Sueños en favor de los demás
La solidaridad también se celebra en las fiestas octubrinas. Por eso realzamos las labores de la fundación Sánchez Aguilar y de Asvolh.
En este mes de fervor guayaquileño e independentista queremos resaltar la labor de dos importantes entidades porteñas que reúnen sus esfuerzos para buscar una sociedad más humana, sensible y justa.
Sin proponérnoslo, terminamos también haciendo hincapié en la importancia de la mujer dentro de las actividades de filantropía. Pues ellas, por un lado, son las mayores beneficiarias de estas acciones de desarrollo social y cultural y, por otro lado, históricamente las damas son las principales fuerzas del voluntariado, no solo en nuestro país, sino en el mundo.
Modernos espacios para beneficiar a la comunidad
“Carlos Sánchez Aguilar consideró siempre importante que las mujeres reciban una formación que les permita ayudar a su economía familiar ya que, en muchos casos, ellas son el sustento de sus familias”, explica María Cecilia Sánchez de Martinod, directora ejecutiva de la fundación Sánchez Aguilar, sobre las labores que preside su padre en esta noble organización.
Por ello, desde hace 15 años, funciona un centro de capacitación en esta institución que acaba de reinaugurar sus instalaciones en la zona céntrica de la ciudad. Allí se ofrecen cursos de Auxiliar de Enfermería, Corte y Confección, y Belleza. “Y ahora, gracias a un convenio con la Escuela de los Chefs, se brindarán cursos de Pastelería y Panadería”, adelanta Sánchez.
En este tiempo, 5.333 personas han ingresado allí con el afán de instruirse en estos oficios. De ellos, 4.121 han aprobado las capacitaciones, las cuales ahora se potenciarán con los equipos modernos, mobiliarios y tecnología dotados a las nuevas amplias aulas. El proceso de remodelación inició en febrero de este año y culminó en agosto.
La directora añade: “Contamos también con un auditorio con capacidad para 150 personas que nos permite brindar un servicio para conferencias, talleres o clases”.
Los sábados, en cambio, se dictan clases de danza para niñas. “Tenemos el gusto de que las clases son impartidas por Silvia Henríquez Salguero, exbecada de la fundación, y que siempre se ha mantenido en contacto con nosotros”.
La educación nos hará libres
Estos esfuerzos que impulsa la Fundación Sánchez Aguilar reafirman su lema ‘Educar es liberar’, con el cual arrancó sus operaciones en 1989, reflejando la visión del empresario zarumeño Carlos Sánchez Aguilar de apoyar a individuos de bajos recursos, específicamente ayudando a mejorar su educación y su formación cultural.
Es por ello que en sus inicios, la institución impulsó un programa de becas para estudiantes de octavo año de educación básica (considerado así al primer año de la secundaria) hasta tercero de bachillerato (último curso de colegio).
A la fecha, María Cecilia Sánchez afirma que se han otorgado 1.706 becas. “Además de la ayuda económica, las familias y los becados reciben talleres de formación humana, servicio de asesorías familiares y psicológicas, en caso de requerirlo”.
A nivel cultural, el mayor legado de Sánchez Aguilar es la creación en el 2012 del Teatro del mismo nombre en Samborondón. Actualmente este conjunto de escenarios (una sala principal para 952 asistentes y una experimental para 150 personas) interpreta su cuarta temporada de funciones.
Otros proyectos gestionados por la fundación, ligados a la educación, son la construcción de aulas en las escuelas María Reina y Laura Cordero de Fe y Alegría, en Mapasingue Oeste y Este, respectivamente; donación de laboratorios de computación para la Unidad Educativa Santa María Goretti, y el pago del profesor respectivo por tres años; donación de mochilas escolares al Hogar Nazareth y al Colegio San Ignacio de Loyola.
“Nuestro presidente siempre tuvo la idea de hacer labor social y educativa en favor de personas de escasos recursos y quiso hacerlo de manera directa con el fruto de su trabajo”, aclara María Cecilia para mencionar a la empresa Anglo Ecuatoriana de Guayaquil, de la cual su padre también es presidente, como la fuente de recursos para las obras y labores que realiza la Fundación Sánchez Aguilar.
“Así se solventaron las renovaciones, para brindar un servicio en espacios apropiados a todos los beneficiarios de estas actividades”.
Otros sueños concretados
Y aún preocupados por la situación de los sectores menos favorecidos, la labor altruista de Sánchez Aguilar incluso ha girado hacia causas relacionadas a la salud de la comunidad, creando dispensarios como el Cefas, en cooperación con la Fundación Pro Familia.
La institución también es conocida por edificar el albergue Rosa Eva Aguilar de Sánchez, un espacio de alojamiento para las personas que viven fuera de la provincia, cuyos familiares están internados en los hospitales de la Junta de Beneficencia.
“Este albergue está administrado con mucho cariño y de la manera que solo las voluntarias de Asvolh pueden hacerlo”, señala la hija de quién fabricó este sueño en favor de los demás. (I)
Cuidados cariñosos de las damas
Asvolh es el nombre de la Asociación de Voluntariado Hospitalario, que cumplirá 35 años de labores el 15 de octubre. Se conforma exclusivamente por damas y actualmente la integran 208 socias. Por su aniversario, han preparado para las 10:00 de ese día una misa de acción de gracias en el Santuario de Schoenstatt (av. Juan Tanca Marengo). Y en la tarde (17:00), una sesión solemne en el auditorio de la UEES.
A este valioso grupo de mujeres las enlaza una mística para servir, comenta Yolanda Moreira de Morales, presidenta de Asvolh. De sentir el dolor ajeno como propio y el compromiso con la institución.
Sus acciones se desplazan en los hospitales Luis Vernaza, gineco-obstétrico Enrique Sotomayor, de niños Dr. Roberto Gilbert Elizalde y en el Instituto de Neurociencias. Después de tres décadas de labores, Moreira señala que el tiempo se está pintando como el peor enemigo del voluntario: “La nueva generación, por sus horarios de trabajo, no puede dedicarse al voluntariado, pero estamos abriendo el abanico a las opciones como ‘amigas de Asvolh’ y así den menos horas en actividades específicas”.
Según una reseña de la organización, su trabajo empieza a las 09:00 y culmina al mediodía. En esta jornada las voluntarias ofrecen su compañía y apoyo espiritual a los pacientes. Además conducen programas educativos y lúdicos para niños en las casas de salud, charlas preventivas y talleres para embarazadas. Confeccionan mallas compresivas para quemados y dirigen grupos de apoyo para diabéticos y terapias físicas. Adicionalmente, se encargan de donaciones de ropa y suplementos alimenticios, refrigerios a los usuarios psiquiátricos y en las áreas de espera de consulta externa, ventas especiales de vacunas para niños y cofrecitos mortuorios para bebés fallecidos en el alumbramiento.
“La recompensa es la más grande que se puede recibir. Es del corazón, del servicio, el saber que has sido parte de una vida rescatada, por un logrado alivio, por el renacer de una esperanza, de dar alegría”, agrega Moreira. (I)