Restobar destacado: Nuevos ‘ventos’
“Se apunta hacia una clientela juvenil y a la vez al público que oscila entre los 30 y los 40 años. El Gourmet del Hotel Oro Verde y Vento, a este respecto, son los mejores lugares de la ciudad”.
No es un sitio exclusivo, está abierto al público en general, pero su ambiente, su situación privilegiada, la clase que ostenta, lo convierten en el mejor lugar de Samborondón. Muchas cosas contribuyen: en primer lugar la decoración, la que debemos al talento de Antonio Plaza y Carlos Armiño.
Todo apunta hacia la excelencia desde el momento en que se recibe a los huéspedes y se los guía hacia el ascensor, para subir al cuarto piso, la ubicación del bar que se vuelve esencial poniendo a la vista la actividad de cada barman, un piano negro de media cola, dando una nota sofisticada, una terraza con la más increíble vista tanto de día como de noche, con agradable brisa nocturna. Mucha gente escoge el aire libre, otros optan por el comedor acondicionado. El personal se muestra atento y detallista.
No es un sitio barato. Los precios van de acuerdo con la categoría del lugar. Si piden un gin tonic les traerán un coctel en el que usan el gin Bombay, uno de los más caros y sofisticados, importado de Inglaterra (ingredientes múltiples como cáscara de limón, enebro, frutas del bosque, almendra, cilantro). Si ustedes empiezan la noche con varias rondas de cocteles, su factura subirá muy rápidamente. La nuestra, entre cuatro personas, representó cerca de $ 40 solo en licores. Se apunta hacia una clientela juvenil y a la vez al público que oscila entre los 30 y los 40 años. Sin vestir con extrema elegancia, se nota que las mujeres lucen atildadas. El Gourmet del Hotel Oro Verde y Vento, a este respecto, son los mejores lugares de la ciudad.
El chef José Ricardo Arellano (ingeniero) es joven, ha trabajado en el Hotel Oro Verde con Antonio Pérez, de quien recibió cierta influencia. Empezó con una formación clásica, luego se interesó en la gastronomía creativa, aunque me dijo no haber incursionado en la molecular. Se nota que ama su trabajo. Entiendo que los ravioles grandes de masa esponjosa son los más solicitados por los huéspedes. Los linguini son De Cecceo, que nació en Italia a fines del siglo XIX. Encontramos en el supermercado unas excelentes salsas al pesto (albahaca), a la boloñesa (tomate, carne molida), con sabor a pizza, de esta misma marca. Las porciones de pescado que sirven con la pasta son de gran tamaño.
Lo mismo diría de los crujientes scallops (conchas peregrinas), igualmente acompañados de la pasta y almendras laminadas. Me decepcionó el risotto, por ser aguado, falta de textura, sabor a hongos tan fuerte que ocultaba todos los demás. Hay un lomo nacional, pero también un chuletón de bife ancho uruguayo en salsa bordelesa (vino tinto, cebolla, zanahoria, mantequilla). Pidan de entrada el salmón aromatizado con hinojo y otras especias sobre pan crujiente.
Recomiendo los helados artesanales de textura sorprendente, de pronto crocante, sobre todo el de jengibre. Bebimos un Ruttini tinto probablemente un Malbec, aunque su complejidad podría indicar la presencia de Cabernet Sauvignon: suave, afrutado con taninos equilibrados. La carta de vinos ostenta precios razonables, pueden escoger una botella de $30. Es buena estrategia del restaurante no disparar precios en los licores.
Los fines de semana hay músicos en vivo, presumo que el lugar ha de estar lleno. No vayan con prisa, los platos se preparan al instante, pueden demorar algo. En todo caso el ambiente de Vento tiene un indudable atractivo, un manejo profesional. (O)
Contacto: Vento Rooftop Samborondón, edificio Xima, piso 6. Telf.: 099-783-4256.