La terapia conyugal
Es irónico que para la función más importante que una persona ejercerá en su vida la mayoría de los postulantes apliquen con poca o ninguna preparación formal. Es verdad que una pareja joven, que empieza un matrimonio, por lo general pone en práctica lo vivido en su casa paterna, pero todos sabemos que esta es un arma de doble filo (no todos han tenido una historia bonita).
Idealmente la pareja empieza su nueva vida con las mejores intenciones y espera extraer, del sinnúmero de experiencias que le sucederán, la sabiduría y madurez que eventualmente le proporcionarán seguridad emocional, estabilidad económica y una visión optimista hacia el futuro familiar. Para muchos, sin embargo, la realidad es brutalmente diferente.
Las cifras oficiales en nuestro país declaran que entre 2006 y 2016 los matrimonios decrecieron en algo más del 20% y los divorcios se incrementaron en casi el 84%. Son cifras pesimistas, y se pueden interpretar como temor de muchas parejas jóvenes a fracasar en el matrimonio (y por esta razón eligen no casarse), y las que llegan a casarse no tienen (o no buscan) los recursos para hacerle frente a la adversidad cuando la vida se torna difícil, y llegan al divorcio sin haber realmente luchado.
No son buenas noticias si la base de la sociedad es la familia, y la familia normalmente está estructurada alrededor del matrimonio.
No existe una relación más compleja ni potencialmente más conflictiva que el matrimonio, pero es el camino a seguir. Toda pareja necesita, en algún momento de su vida, apoyarse en la experiencia de otros que han vivido, o investigado, el problema que les afecta, y pueden ayudarlos a estudiar sus posibles soluciones (o a admitir que no la hay).
La consejería conyugal es una fuente de información y respaldo en los casos en que un matrimonio no logra resolver los conflictos que han afectado el equilibrio de la relación (usualmente infidelidad, adicción, agresión, o cambios en las actitudes o sentimientos). Muchos problemas serios empiezan bastante antes de que la pareja se dé cuenta; la terapia conyugal ayudaría a advertir desviaciones tempranamente.
A menudo, el solo hecho de exponerle objetivamente a otra persona el problema que se siente, hace que uno lo visualice coherentemente y encuentre explicaciones y vías de solución que antes las emociones impedían observar. (O)