La magia se apaga
El circo Ringling Bros. se prepara para cerrar después de 146 años de presentar sus fantásticos espectáculos. La era digital y el derecho de los animales opacaron su show.
Empezó en 1871 como el Gran Museo, Casa de Fieras, Caravana e Hipódromo Itinerante de P.T. Barnum. Sobrevivió a la Depresión, dos guerras mundiales y los nuevos medios de su tiempo. Pero, el 21 de mayo, el circo más histórico del mundo, Ringling Bros. and Barnum & Bailey, cerrará después de no lograr deslumbrar lo suficiente a los niños de la era del smartphone ni superar la feroz oposición del movimiento a favor de los derechos de los animales, el cual no quiere ver animales en el circo.
Tras bastidores y desde las gradas durante una gira de cuatro días en Washington, el frenético espectáculo de hoy sigue arraigado en sus tradiciones del siglo XIX, con una pizca de modernidad añadida. Pero las ventas de boletos, que habían estado declinando durante una década, se desplomaron el año pasado, cuando los elefantes salieron de la pista por última vez. Feld Entertainment, que es dueña del Ringling, pasó años combatiendo a los grupos defensores de los derechos de los animales y acusaciones de abuso de los elefantes. El circo nunca perdió en los tribunales, ganó un total de $ 25 millones en dos arreglos con dos importantes grupos defensores de los derechos de los animales y refutó denuncias de que había maltratado a los elefantes con cadenas y ganchos. Pero un video subrepticio de 2009 que mostraba tácticas bruscas contra los elefantes y una poderosa campaña en internet ayudó a mitigar el entusiasmo por el circo, aun cuando Ringling modificó sus prácticas.
Kenneth Feld, presidente y director ejecutivo de Feld Entertainment, que compró el circo en 1967, dijo “es un mercado que no perdona. Simplemente se volvió demasiado difícil que el circo conservara a sus fanáticos más cruciales: los niños asombrados y sus padres nostálgicos”.
El circo, reducido de cinco pistas a tres y, finalmente, a una, encontró imposible competir con los teléfonos celulares, los videojuegos y el incesante entretenimiento a demanda. Ahora, en sus últimos días, los hombres y mujeres que han dedicado años a una empresa que se sentía eterna ven en retrospectiva con orgullo, pesar y una sensación de incredulidad de que “el mayor espectáculo sobre la tierra” esté apagándose para siempre.
El maestro de ceremonias
Por encima de todos los personajes del circo, literalmente, destaca el maestro de ceremonias Jonathan Lee Iverson, de 1,83 metros de estatura que se convirtió en el primer afroamericano y la persona más joven en la historia del Ringling en usar los deslumbrantes sombrero de copa y saco de cola. Con su atronadora voz de tenor y su elevada presencia, Iverson abre el circo sobre una carroza; un cohete espacial, en este caso.
El domador de animales
Lo primero que Alexander Lacey, el domador de animales rompecorazones de Ringling, hace cada mañana después de que alimenta y da agua a los 14 leones, tigres y un leopardo que ha criado desde su nacimiento es medir su estado de ánimo. “Una vez que uno comprende tan bien a sus animales, no hay razón para tenerles miedo, porque uno no va a ponerse en una posición que sea peligrosa”, dijo Lacey, de 41 años de edad, quien nació en Inglaterra en una familia de entrenadores de leones y tigres.
Los animales salvajes en el Ringling han provocado protestas desde tiempo atrás. En 1925, los hermanos Ringling suspendieron los actos porque “se ha extendido la impresión de que a los animales salvajes se les enseñan sus trucos por medio de métodos crueles”, dijeron. Cambiaron de opinión cuando fue contratado en 1931 el legendario domador de leones Clyde Beatty.
Los grupos defensores de los derechos de los animales de hoy plantean los mismos temas. Dicen que los animales no pertenecen al cautiverio.
El látigo, la pistola y la silla de Beatty desaparecieron hace tiempo. Gunther Gebel-Williams, el domador y artista, cambió la cultura del entrenamiento de animales, una que Lacey adopta. A partir de los ocho meses de edad, los leones y tigres aprenden a través de un sistema de premios de carne, guías (un bastón delgado) y la repetición.
El payaso
Davis Vassallo pinta mejillas rojas en su hija, luego pasa a sus labios, preparándola para interpretar una versión infantil de su propio personaje. Adriana tiene siete años de edad. Es un negocio de familia, ser payasos, y ella pertenece a su quinta generación.
Justo antes de un espectáculo, Vassallo, de 37 años de edad, el payaso principal, quien pasó su niñez en Italia viajando de ciudad en ciudad, vacía su mente. No piensa en nada, y luego sopesa a la audiencia. “No se pueden planear los chistes de payaso”, dijo. (I)