Civismo en acción
La formación cívica debe llevar a los niños y jóvenes a participar en el mejoramiento de sus comunidades a lo largo de sus vidas.
¿Cómo ayudar a los niños y jóvenes a ser personas que hagan la diferencia y promuevan la calidad de vida de su ciudad? Viendo al civismo como “pautas mínimas de convivencia social: interactuar con la gente, respetar a la sociedad, el entorno, la tierra”, dice la psicóloga y educadora Malka Goldenberg. Y no es algo puramente conceptual, sino que “es emocionarse por el país y, por lo tanto, actuar”.
Esto incluye el respeto por los símbolos del país, pero abarca también la solidaridad y la aceptación de la diversidad, tomando esta última como riqueza y no como una barrera.
El civismo puede redefinirse como el interés de los jóvenes por la realidad nacional. “No solo enterarse por redes sociales de lo que pasa”, especifica Goldenberg, “sino verificar las fuentes. Formarse un criterio de información para luego actuar”.
La escuela necesita trabajar con la familia y con el niño. En la juventud surgirán otros liderazgos, pero con las bases creadas en la niñez. Eso implica que los padres se den tiempo para interactuar con la escuela.
Los educadores puede valerse, mientras tanto, de una valiosa herramienta: la labor comunitaria. “Incentivar el voluntariado. Compartir alimentos. Usar la tecnología en forma positiva. Ser solidarios con la gente del entorno. Sembrar árboles en su comunidad o en otra que lo necesite”. Tomar parte en la construcción de la comunidad de origen permite crear lazos que permanecen aun a la distancia.
“La responsabilidad cívica es sentirse orgulloso de las raíces. Aunque es importante adquirir buenas y nuevas costumbres, no hay que perder lo que nos identifica”. Las experiencias de intercambio son valiosas siempre que se conserve quien uno es y de dónde se viene, recalca Goldenberg. “A eso llamo civismo”.
Los niños que se forman en hogares donde fomentan el voluntariado preguntan siempre por oportunidades para actuar. Sienten la comunidad como algo suyo y están dispuestos a actuar. Es importante que esta sea una exigencia en la educación “para que los chicos sepan que algo tienen que dejar aquí”, indica Goldenberg, antes de partir tras los propios sueños. Aunque estén fuera, aquellos que tienen raíces fuertes y han invertido emocionalmente en sus comunidades recordarán “que su país existe y que pueden apoyarlo de diferentes formas”. (D. V.) (F)