Papás que saben jugar

21 de Junio de 2015

El juego es una experiencia universal, pero también es el área en la que los niños, por sobre los adultos, alcanzan la excelencia. ¿Cómo puede entrar papá en el juego?

El juego es bienestar individual y grupal, libera a la familia de tensiones y seEl artista y diseñador americano Joel Henriques es aficionado a jugar con sus hijos. Se nota, porque decidió crear el sitio madebyjoel.com, donde comparte tutoriales para fabricar juguetes y páginas para colorear, que primero pasan por las manos de sus expertos de 7, 4 y 3 años. Trabaja en papel, madera, tela, piedra y cartón. Construye instrumentos musicales y sube los videos. Se divierte como un niño.

Papá necesita involucrarse. “Debe dedicar un tiempo de calidad para compartir momentos de juego”, recomienda la pedagoga Patricia Zeas de Alarcón, pero “estos deben ser consensuados, para que sea algo esperado por todos”.

Detrás del placer del juego ocurren cosas serias. “Los niños ponen en marcha los mecanismos de la imaginación”, dice Zeas, “y expresan su manera de ver el mundo, así que es vital para su desarrollo social, emocional e intelectual, para desarrollar su creatividad y sus relaciones con los demás”.

Entrar en el juego

Si los niños empezaron un juego y papá quiere integrarse, debe ser sutil. Es como entrar a la habitación de otro: hay que pedir permiso. “En este caso, el padre debe permitir que los niños pongan las reglas, no acercarse a transformar lo que ellos estaban haciendo, porque se van a sentir invadidos y se van a retirar”, advierte Sonnia Navas, psicóloga clínica y magíster en terapia familiar sistémica.

Y si papá va a proponer un juego, tiene que traer algo novedoso. “Lo mejor es dar alternativas, no llegar y decir ‘esto vamos a hacer’. Para que ellos sientan que están escogiendo y el buen ánimo se mantenga. ¿Vamos al parque, a jugar con este video interactivo, a pintar o a cocinar? Y permitir que ellos den su opinión”, dice Navas.

Un papá que quiere ser parte del juego tiene que ser activo y creativo, y no enojarse porque el niño no acepta sus términos.

Los primeros años

¿Recuerda las canciones que le cantaba su mamá? Tráigalas de vuelta. Zeas explica que de 0 a 2 años es la etapa de los movimientos de manos y brazos, de explorar los objetos cotidianos. Así que canten, bailen e inventen historias de lo que hay en la casa.

El escritor cubano Aramís Quintero recomienda las canciones, las rimas y juegos rítmicos verbales, que darán sensibilidad al oído. Los niños, antes de usar el idioma para comunicarse, lo utilizarán como juguete. Incorpore mímicas para ayudarlos a marcar el sentido del ritmo. Un ejemplo de juego típico, según Quintero, es aserrín, aserrán.

Gol de Carliño es un juego de mesa ecuatoriano basado en el fútbol.

Juego libre

Si sus hijos tienen entre 2 y 7 años, pueden pensar en objetos sin necesidad de que estén presentes. Pueden actuar. Zeas recomienda juegos y juguetes que fomenten la fantasía, como plastilina, figuras armables y bloques, pero también títeres y disfraces.

Quintero comenta que aquí tienen lugar los trabalenguas y las adivinanzas, que juegan con la dicción, el pensamiento y la asociación, muy estimulantes a esta edad.

Navas propone utilizar las nuevas habilidades de los chicos para buscar las diferencias, recortar, pegar, colorear. Los juegos multimedia están indicados a partir de los 5 años. Continúan siendo importantes las canciones, para que el niño reconozca la armonía y la calma.

Siguiendo las reglas

Los niños de 7 años en adelante ya pueden atenerse al reglamento del juego, y este adquiere importancia social, afirma Zeas. “La familia respeta el turno, todos aprenden a perder y a ganar, contribuyen a construir un objeto, ayudan a ordenar lo que han utilizado y, lo más importante, a valorar lo que cada uno ha sido capaz de realizar de acuerdo con la edad y habilidades, y a apoyar a los más pequeños”.

Cooperación

¿Qué pasa si durante el juego libre los niños pelean? Un papá que juega puede resolverlo sin castigar, organizando algo que requiera que todos participen y tomen turnos: saltar la cuerda, hacer carreras de obstáculos y por equipos, juegos de pelota y raquetas. ¿Quieren reírse un rato? Jueguen Twister.

A diferencia de las competencias, que son buenas para fortalecer la motivación individual, los juegos cooperativos requieren esfuerzo coordinado para que todos los involucrados alcancen el éxito, y generan interés en cooperar y animar a otros, según la Revista de análisis conductual aplicado.

Juegos de mesa

Al seleccionarlos, papá debe pensar en las edades de todos en la familia, dice Zeas, y en ayudar a los más jóvenes a integrarse. Más que encontrar ganadores, aquí se forman jugadores colaborativos e ingeniosos. Menciona clásicos como bingo, monopolio, damas chinas y ajedrez.

También hay títulos recientes. Están el juego de cartas Uno (7 años en adelante); Pictionary (+8), que pone a prueba la habilidad de jugar en equipo, dibujar y asociar imágenes; el de estrategia militar Risk (+12). Grupos más numerosos preferirán Cranium (+16), que requiere dibujar, imitar, cantar, deletrear, moldear y contestar preguntas.

Una opción local es Pasaporte Ecuador (+10), desarrollado por Diego Falconí Parker, que lleva a explorar la gastronomía, patrimonio cultural, folclore, deportes y turismo nacional, con preguntas, mímicas y retos. Con cada acierto se sella el pasaporte hasta completarlo y convertirse en embajador del país.

Esta trivia está en las jugueterías y librerías del país.

Deconstrucción

Dejar todo ordenado después de la partida no siempre entusiasma a los chicos. Juegos como Jenga pasan la prueba. Se puede jugar en grupos grandes, a cualquier edad. Las reglas son fáciles: quitar las piezas por turnos, tratando de que la torre no caiga. “Es una interacción táctil y simple que todos pueden aprender después de observar una partida”, dice el diseñador de juegos Matthew Colton Spross. “Cuando la torre al fin cae ruidosamente, todos ríen y liberan la tensión que se ha formado. Así que ‘perder’ puede ser divertido y la torre siempre puede ser rearmada”. Es una crisis que no divide al grupo.

Para las niñas

¿Qué hay de los papás que quieren jugar con sus hijas pero no saben a qué? Pueden aprender de Brendan Lee, quien fabricó un disfraz de heroína animada para su hija cuando descubrió que no podía encontrarlo en ninguna tienda. Revisó tutoriales de YouTube y diseñó, cosió, pegó, conectó y pintó hasta lograr el traje con que la llevaría a una convención de cómics.

Con adolescentes

“Si desarrollamos algún deporte con nuestros hijos adolescentes, para ellos va a ser algo natural”, afirma Navas. “Hay que crear un hábito de integración en el que dejamos de ser los padres para pasar a ser un miembro más del juego”.

¿Y si los chicos se niegan a la interacción? Navas explica que en condiciones ideales, no hay quien no quiera jugar. “El problema es cuando el padre no está habituado a divertirse con los hijos en un karaoke, en la playa, en la cancha. Se molesta porque no tiene tolerancia para jugar con un adolescente. ¿Por qué mi hijo rechazaría una actividad de esparcimiento? Porque ha tenido una experiencia negativa en la que hubo vergüenza o sanción”. Lo lúdico es bienestar cognitivo, físico, emocional y social. Cuando hay sensaciones negativas, el juego se termina. (D.V.) (F)

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