Un rincón tailandés: Propuesta asiática
“Cheo, en la cocina, se ve obligado a usar productos locales, no siempre dispone de todas las especias que requiere la sazón thai”.
La cocina thai difiere notablemente de la china, se complementa con la vietnamita. Viví cinco años en una ciudad donde no había un solo chifa, pero sí varios sitios donde podía saborear los enrollados saigoneses hechos con galletas de arroz que tenían el aspecto y la textura de hostias grandes. Al mojarlas se volvían tan finas como telarañas, se las rellenaba con carne molida de cerdo, cangrejo, fideos transparentes de arroz, brotes de soya, cebolla, cilantro, luego se las ponía a freír, se las cortaba en trozos y se las servía sobre hojas de menta con salsa nuoc mam (fish sauce). Las sigo preparando en mi casa.
Cuando se lo conté a Cheo Dulanto, chef peruano del restaurante Thai Asian Cuisine, se desapareció por la cocina, luego de un rato me trajo rollos crocantes parecidos a los vietnamitas, aunque rellenos con ingredientes diferentes. Eso me corroboró que Cheo podía tener creatividad y adaptabilidad. Debe recordar que en la cocina tailandesa debe primar el sabroso equilibrio entre las especias, los sabores y las texturas. Sé que la sopa chaina soup es excelente y podría ser su elección.
Mi primera impresión al ingresar al Thai estuvo muy grata. Quien diseñó el ambiente supo crear un rincón capaz de inspirar paz, serenidad, cierta intimidad. Una estatua de Buda adecuadamente iluminada, como de cinco metros de altura, más otros detalles, crean la atmósfera propicia para una cena tailandesa. Me incomodó, eso sí, la música de rock a un volumen demasiado alto, pues para este tipo de comida más me agradaría una música sedante como la que se usa en masoterapia. Si voy a un thai, no me interesa que los televisores de plasma me muelan partidos de fútbol o videos estrepitosos. Busco la calma, el disfrute gastronómico.
Según los platos que ustedes elijan pueden optar por un sauvignon blanco, un chardonnay o un sirah bien afrutado. Proponen varios tipos de cerveza, siendo la más ligera la Corona y la más malteada le Stella Artois de Bélgica.
Cheo, en la cocina, se ve obligado a usar productos locales, no siempre dispone de todas las especias que requiere la sazón thai: el limoncello también llamado citronela, hierba limón o lemon grass, la cúrcuma, las hojas de lima, la galanga. Sin embargo, en su sopa thai ko ghai con camarones, pastas, leche de coco, algo de aceite de sésamo, logra acercarse al sabor de la receta original. Algo parecido ocurre con el plato de pastas con langostinos o camarones ($ 16,39). El postre fue un flan de jengibre sin nada particular. El arroz thai ($ 16,39) que se sirvió mi acompañante me pareció demasiado copioso y algo indigesto.
La carta es muy elegante, el personal atiende con una punta de servilismo que debe moderarse. Mesas, iluminación, vajillas y cristalería son las adecuadas. Extrañé el pollo en salsa de maní (Satay ayam), receta para la cual disponemos aquí de todos los ingredientes. Me agradó el cebiche thai ($ 14,75) agradable y refrescante fusión que se armoniza con aceite de sésamo. La cuenta suele subir desde luego con el 12% de IVA y el 10% de servicio (suman $ 17,31). Para dos personas mi cuenta fue de $ 95,99.
Thai debe desarrollar sin temor la sutileza y los insólitos encuentros de sabores que permiten las diversas especias y el uso casual del curry. Tiene el lugar apropiado, bien diseñado, un ambiente hermoso, puede y debe refinarse mucho en sus propuestas gastronómicas, en cual caso podría tener éxito en el futuro. (O)