¿Competidor del vodka?: Producto nacional
“Si pretenden mandar Solbeso directamente a la boca y de inmediato a la garganta sentirán pasar el relámpago del alcohol, pero no podrán apreciar sus matices”.
De ninguna manera pretendo comparar dos licores que guardan cada uno esencia propia. Recientemente pude probar un nuevo producto ecuatoriano que me causó asombro. Cuando hablamos de cocteles elaborados con crema de cacao pensamos en el sabor intenso, a veces empalagoso, del chocolate, así nacen el coctel Alexander, el grasshopper, el chocolate Martini, entre otros.
Al abrir la botella de Solbeso, husmear la superficie de la copa coseché sorpresas: no estaba frente a un pousse café dulce, como las acostumbradas cremas, sino un poderoso aguardiente que trepa a 40 grados como el whisky o el coñac. Probablemente la fermentación ha de lograr un alcohol de 70 grados o más, luego se lo tiene que rebajar. Impresiona su total transparencia como si fuera agua. El mejor cacao cosechado manualmente, después destilado en tradicionales alambiques de cobre, permite obtener un producto que muestra a la vez un gran carácter y delicados matices.
Me di cuenta en seguida de que no debía realizar una cata con el procedimiento que suelo seguir con los vinos. Si pretenden mandar Solbeso directamente a la boca y de inmediato a la garganta sentirán pasar el relámpago del alcohol, pero no podrán apreciar sus matices: es un licor al que uno debe acercase con mucha cautela, tomando un sorbo extremadamente pequeño, un apenitas entre labios para luego cubrir encías, lengua, paladar. Entonces se presenta el toquecito de cacao, pero con total discreción, hay que estar muy atento, luego se notan levemente cítricas.
El primer sentido que despierta es el dulzor, lo sigue el alcohol muy presente, llega en las encías una punta de acidez, luego la astringencia típica de los taninos, un dejo de amargor. Los europeos beberían Solbeso como pousse-café así como les gustan una copita de coñac, un ron, un whisky añejo. Pienso que más se lo usará aquí en cocteles, podría reemplazar el aguardiente de caña en la caipiriña o el mismo pisco por ser un licor de poderosos matices a la vez florales y frutales, el vodka para darles fuerza a los jugos de fruta. Al inhalar el producto y activar el reflejo retro nasal, resoplando por la nariz el vapor del alcohol puede aparecer un toque de tequila. Su larga persistencia en el retrogusto lo vuelve inolvidable. Estamos frente a un producto noble, orgullosamente ecuatoriano.
Fernando X. Crespo desde hace tiempo tenía la inquietud de poder sacar del cacao un verdadero aguardiente, algo puro, no una mezcla de muchísimos sabores como es el caso de Espíritu del Ecuador, muy empalagoso por cierto. Antes de Fernando, muchos lo habían intentado. El producto ha sido ya exportado y los comentarios internacionales han sido elogiosos. Cuando se lo usa en cocteles combina perfectamente con limón, maracuyá, agua tónica entre otros. Los cuarenta grados alcohólicos que contiene lo vuelven ideal para flambear ciertos platos o postres como los famosos crêpes Suzette. Para quienes tienen afición a la leche entera les gustará añadir un copa de Solbeso con azúcar: refrescante y mágico sabor.
Me parece importante recalcar los inmensos progresos realizados por Ecuador en su gastronomía, trátese de quesos, vinos, licores, productos lácteos en general, jamones y embutidos. (O)