Trabajo en equipo
Uno de los principales focos del liderazgo debe estar centrado en la alineación del equipo a su cargo para que todos apunten a una sola dirección. Esto no significa que todos piensen igual o propongan soluciones homogéneas, pero sí que compartan una visión común del horizonte al que quieren llegar. Para ello, cada miembro debe entender cuál es su aporte específico en ese horizonte común y cómo cada una de las áreas de la organización debe interactuar entre sí para lograr las sinergias adecuadas.
Existen diversos obstáculos que impiden la cohesión de un equipo de trabajo. Uno es la dispersión de fuerzas. Al no haber un discernimiento claro, cada uno interpreta cómo debe hacer uso de su tiempo y energía, pero sin tener en cuenta al resto del equipo. Es como si en una carrera de remos cada uno decidiera hacerlo a su ritmo y en direcciones opuestas.
Otro riesgo es el eficientismo que busca resultados en el corto plazo y de manera individual. En estos casos se logran los objetivos de manera individual, pero sin ser discutidos y aceptados por el grupo de trabajo. Incluso si el líder llega a tomar decisiones apropiadas, si estas no han sido entendidas, aceptadas y asimiladas por el grupo humano no darán los resultados esperados o solo serán de corto aliento.
En el proceso de implementación surgen resistencias internas culturales frente al cambio. Es necesario darse el tiempo también para verificar si lo que creemos que las personas han entendido de las decisiones tomadas son las que tenemos como expectativas.
La alineación o sintonía del equipo de trabajo se va construyendo día a día a través de relaciones y compromisos duraderos que vayan generando un ambiente de confianza y cooperación mutua.
En la medida en que los miembros de la organización miren en la misma dirección, sean partícipes de la misión y tengan la motivación para implementar los cambios necesarios la empresa pondrá cimientos sólidos, pues tendrán su fundamento en un cuerpo cohesionado y no en esfuerzos aislados. (O)