Padres e hijos

Por Paulo Coelho
29 de Abril de 2018

Cuando era joven, mis padres me enviaron a una institución mental en tres ocasiones (1966, 1967, 1968). Las razones de mis archivos médicos son banales. Se decía que yo era aislado, hostil y miserable en la escuela. No estaba loco, pero yo era más bien alguien de 17 años de edad, que en realidad quería ser escritor. Debido a que nadie entiende esto, yo estaba encerrado por meses y alimentado con tranquilizantes. La terapia consistió simplemente en darme descargas eléctricas.

Me prometí a mí mismo que algún día escribiría sobre esta experiencia para que los jóvenes comprendan que tenemos que luchar por nuestros propios sueños desde una edad muy temprana. Cuando presenté en 1998, Verónika decide morir, un libro que era una metáfora de mi experiencia en un manicomio, la prensa comenzó a preguntarme si perdonaba a mis padres. De hecho, no necesitaba perdonarlos, porque nunca los culpé por lo sucedido. Desde su propio punto de vista, intentaban ayudarme a obtener la disciplina necesaria para realizar mis hazañas como adulto, y olvidar los “sueños de un adolescente”.

El poeta libanés Khalil Gibran (1883-1931) escribió el poema Sobre los hijos, el cual expresa magistralmente la necesidad de no sobreproteger a los hijos y de respetarlos en su calidad de seres únicos. Un texto hermoso que celebra la vida:

Tus hijos no son tus hijos,

son hijos e hijas de la vida

deseosa de sí misma.

No vienen de ti, sino a través de ti,

y aunque estén contigo,

no te pertenecen.

Puedes darles tu amor,

pero no tus pensamientos, pues,

ellos tienen sus propios pensamientos.

Puedes abrigar sus cuerpos,

pero no sus almas, porque ellas

viven en la casa de mañana,

que no puedes visitar,

ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,

pero no procures hacerlos

semejantes a ti

porque la vida no retrocede

ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual tus hijos,

como flechas vivas son lanzados.

Deja que la inclinación,

en tu mano de arquero

sea para la felicidad

Pues aunque Él ama

la flecha que vuela,

Ama de igual modo al arco estable.

(O) www.paulocoelhoblog.com

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