El día de la raza
“¡Tierra, tierra!” fue el grito de Rodrigo de Triana, un día como hoy, en 1492. La historia nos recuerda que el gran Cristóbal Colón zarpó desde Puerto de Palos, en España, junto a los hermanos Pinzón, (no Pinzones) en La Pinta, La Niña y la Santa María. Sí, ya todos sabemos que esa travesía cambió la historia en este planeta.
Esto significa que hoy hay fiesta en todos los confines de este continente, donde se celebra el Día de la Hispanidad. Así se conoce el desfile que realizan nuestros hermanos hispano-parlantes, en la ciudad de Nueva York (EE.UU.), donde orgullosos caminan haciendo flamear nuestra bandera.
Pero como en casi todo, hay criterios diversos. Unos dicen que la resistencia indígena no permitió que saliera todo el oro que mantenían en las huacas. Otros sostienen que gracias a la decisión y arrojo del gran almirante Colón se cambió el rumbo de la historia de la humanidad.
Sea como fuere, abordar este tema entre amigos impone una demostración de respeto por la diversidad cultural originada en el encuentro de estos dos mundos.
• Hay que eludir comentarios que puedan tener un tinte racista. Si por ahí se le deslizó alguna expresión que podría molestar a alguien, no dude en presentar sus disculpas. La decencia humana básica impone que así sea.
• Es mejor evitar frases como “indio tal por cual” o “negro vago”. Piense que “El que no tiene de inga, tiene de mandinga”, como nos decían las abuelas. Aborígenes, indígenas, mestizos y criollos, todos somos lo mismo: un conjunto de elementos que conformamos la raza humana.
• Si compartiendo una reunión escucha términos como “ayampaco, jucho, bala barbuda esmeraldeña o ensumacao de mariscos”, no ponga cara de “¿Qué es eso?”. Es posible que no sean vocablos de su diario vivir, pero se impone una buena dosis de respeto para los afrodescendientes.
• Si no le parece lindo ni el anaco ni las alpargatas, no tiene que hacer ni el más mínimo esfuerzo por decir algo para agradar. A los amigos se los acepta como son.
• Los amigos no discuten; conversan, dialogan, estén o no de acuerdo en el tema planteado. Lo importante es que no haya fricción. Por eso es que se dice que en un buen nivel social no se debe hablar ni de política ni de religión.
Procure que su conversación se convierta en un momento agradable, no en una lucha encarnizada. Solamente así lo pueden volver a invitar.