Etiqueta desde pequeños
Ser cordiales, amables y gentiles son cualidades que se pueden formar en los niños desde su edad más temprana.
Nadie quiere escuchar que su hijo es ‘maleducado’ cuando hace algo aparentemente reprochable en frente de los demás. No es que solo importe fuera de casa, pero es más notorio y nos hace cuestionar su manera de comportarse y dirigirse en la vida y con los demás.
“Los modales son una manera de ser conscientes y sensibles hacia los sentimientos y necesidades de los demás. No solo se trata de saber qué cubiertos usar”, dijo alguna vez Emily Post, gurú de la etiqueta en la década de los 20.
Entonces, la palabra clave es la concienciación. A partir de los 18 meses, un niño empieza a entender que las otras personas tienen sentimientos al igual que ellos y, por tanto, es el momento perfecto para enseñarles que sus acciones afectan a otros. Pero eso suena más fácil decirlo que hacerlo. Aquí, 5 pautas que pueden ayudarlos.
Los modales son hábitos
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“Comportarse cordialmente es un estilo de vida, no accesorio para llevar a una boda o un restaurante elegante”, señala Robin Thompson, fundador de una escuela de etiqueta en Illinois y creador de la web etiquette-network.com.
“Es importante empezar lo más pronto posible, para que se convierta en una actividad que el niño haga de forma automática, dentro y fuera de casa”.
Cortesía y desarrollo social
Una conducta cortés mejora las habilidades sociales del niño. Los pequeños que no aprenden modales desde una edad temprana se encuentran en desventaja con sus pares.
Mientras que los chicos no se ofenden fácilmente cuando otro no dice “permiso” o “perdón”, sí tienden a alejarse de aquellos que no saben esperar turnos o compartir, por ejemplo. “Uno no mandaría a su hijo a la escuela sin un refrigerio saludable”, menciona Sheryl Eberly, autora del libro 365 modales que los niños deberían saber. “Así que enviarlos al mundo sin buenos modales es igual de problemático”.
Aprendizaje de toda la vida
Aprender cordialidad y cortesía es para toda la vida. “No sucederá de la noche a la mañana, y los padres necesitan mucha paciencia”, resalta Eberly.
Puede empezar por un gesto o una expresión al mes, por ejemplo, como enseñarle al nene de 2 años a decir “hola” cada vez que otra persona lo salude o se refiera a él. Elogiarlo cada vez que lo haga facilitará el proceso.
Es igual de importante tener sus expectativas a raya, a cada edad el niño lidia con una serie de nuevas habilidades que busca dominar. Ese mismo infante de dos años tal vez no podrá hacerle reverencias al pariente más mayor de su familia en la cena de Navidad, pero es suficiente con que pueda saludarlo a su llegada y mantenerse sentadito en la mesa por un buen tiempo. Valórelo.
Ejemplo de padres
La conducta de los papás también es vital en este aprendizaje. “Eso significa que cuando uno de los dos pida que le pasen la sal, debe decir ‘por favor’ y ‘gracias’”, explica Eberly.
Pero incluso va más allá de las palabras. Piénselo así: ¿Cómo se sentiría si su pequeño le hace una mala señal a un compañerito de juegos cuando le cierre el paso a su triciclo? Si la idea no le fascina, entonces lo mejor es que cuando usted conduzca su carro tampoco lo haga. Las expresiones inapropiadas de ira también son groseras y maleducadas.
La consistencia es importante
Adquirir buenos modales toma mucha práctica y esfuerzo, asegúrese de que usted, su pareja, y las personas a cargo del cuidado de los niños incentiven y desestimulen estos comportamientos.
Si su esposo permite que el menor juegue a lanzar la comida, y usted no, él no sabrá qué se espera de él. parents.com