Lo importante no es lo que ganen, sino lo que sean
Si algo caracteriza hoy la crianza de los hijos es el estrés al que están sometidos la mayoría de ellos porque crecen constantemente presionados a que hagan más, aprendan más y ganen más para que sobresalgan en todos los frentes.
Sin embargo, gracias a la cantidad de esfuerzo y tiempo que exigen las clases, tutorías y entrenamientos que tienen ahora los niños para que se destaquen en todo, ellos están pagando un precio alto porque están tan saturados de actividades que nada parece entusiasmarlos. Además, detrás de la mayoría de los hijos sobrecargados de ‘oportunidades’ hay unos padres estresados y exhaustos que lamentan no tener un minuto para disfrutarlos porque sus horarios están repletos de obligaciones de toda índole.
Es muy positivo que los hijos hablen varios idiomas, sean buenos deportistas y estudiantes sobresalientes, pero el afán porque ellos estén en todo suele ser destructivo. Sin embargo, a pesar de que tener demasiados compromisos extracurriculares es perjudicial para ellos y para sus familias, la presión social para que sobresalgan en todos los frentes es inmensa. Y por eso, la crianza de los hijos se ha convertido en la función más competitiva del mundo adulto.
Lo triste es que, a pesar de que el estrés a que están sometidos los niños con tantas actividades es perjudicial, la presión social para que se haga es muy alta. Y así, hoy no solo los padres están exhaustos sino que sus hijos también porque viven tan acosados que no disfrutan lo que hacen.
En la medida que le damos más importancia a los triunfos académicos y deportivos de los niños le restamos a su capacidad de ser amigables y solidarios. Está bien animarlos a distinguirse en los estudios, en los deportes, en las artes... pero lo esencial es que les enfaticemos la importancia de usar sus capacidades, no para sobresalir más que todos, sino para ser mejores personas.
A decir verdad, el éxito en la crianza no está en los trofeos que ganen los hijos ni en los honores con que los premien, sino en la medida en que ellos sean personas íntegras y bondadosas que se concentren en obrar bien y hacen el bien. (O)