Conversar y luchar: Con Él es posible
“Dios está mucho más abierto a una conversación de lo que imaginamos; basta solo comenzar el diálogo, y quedaremos sorprendidos con los resultados”.
En uno de mis libros, La Quinta Montaña, el personaje principal se rebela contra los designios de Dios y decide no escucharlo más. Me inspiré en un pasaje bíblico, cuando Jacobo lucha con Dios dentro de una tienda y solo le deja partir después de que Él lo bendice.
Del mismo modo que un joven sano necesita tener la dosis de rebeldía para enfrentarse a sus padres e imponer su leyenda personal, Dios también desea que ejerzamos, en cada minuto de nuestras vidas, el poder de nuestras decisiones. Es muy fácil estar siempre transfiriendo la responsabilidad a los otros (o a Él) solo para después culpar al mundo de la injusticia que nos rodea y del fracaso en nuestro interior. Pero ¿a dónde nos lleva esto? A ninguna parte.
Dios nos escucha. Dios nos toma en serio. Vale la pena recordar aquí otro episodio bíblico en el que esta facultad está claramente descrita:
En el libro del Génesis (18:22-33) el Todopoderoso decide avisar a Abraham que destruirá Sodoma y Gomorra. Abraham no lo acepta: ¿por qué los inocentes deben ser sacrificados junto con los pecadores?
Abraham va más lejos. Dice: “¿Cómo osáis hacer tal cosa, matar al justo junto con el impío”?
Y exige que Dios se comprometa a no destruir la ciudad si allí vivieran cincuenta justos. Dios se compromete, Abraham comienza a regatear, diciendo que sería absurdo, en el caso de que faltaran solamente cinco para formar los cincuenta justos, que Él tomara tal decisión. Dios acepta no destruir la ciudad si allí vivieran cuarenta y cinco justos, o treinta, o veinte, o diez ... Dios acepta cada uno de los argumentos de Abraham y va prometiendo cambiar de idea.
Sabemos que, en la Biblia, Dios termina destruyendo Sodoma y Gomorra, salvando apenas a una familia. Pero, antes de tomar esta decisión, Él estaba abierto al diálogo.
Temer a Dios no significa tener miedo de Dios. Dios está mucho más abierto a una conversación de lo que imaginamos; basta solo comenzar el diálogo, y quedaremos sorprendidos con los resultados.
La reflexión
De Frederick Buechner (The Magnificent Defeat):
“Nosotros ya dialogamos naturalmente con Dios a través de la oración. Rezar es quebrar el silencio. Es la necesidad de reconocer y ser reconocido. El rezo es el sonido creado por lo más profundo de nuestros sentimientos.
“Yo no me estoy refiriendo apenas a los rezos formales que acostumbramos a decir en la iglesia o en el cuarto, antes de dormir. Yo hablo de aquellos vestigios, fragmentos de oración que las personas usan incluso diciendo que no creen en nada, sin siquiera darse cuenta de que están rezando. Algo inesperado sucede y las personas dicen: ¡Dios mío! o “¡Virgen Santa!” y allí hay un rezo, muchas veces oculto, proferido con vergüenza, miedo del ridículo, escondido incluso bajo la forma de blasfemia.
“La oración es un instinto humano de abrirse a aquello que tiene de más profundo. Es imposible evitar ese instinto. De una forma u otra, todas las personas rezan y rezarán desde el comienzo de los tiempos”.
Otro nombre
Un hombre se dirigió a su amigo:
- Hablas de Dios como si lo conocieras personalmente, y hasta supieras el color de sus ojos. ¿Por qué esta necesidad de idear algo en lo que creer? ¿Cómo es que no puedes vivir sin eso?
- ¿Tú tienes alguna idea de cómo fue creado el universo? ¿Sabes explicar el milagro de la vida?
- Todo lo que nos rodea es fruto de la casualidad. Las cosas suceden.
- De acuerdo. Entonces, “Las cosas suceden” es apenas otro nombre de Dios. (O)