El temor a fracasar y sus consecuencias

Por Lenín E. Salmon
04 de Marzo de 2012

Nadie tiene tiempo para un perdedor.  Nuestra acelerada cultura está diseñada para festejar al ganador y pasar a otro tema, por lo que quien intentó algo y falló queda a un costado del camino llorando su pena, muy probablemente solo.  El mensaje que queda en su mente, y en la mentalidad colectiva,  es que si no se está seguro de triunfar es mejor no intentarlo.  El temor al fracaso nos inhibe de actuar  o nos obliga a postergar el intento, perdiendo la oportunidad.  En otras palabras, nos lleva al fracaso.

La historia de la humanidad se ha construido sobre el éxito de quienes perseveraron pese a sus fracasos iniciales, y la herencia que nos dejaron vale tanto en un sentido como en el otro.  No ha habido descubrimiento, invento o producción intelectual que no haya tenido que enfrentar obstáculos, pero justamente el mérito de sus autores radica en su tenacidad frente a la adversidad.   De ellos debemos aprender. 

¿Qué hubiera pasado si Colón se hubiera desanimado luego de recibir varias negativas a la financiación de su proyecto de viaje?  ¿Cuántos niños especiales se han educado o avanzado en su rehabilitación debido a la insistencia de sus padres en exigir su inclusión? ¿Cuántos matrimonios felices existen hoy porque él (o ella) insistió, contra toda lógica, en darle al noviazgo una última oportunidad?

De todas nuestras acciones aprendemos algo valioso:  la reafirmación de que vamos por el camino correcto o la señal de que debemos rectificar.  Ambos resultados nos acercan más a la meta.  La inacción, en cambio, por el temor a fallar, nos mantiene alejados del objetivo.  La sociedad basada en la perfección, en la que solamente se acepta el resultado exitoso, impide una visión a largo plazo, ya que se favorece el logro inmediato en perjuicio de seguir explorando el camino en búsqueda de un resultado de más y mejor alcance.  La respuesta a esta miopía cultural radica en nuestra perseverancia y nuestro amor propio.  No debemos permitir que un fracaso, que al fin y al cabo es solo uno de los variados eventos que produciremos en nuestra vida, adquiera la importancia de representar a todo nuestro yo.

lsalmon@gye.satnet.net

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