Tropicálido
Con un semblante serio (a lo que él dice que es para que no lo roben), una voz un tanto carrasposa y un acento guayaco muy marcado, sin caer en lo sabroso, me encontré con Luis en Las Peñas, en una tarde sumamente soleada. Me contó la historia de sus camisas y hablamos hasta un poco sobre comida.
¿Qué onda con tu facha?
Trabajo por aquí (Las Peñas) en un hotel.
¿Y esa camisa?
¡Son más frescas!
¿Tropical?
¡De toda la vida!
¿Dónde las consigues?
¡Mi mamá cose!
¿Tú compras la tela?
Sí, sí, sí. Los botones son de tagua.
¡Qué bacán! Dame ese contacto.
¿En serio?
Simón, al final de la entrevista. Pensé que era una especie de uniforme de bartender.
Nada que ver, esto de aquí es mío.
Yo tengo un panita bartender que también es de usar esas camisas así.
¡Yo tengo una colección bárbara!
¿Estás en camino al trabajo?
Sí, entro a las tres.
¡Uy, te estoy haciendo llegar tarde!
No, tranquilo, sigue nomás. ¡Todos los días no se consigue esto!
(Risas) ¿Trabajas solo de día?
No, de noche. Soy una criatura nocturna.
¿O sea que ahora te estoy agarrando recién salido de la cama, con las lagañas y eso?
Algo así. Como cuando a Bruno Díaz lo sacan durante el día.
Antes de esto, ¿qué hacías?
Trabajaba en una trattoria.
¿Harto de comer comida italiana?
No, la comida italiana es muy buena.
Cuando viví afuera, me hacía pastas casi todos los días.
¡Aprendí mucho!
El secreto es variar las salsas.
¡Sí! Con las pastas, los espaguetis, etcétera.
Ya me dio más hambre. Volviendo a las camisas, ¿todos los días usas una diferente?
Claro. Son frescas. Como trabajé en un bar salsero, ¡te atraen! Igual, la típica: un man con camiseta hawaiana o es un chulo o siempre está de fiesta en fiesta.
¿Qué le parece esta facha? Coméntenos
