las formas de consumismo de un estadounidense, europeo o asiático se replican en países como Ecuador.
En este periodo geológico, el Antropoceno, estamos viviendo un punto sin retorno para Descola. Por lo tanto, se entiende que la humanidad está entrando a un callejón sin salida: el cambio de las condiciones de vida afectará a la especie humana a un punto de no retorno.
Debemos cambiar de actitud
De acuerdo con Crutzen, podría haber una esperanza. Para él, el dominio antropoceno-humano en los procesos biológicos, químicos y geológicos en la Tierra son una realidad innegable. Es decir, el hombre está a cargo de nuestro planeta en toda la extensión de la palabra y considera que no todo está perdido. El propone un método de enfriamiento artificial del clima global mediante la liberación de partículas de azufre en la atmósfera superior, junto con otras partículas a niveles atmosféricos más bajos, que reflejarían la luz solar y el calor hacia el espacio. Esto podría evitar o disminuir el cambio climático siempre y cuando el hombre busque soluciones al consumo de combustibles fósiles, quema de biomasa, cambio en los procesos agrícolas y prácticas industriales.
Para él, las áreas verdes tienen una importancia dentro del contexto de una ciudad, pero el bosque nativo es más importante porque libera oxígeno y es ahí donde se puede hacer mucho para evitar la deforestación y proteger plantas en proceso de extinción. Esos son detalles que debemos conocer todos los ecuatorianos.