Verdadera autoestima
Se habla mucho de autoestima y de valorarse a uno mismo para alcanzar las metas o sueños. Sin embargo, se profundiza poco en los fundamentos de la verdadera autoestima.
Este asunto es de importancia en el ámbito laboral, pues muchas veces ponemos nuestro valor y la autoestima en la consecución de metas externas o se reduce al desarrollo de habilidades o destrezas sin considerar quiénes somos como personas. Quienes hablan con frecuencia de sus logros o se comparan con el resto suelen tener una autoestima frágil. Buscan convencer al resto de algo que ellos mismos no están seguros de poseer.
La autoestima debe tener como punto de partida la verdad de nosotros mismos, sin caer en visiones idealizadas e irreales. Por ello, una clave fundamental para tener una autoestima sólida es tener una visión objetiva, realista e integral de nosotros mismos.
Esto implica darle el peso justo a nuestra realidad sin caer en dos extremos: ni la exaltación vanidosa ni la visión negativa incapaz de valorarnos rectamente.
No bastan las frases motivacionales que muchas veces se escuchan, tales como: Cree en ti mismo y podrás alcanzar todos tus sueños. No es realista afirmar que bastaría el esfuerzo personal para alcanzar cualquier cosa que nos propongamos, pues todos tenemos limitaciones de distinto tipo. Una recta autoestima implica aceptar sus límites y purificar visiones distorsionadas que la persona tiene de sí misma.
Existe siempre el riesgo de decepcionarnos de nosotros mismos cuando no cumplimos una meta o algo nos sale mal. San Juan Pablo II nos recordaba que no somos la suma de nuestras debilidades y fracasos, sino la suma del amor de Dios hacia nosotros y la capacidad que tenemos de amar de igual forma.
En esto reside la base de la auténtica autoestima: en el amor incondicional que Dios nos tiene. Quien no se deja amar y no es capaz de amar vivirá de espaldas a su identidad y misión.
Al final de nuestros días no nos recordarán principalmente por nuestros logros de eficiencia, sino por el tipo de impacto que generamos en la vida de quienes nos rodean. (O)