Educación virtual
Para muchos profesionales, estudiar en el exterior es la mejor decisión. Esta aspiración puede lograrse sin subir a un avión, informándose oportunamente.
Perfeccionar otro idioma, convivir con culturas diferentes, enriquecer la hoja laboral con una especialización, son las razones por las cuales muchos anhelan estudiar en el extranjero. Sin embargo, por diversos motivos, esta aspiración no se puede concretar físicamente, sino con la ayuda de cursos no presenciales o virtuales (en línea).
Ese fue el caso de Estefanía A. Ella es licenciada en Administración de Empresas por la Universidad Internacional de Florida, y quiso ampliar su saber en el 2011 con una maestría a distancia en e-commerce y marketing digital, certificada por dos universidades españolas.
Ella recuerda que en el transcurso de su masterado se enteró de que el título obtenido no podría validarlo en Ecuador como un estudio de cuarto nivel. A pesar de esta situación, los conocimientos adquiridos sí potenciaron su profesión, asevera la joven: “Le saqué el jugo porque al mismo tiempo trabajaba y así aplicaba lo que iba aprendiendo. Tal vez eso no hubiera pasado si viajaba, porque tendría que haber dejado mi empleo”.
Oferta creciente
Cada vez es más posible que las personas gocen de la enseñanza de universidades de prestigio internacional sin salir del país. Esto ocurre porque las instituciones de educación superior del exterior han reforzado sus herramientas y además de maestrías brindan programas gratuitos a los profesionales.
El Instituto de Tecnología de California, en el primer lugar de las mejores universidades del mundo según el ranking Times Higher Education, ofrece asignaturas en la web para reforzar los conocimientos en ciencias e ingenierías. Algunos de sus cursos estarán disponibles en webs con el sistema Mooc, siglas de massive open online course, que en español significa curso en línea masivo y abierto. Es decir, sin costo.
Bajo esta línea ya opera el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Sus clases, apuntes, exámenes y videos se encuentran en la web ocw.mit.edu, con la posibilidad de hallar cursos traducidos en la lengua natal de los estudiantes.
Los cursos de Harvard, Berkeley, Cornell, Sorbona, la Universidad de Ámsterdam, entre otras, también se comparten abiertamente a la comunidad, mediante las páginas edx.org y coursera.org.
Según el semanario U.S. News, las tres mejores universidades para realizar maestrías en línea son las universidades de Houston, la Estatal de Florida y la del Norte de Illinois, las cuales aparecen en el listado anual que la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) elabora con los nombres de instituciones de excelencia académica. Al 2014, 1.607 universidades de más de 80 países han sido reconocidas por el ente.
Los títulos provenientes de estos centros de estudios son inscritos por la Senescyt automáticamente en el Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (Sniese), siempre y cuando sean de la modalidad presencial, junto con los documentos de respaldo. Se consultó a la Secretaría el proceso para los títulos de cursos virtuales, pero al cierre de la nota no obtuvimos respuesta. En tanto que se conoció que el Consejo de Educación Superior está trabajando en la normativa para los programas académicos en línea y a distancia.
El portal Master Studies destaca a las universidades de Liverpool, Carlos III de Madrid, Pompeu Fabra como unas de las mejores opciones de Europa. En esta región es imperativo recordar que el gobierno de España diferenció sus títulos en oficiales y propios. Solo los primeros son reconocidos por las autoridades españolas como estudios de cuarto nivel, lo cual se ha ratificado en Ecuador. (I)
UNA DEUDA DE POR VIDA
“Pedí unos $ 150.000 en créditos para estudiar Medicina; terminé en el 2002, pero hasta ahora no encuentro trabajo”. “No puedo pagar mis deudas. ¡Necesito ayuda!”, escribe Shahid en un foro on-line en el cual las víctimas del sistema de financiación académica estadounidense intercambian sus experiencias.
El caso es un ejemplo de los muchos estudiantes que se endeudaron para conseguir un título universitario. Y pone de manifiesto el abismo social de un problema cada vez mayor: el vertiginoso aumento de la deuda generada por este tipo de créditos. Según el Departamento de Educación, esta casi se ha cuadruplicado hasta alcanzar el billón de dólares. Alrededor del 70% de estudiantes abandona la facultad con deudas.
“Esta situación no solo preocupa a los afectados, sino también al conjunto de la economía”, afirma el experto Thomas Hylands, del Federal Reserve Bank. Y es que en EE.UU. los créditos estudiantiles se consideran un producto financiero, aunque la mayor parte del negocio se gestiona de manera pública. El Estado debe garantizar que la mayoría de estudiantes pueda acceder a créditos baratos, pero la realidad es que estos no podrían tener peor acreedor: la Administración puede acceder a todos sus ingresos hasta que se salde la deuda.
Con todo, los intereses del sector privado suelen ser más altos y las condiciones menos flexibles. Además, abundan los tiburones crediticios que pueden convertir en un infierno la vida futura de los estudiantes. Hay incluso jubilados que aún no han liquidado sus deudas universitarias. En total, 706.000 hogares de personas mayores de 65 años tienen aún pagos pendientes. Y aunque solo supone el 3% de la población, el dato refleja lo difícil que puede ser cancelarlos.
En la mayor economía del mundo, la educación superior es cada vez más cara: entre 1990 y 2012, el precio anual aumentó de media más de $ 8.000. Según el experto Mark Kantrowitz, de Edvisors, la promoción 2014 es la más endeudada hasta la fecha: de media, cada estudiante debe unos $ 33.000. Un sondeo de la consultora PWC señala que solo uno de cada cinco estadounidenses entre 18 y 19 años considera que los créditos de estudios son una buena inversión.
Para Beth Akers y Matthew Chingos, del Instituto Brookings, el peligro de un endeudamiento masivo no es tan acuciante. Un cuarto del aumento de la deuda desde 1989 se debe a la coyuntura de que cada vez más estadounidenses optaron por cursar estudios universitarios, afirman. Y sostienen que invertir en educación sigue siendo una buena opción. “En los últimos 30 años los ingresos derivados de un título universitario crecieron el 70%, mientras que los costes solo supusieron el 50%”. (dpa)