Cómo medir los logros de los niños
Se empieza por registrar el primer paso y se llega a utilizar dispositivos para medir sus diez mil pasos diarios. Puede producir lo contrario a lo que se busca: desmotivación.
Tom Sawyer, ese siempre útil ícono de la niñez estadounidense, ciertamente no necesitaba un rastreador de acondicionamiento físico; no tenía caso contar sus pasos, o verificar su ritmo cardiaco en momentos particularmente emocionantes. En su búsqueda de aventuras “ludificó” su propia vida, como diríamos ahora, pero no requería de dispositivos electrónicos.
Pero los rastreadores de acondicionamiento físico y los dispositivos ponibles son un gran negocio en estos días, y los padres tienden a cernerse sobre sus hijos, fascinados por los detalles de sus vidas. Así que no sorprende que haya interés en los rastreadores de acondicionamiento físico como instrumentos para los niños que luchan con problemas de peso, o para familias que tratan de incorporar más actividad física en sus vidas llenas de pantallas, o simplemente como un conjunto más de juguetes electrónicos geniales.
Los rastreadores de acondicionamiento físico, como otras herramientas en línea, plantean dudas sobre temas como la seguridad de datos y la imagen personal. Y como en los adultos, la forma en que los niños y adolescentes reaccionan a los dispositivos ponibles varía.
El ‘yo cuantificado’
“Existe el dispositivo, pero lo más importante es lo que la persona que usa el dispositivo aporta a la ecuación”, dijo la doctora Megan Moreno, profesora asociada de Pediatría y Servicios de Salud en la Universidad de Washington en Seattle, que estudia la forma en que niños y adolescentes usan la tecnología.
En un estudio de alumnos de secundaria y preparatoria a quienes se les dieron rastreadores de acondicionamiento físico ponibles, a muchos les encantaron, contó Moreno, y se apuntaron al desafío de “sé el campeón del día” dando diez mil pasos. Otros dejaron de usar los dispositivos, dijo, porque convertían a la actividad física en una carga.
“Se estresaban con él si no tenían gimnasio ese día o si tenían mucha tarea y no ganaban; se sentían mal consigo mismos”, explicó.
Y luego estuvieron los jovencitos que usaron los dispositivos por un tiempo y simplemente se aburrieron de ellos.
Incluso entre los adultos, que han resultado un mercado dispuesto para los rastreadores de acondicionamiento físico, parece haber mucha deserción. Sin embargo, para muchos adultos, al menos hay interés en la idea de saber lo que el cuerpo está haciendo realmente, cuantificando su actividad, su sueño, su ingesta calórica. Cuando se trata de niños, a muchas personas que estudian lo que ha llegado a llamarse el ‘yo cuantificado’ les preocupan las formas en que este flujo de información íntima pudiera influir en el desarrollo de la imagen personal de un niño o adolescente.
El riesgo es que los niños pudieran sentirse desalentados por la información y que las actualizaciones continuas sobre cómo se están desempeñando realmente pudieran paradójicamente hacerles sentir menos capaces de cambiar sus propias historias.
“Algunas personas se sienten motivadas: ‘Veo que no lo estoy haciendo bien, así que necesito caminar más’”, dijo Amanda Lenhart, investigadora del Instituto de Investigación de Datos y Sociedad en Nueva York. “Otras personas: ‘Nunca voy a alcanzar a mi hermana, así que simplemente me sentaré aquí’”.
Demasiado personal
Los rastreadores cuentan los pasos de la persona y toman su pulso; registran datos sofisticados sobre el cuerpo conforme camina en su vida diaria. Pero ¿dónde se almacenan esos datos? ¿Y quién es dueño de la información? ¿Y cuenta como información médica, sujeta a todas esas protecciones especiales? Los rastreadores de acondicionamiento físico a menudo se comunican con otros dispositivos que incluyen computadoras y smartphones, y almacenan datos en los servidores de sus compañías. Lo que recolectan y almacenan no se trata como información de salud protegida, y hay preocupaciones de que pudiera llegar a los mercadólogos, o a las compañías de seguros.
El mensaje para los padres es que pongan atención en las necesidades y preferencias de sus hijos. La mejor manera de alentar la actividad física es encontrar una actividad o deporte o habilidad que el niño disfrute, y alentar la participación y el placer, el desarrollo y perfeccionamiento de una habilidad. La tecnología ofrece un conjunto cada vez más amplio de herramientas de acondicionamiento físico, junto con un nuevo conjunto de recompensas, problemas y cuantificaciones.
Un dispositivo ponible “ofrece una cifra y algunas luces destellantes”, dijo Moreno. “A los aficionados a los juegos les gustan las cifras y las luces destellantes; algunos niños no responden igual de bien”. No deberíamos mirar la tecnología como una panacea para algo tan complicado como la obesidad, y aunque estos dispositivos y otras estrategias de redes sociales pudieran ser útiles para algunos niños y algunos adultos, nada de esto es sencillo.
“Pienso que tiene que ver con esa naturaleza compleja de cómo interactuamos con nuestros dispositivos, qué historias nos cuentan, qué tipo de datos, qué tipo de información”, dijo Moreno. “Y luego, qué tipo de historias nos contamos a nosotros mismos sobre nuestra relación con esa tecnología”. (F)