Lo peor... y lo mejor
Lo más perjudicial que podemos darle a un hijo es mal ejemplo.
• Lo más duro que le puede pasar es creer que nos ha defraudado.
• Lo más angustiante que puede sucederle es temer que puede perdernos.
• Lo más infame que podemos decirle es que nos ha decepcionado.
• Lo más absurdo que podemos preguntarle es que si es tonto o bruto.
• Lo más injusto que podemos hacerle es responsabilizarlo de nuestras responsabilidades o culparlo de nuestros problemas.
• Lo más angustiante que podemos asegurarle es que “nos va a matar de un infarto”.
• Y lo más cruel que podemos decirle es que no sirve para nada.
• Lo mejor que podemos hacer por el bien de los hijos es darle prioridad a nuestro matrimonio.
• Lo más enriquecedor que podemos cultivar en ellos es un buen corazón.
• Lo más útil que podemos darles son buenas razones para que confíen en sí mismos y en los demás.
• Lo más apropiado que podemos hacer por su bien es permitir que paguen las consecuencias de sus errores por duras que sean.
• La mejor ayuda que podemos ofrecerles es no hacer nada por ellos que puedan hacer por sí mismos.
• Lo más importante que tenemos para ofrecerles es un ejemplo vivo de lo que queremos ver en ellos.
• Lo más productivo que podemos hacer es llenarlos de buenos recuerdos en su infancia.
• Lo más valioso que podemos enseñarles es amarse a sí mismos, amar a los demás, amar la vida y, ante todo, amar a Dios.