En la clase de yoga
Sentada en el piso, en posición de loto, junto a mi amiga Verónica Albán, recibía las instrucciones para el parto sin dolor. Han pasado más de tres décadas cuando la doctora Eufemia Guamán, instructora de la materia, nos guiaba en esta nueva experiencia: “respire profundo… inhaaaale… exhaaale…”.
Aprendimos que la respiración rítmica puede controlar la intensidad de las contracciones y que un estado de paz y tranquilidad dejaba de lado ese terror de que “hay que parir con dolor”. Meses después nos estrenábamos como madres sin angustias ni ansiedad.
Esta antigua disciplina, que “se pierde en la noche de los tiempos”, ya está considerada como una ciencia de absoluto beneficio para la humanidad. No hay distingos de edad, sexo, condición o latitud.
Si va por primera vez a una clase de yoga:
Debe ingresar a la sala solamente después de dejar apagado su teléfono celular. No está permitido mantenerlo en silencio y ponerse a chatear en medio de la clase. El respeto es lo primero.
La música ambiental mantiene una atmósfera pasiva, por lo tanto, no hay necesidad de usar audífonos.
Vaya desprovista de alhajas, con ropa cómoda y sin pretensiones. Se trata de aquietar la mente, no de exponer los atributos.
Si le gusta la salsa-choque, aquí no la va a encontrar.
No se esfuerce por estirarse como lo hacen otros. Esto no es para competir, la elasticidad llega con la práctica. Como en la vida misma, no se compare.
Evite conversar en clase, concéntrese en las instrucciones del profesor; el desarrollo es individual.
¿Qué quiere hacer: tantra o kriya yoga? Me parece escuchar la voz de Danny Lebed: “Poco a poco le entra el agua al coco”.
Uno de los principios de la tradición yóguica es el bienestar basado en la no violencia, por eso nos enseñan que debemos vivir en armonía. Cuide sus expresiones.
¿Quiere tener una vida de paz y tranquilidad? Practique yoga. ¿Está desencantado de la vida política, laboral o amorosa? Haga yoga. ¿Quiere vivir con una generosa ración de felicidad? Ejercítese en yoga. Aunque no tengo cómo demostrarlo, esta práctica es la panacea de la vida. (O)