María Auxiliadora: Su artística restauración
El cuadro de María Auxiliadora representa un profundo mensaje religioso. El cuencano David Pacurucu replicó el lienzo que pintó el artista Tomás Lorenzone a pedido de san Juan Bosco.
Cuando los feligreses entran a una iglesia generalmente desean estar en profunda comunión con Dios. La idea no es adorar una estatua o un lienzo de una imagen religiosa, como la de Jesucristo, la Virgen María o los apóstoles, sino estar alejados de distracciones con el propósito de compartir, personal o comunitariamente, la búsqueda y el encuentro vivo con el Señor.
Pero, a su vez, el sitio tiene que transmitir alegría, paz, esperanza y auxilio. Tal como sucede en el Santuario Mariano Arquidiocesano de María Auxiliadora, junto a la Unidad Educativa Salesiana Cristóbal Colón, situado en la avenida Domingo Comín y callejón Daule, en el sur de la ciudad.
Y, precisamente, por la devoción a la Virgen y al aumento del número de fieles, unos cinco mil a la semana, la Comunidad Salesiana, dirigida por el padre Luciano Bellini Fedozzi, decidió hace dos años y medio que el altar mayor merecía tener un poco de arte que transmitiera la belleza de la fe.
“Pensábamos que tener a la Virgen sola era muy pobre y que debíamos replicar el cuadro de María Auxiliadora que pintó el artista Tomás Lorenzone a pedido de san Juan Bosco, en 1865, para la Basílica de Turín en Italia”, dice Bellini.
Para la realización del óleo, que se inauguró recientemente en el santuario, agrega, se pensó en el pintor cuencano David Pacurucu Regalado, pero siempre respetando la idea original.
Según el párroco Alejandro Saavedra, el lienzo tiene un profundo mensaje religioso. San Juan Bosco, quien fue el fundador de los salesianos, quiso a través de esta obra transmitir que María es Madre de la Iglesia, auxiliadora, mediadora, socorro y abogada. “De hecho se adelantó en casi 100 años al Concilio Vaticano II (1962-1965) donde ella es presentada como tal en el documento sobre la Iglesia llamado Luz de las Gentes”.
La Virgen María Auxiliadora, añade, representa en el cuadro el símbolo del servicio (autoridad del servicio) que como madre ejerce en sus hijos, que son los discípulos del Señor. Por eso, en el lienzo, Lorenzone, a pedido de Don Bosco, la colocó en lo más alto rodeada de ángeles, de los doce apóstoles y los cuatro evangelistas. “Algunos tienen en las manos los instrumentos con los que los martirizaron o algún símbolo con que se los identifica”.
En el óleo, explica Saavedra, tienen principal presencia san Pedro y san Pablo. El primero posee las llaves de la Iglesia, que es la frase de Cristo: ¡Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia! Las llaves significan el poder de servicio que recibe Pedro de Cristo.
El segundo, en cambio, lleva la espada. Según la Biblia en Hechos de los Apóstoles, Pablo persigue a los cristianos y siente una luz que cae sobre él, este desciende del caballo y se convierte. “Lógicamente este acto de conversión no es simplemente un rayo o un relámpago rápido y fugas, sino que detrás de una conversión hay un proceso interior”.
Después se aprecia a los cuatro evangelistas con sus respectivas representaciones: san Juan con el cáliz del martirio y el águila, san Marcos sentado sobre un león, san Mateo con el ángel y san Lucas sentado sobre el buey. También se observa a los apóstoles con los instrumentos con los cuales fueron martirizados o identificados.
Expresión maternal
El cuadro original de María Auxiliadora en Turín mide siete metros de alto por cuatro de ancho y llama la atención el gran manto que cubre a la Virgen para que, según Don Bosco, muchas almas puedan sujetarse de él y sean salvadas.
Datos históricos dicen que el artista Lorenzone comenzó a pintarlo dándole una expresión maternal y llena de dulzura a la Virgen María Auxiliadora y que cuando lo terminó y lo colocó en el altar mayor del santuario de Turín, en 1873, el artista cayó de rodillas y se echó a llorar.
De acuerdo con el padre Bellini, el óleo fue diseñado, bajo inspiración divina, por Don Bosco, pero no lo pintó porque no era su rama. Incluso, menciona que Lorenzone tardó tres años en pintarlo, mientras que al pintor ecuatoriano David Pacurucu le tomó un año y medio.
“Nuestro cuadro mide 7,15 metros de alto por 3,30 de ancho, pero no se lo pudo hacer con las medidas del óleo original porque en el sitio estaban las columnas de la iglesia, que no se las iba a sacar”, explica.
Las columnas, dice Saavedra, una a cada lado, tienen adornos de estucado y son largas al estilo neogótico que terminan en una especie de ojiva (arcos de círculos iguales) que representan las manos del hombre que ensalzan a Dios.
Bellini comenta que Pacurucu fue elegido por él porque realizó para los salesianos varias réplicas en obras clásicas y porque lo conoce desde que era estudiante del colegio Técnico Salesiano de Cuenca. Incluso se graduó en la Universidad Politécnica Salesiana de ingeniero mecánico.
“Él es un autodidacta en la pintura y además estudió Artes Plásticas en la Universidad de Cuenca. Sin embargo, siempre me dijo que nunca le enseñaron lo que él ya sabía”.
Dice Bellini, que Pacurucu viajó con él a Italia y España y recorrieron varios museos para ver muchas obras. “Siempre se paraba frente a obras religiosas de grandes artistas y decía que ese estaba hecho con tal técnica o color. Parece que David tiene innato el arte de pintar, pero también hace esculturas”.
Seria investigación
Pacurucu señala que antes de empezar el óleo realizó un análisis estético y conceptual de la obra en detalles y lo que representaba para los salesianos. Luego hizo los bosquejos y las pruebas de colores.
“La técnica que apliqué es óleo sobre lienzo. Al mismo tiempo hice un estudio analítico del espacio en donde se la iba a colocar con respecto al mural original. Incluso realicé una escala perfecta, encuadre, proporción, volumen y sobre todo la armonía y unidad del color”.
En relación con los materiales por usar, agrega, se realizó un tratamiento contra el envejecimiento tanto en el lienzo como en el bastidor, ya que su estructura es desarmable.
La obra, refiere, le tomó cinco meses de estudio y un año de realización; con un tiempo de dedicación de entre diez y doce horas diarias. Además tuvo un ayudante durante un mes en la elaboración del cielo para lo que es fondear.
Instrumentos y rostros
Los instrumentos que los apóstoles tienen en las manos fue, dice Pacurucu, lo más fácil de pintar para él. Tampoco hubo mayores complicaciones, aunque acepta que los detalles de los rostros le tomaron más tiempo.
“Es una réplica casi exacta, pero la modificación que realicé fue subir 15 cm más en su escala a los ángeles que están alrededor de la Virgen, ya que la obra que hice es 30 cm más alta que la original y al mismo tiempo para buscar simetría en el altar mayor”.
La obra, explica, fue trasladada desde Cuenca, lugar en donde se la elaboró, hacia Guayaquil. “Al llegar se desmontó el lienzo que fue llevado embalado en un cono. Luego procedimos a templarlo con ayuda de ocho personas, mediante cuerdas en cada una de las esquinas. Lo fuimos elevando hasta acoparlo al altar mayor, donde el mural está ajustado con ángulos de hierro”.
Satisfacción final
Para los padres Bellini y Saavedra, el cuadro de María Auxiliadora tuvo una gran aceptación entre los feligreses. Cuando la mayoría lo vio por primera vez se quedó maravillada, decía que es un cuadro hermoso que inspira mucho, solo algunas personas mayores, acostumbradas a ver la estatua de la Virgen, la extrañan.
Por esta razón, dice Saavedra, quien tiene apenas un año como párroco y rector en el santuario, la imagen de la Virgen será ubicada a la entrada de la iglesia, por el callejón Daule, y tendrá una urna y un altar adecuado en el mismo estilo neogótico, con el fin de que sigan venerando la hermosa estatua de María Auxiliadora como Madre de la Iglesia.