Encontrando al gurú: La mente y el corazón
“Quien juzga tener la verdad, está en el camino de la mentira. Quien desea convertir a alguien, no entendió aún el significado de la espiritualidad”.
Conocí a Mick Brown en el aeropuerto de Fráncfort. Periodista del Daily Telegraph de Londres, había sido enviado para entrevistarme en una escala entre dos vuelos. El caso es que terminé dejando de tomar el avión al día siguiente, ya que Mick no era un periodista común: había recorrido el mundo como un turista espiritual (título del libro que publicó en Inglaterra) y cargaba en su bagaje muchas historias.
Entre ellas, Mike contó que cierta vez había recibido un panfleto de una entidad relacionada con el misticismo indio diciendo que un gurú llamado Mahaguru Yogui Arka daría una serie de conferencias en Inglaterra. Descubrió que se hospedaba en una casa de familia, al norte de Londres, y fue a visitarlo para hacer un reportaje para su diario.
En cuanto tocó el timbre, una joven de rasgos orientales abrió la puerta y, sin preguntar nada, le indicó con una seña que la siguiera hasta la sala. Allí estaba Arka, sentado con las piernas cruzadas, los ojos cerrados, en aparente actitud de meditación.
Mike permaneció sin saber qué hacer, hasta que el maestro abrió los ojos y le indicó con un gesto que se sentara ante él.
— ¿Tiene alguna pregunta?
Mike pensó varias, pero parecían haber huido de su pensamiento. Lo que se le ocurrió fue: ¿Qué es lo que las personas quieren saber cuando buscan a un gurú?
— Imagine que está sentado ante el océano, dijo él. —¿Qué es lo que desea del océano?
Mike pensó y respondió: Paz.
Arka hizo una señal afirmativa con la cabeza.
— Paz. Usted contempla el océano y entiende que él puede traerle paz. Otra persona pide un pez para comer. Hay también quien piense que en el fondo del océano existe petróleo y procura saber dónde está escondida esta riqueza. Las personas quieren cosas diferentes, pero el océano es grande y puede dar a cada uno lo que pide.
Mike le comentó que en su vida había encontrado a muchos gurús. ¿Cómo saber en quién confiar?
— Cuando una persona intenta imponer su forma de pensar a alguien, no puede ser calificada de gurú, respondió Arka. Quien pide que le tengan confianza, no merece confianza. Quien juzga tener la verdad, está en el camino de la mentira. Quien desea convertir a alguien, no entendió aún el significado de la espiritualidad.
¿Usted se acuerda de cuando era pequeño e iba a la escuela? Allí encontraba profesores de inglés, física, química, historia. El aprendizaje espiritual se hace de la misma manera: varios maestros le enseñan muchas cosas, colaboran para que usted crezca interiormente, pero es solo su conciencia la que puede colocar todo este aprendizaje en orden, y extraer de allí lo que le interesa.
Y Arka prosiguió: Es preciso entender que el camino es de su entera responsabilidad. Usted tendrá que usar el corazón y la mente en la misma proporción, y terminará comprendiendo que estas dos fuerzas no son enemigas entre sí. Entonces llegará a una conclusión importantísima: toda pregunta ya trae en sí la propia respuesta.
Aquellas palabras tenían sentido. Arka miraba a Mick de manera intensa, y parecía no haber terminado su explicación: Es el amor. El amor es el puente que une la cabeza al corazón, la fuerza que atrae, que mantiene a los planetas y a las estrellas en sus órbitas. Los científicos llaman al amor “fuerza de la gravedad”.
Arka se incorporó. ¿Tiene algo más que preguntar?
— Sí, yo quiero encontrar la verdad, ¿qué debo hacer?
— Dejar de buscarla. Y mirar a su lado, pues ella está allí.
Como dice un viejo proverbio zen: “Si quieres que las cosas vengan a ti, sal del medio del camino y deja que ellas se aproximen”. (O)