La soledad y la amistad
No es nada nuevo, pero el ser humano existe para estar en continua interacción con sus semejantes. Por consiguiente, la soledad es destructora de su razón de ser. Y no necesita ser evidente, la soledad más dañina es la que se siente aun estando rodeado de gente, incluso dentro de un matrimonio aparentemente normal. Se manifiesta como un sentimiento de tristeza, aislamiento, falta de identificación o de pertenencia al entorno. El daño que causa es progresivo; si no se la enfrenta y resuelve se arraigará más profundamente en la mente, creando más alienación con el medio y produciendo otras reacciones como depresión (que también puede ser una causa), baja autoestima, o derivar en alcoholismo o drogadicción, o daños psicosomáticos. El extremo es la desesperanza y la resignación a vivir al margen de la felicidad que observa a su alrededor.
Aunque algunas personas se aíslan controladamente (para meditar, crear, descansar), la mayoría de las personas solitarias se sienten impotentes ante su realidad y sufren en silencio. Muchas de ellas nunca desarrollaron habilidades sociales y adoptaron un rol pasivo; otras, después de un divorcio, viudez, enfermedad, o una ruptura afectiva dolorosa, perdieron la cercanía con su grupo y se dejaron caer en este vacío hasta que sintieron que era demasiado tarde para intentar reintegrarse. También hay quienes, por ser muy susceptibles, se han sentido (y han permanecido) marginados por presuntas críticas, burlas o indiferencia.
Muchas veces la persona en cuestión se siente tan abatida que no repara en que las barreras que la alejan de su mundo son imaginarias. Es aquí cuando quienes se sienten cercanos a ella deben intervenir y tenderle la mano amiga, incorporándola, aunque fuera contra su voluntad inicial, a las actividades que ella disfrutaba. Se puede empezar visitándola una o más veces a su casa, y motivarla a que organice una reunión en la misma. Más adelante se podrán realizar eventos en otros hogares, o en lugares públicos. Poco a poco irá recuperando la confianza en su grupo y aumentando su autoestima. Volverá a sentirse importante para su entorno y finalmente comenzará a participar por iniciativa propia. Entonces volverá a vivir dignamente. Su rehabilitación será el resultado de la amistad en su expresión más elevada.