Tremenda sorpresa: Davao Sushi vía a la Costa
“El chef Andy Yusal es filipino, pero ha viajado mucho, cosechado múltiples enseñanzas, trabaja con seriedad, rapidez, no busca presentaciones estrambóticas, después de todo piensa que las cosas deben tener el sabor de lo que son”.
Existen restaurantes de sushi lujosos o vistosos como Noé con platos llamativos, mas no creo que ninguno rivalice con Davao en la relación calidad-precio. Abrió sus puertas desde hace un año y siete meses. Es un sitio de aspecto minimalista con pocos adornos, un dibujo estilizado en paredes blancas desnudas, en una esquina pintada de rojo el chef oficiando detrás de una larga vitrina bien iluminada donde se lucen ingredientes frescos: camarones, atún blanco y rojo, macarela, Alaska King crab, tofu, salmón y otros productos.
El chef Andy Yusal es filipino, pero ha viajado mucho, cosechado múltiples enseñanzas, trabaja con seriedad, rapidez, no busca presentaciones estrambóticas, después de todo piensa que las cosas deben tener el sabor de lo que son.
El dueño, Adrián Flores, es hombre joven de excelente formación profesional, ancha sonrisa, don de gentes, realista, sabiendo lo que hace, hasta dónde quiere llegar; me cuenta el esfuerzo que le costó realizarse, yendo de poco a poco para poder armar este local que ya tiene un año y siete meses. Aquel tesón con voluntad de superación suscitó mi simpatía, mi deseo de ayudarlo según mis posibilidades.
Nos atendió Alfredo Cedeño con la debida cortesía, atento a cada detalle o deseo nuestro, dio una descripción de cada plato nombrando sus diversos ingredientes. Abrimos con un carpaccio nipón ($ 7,50) de atún rojo y blanco tratado con aceite de oliva y especias. En la carta constan once tipos más con mariscos, salmón, pulpo, kani-kama –imitación procesada de cangrejo– ; los precios oscilan entre $ 4,50 y $ 6,50.
Hay ensaladas de pulpo, salmón, mariscos, pepinos. Podrán optar por una de las cinco sopas, siendo atractiva la de algas wakame, vegetal marino que suele usarse en la sopa con miso, un condimento aromático hecho de soya fermentada ($ 5) o exquisita salsa de anguila, tan rico condimento que en él zambullí también mis camarones al curry. De igual modo el arroz sabía espectacular con la sencilla salsa de soya. Lástima que en Ecuador no usen el fish sauce (salsa de pescado fermentado llamado nuoc mam cham en Vietnam, pero de olor tan fuerte que no lo creo convincente para los paladares delicados), lo consumo en mi casa cuando hago los famosos nêmes a la saigonesa (galletas de arroz rellenas con cangrejo, carne molida de cerdo, fideos transparentes, brotes de soya, cebolla picada).
El postre fueron sabrosos helados fritos de fresa y chocolate. Siendo un día domingo no pudimos pedir vinos sino agua mineral o té. No entiendo este decreto prohibitivo, tampoco la creación de un Ministerio de la Capacidad de Amar: yo soy capaz de manejar mis gustos vinícolas y mis travesuras eróticas sin que me administren.