Entrenamiento en casa
Isabela nos escribe solicitando orientación. Dice que a sus veinte y siete años ella es “madre de sus dos hermanos menores” porque desde hace seis años, doña Julia, su mamá, está en España. Refiere que a sus hermanitos no les falta nada porque su mamá nunca se ha despreocupado y envía continuamente los valores para el sustento.
Destaca en su comunicación, que Juan Pablo, con doce años ya habla tres idiomas, español, inglés y francés. Y que como es muy buen estudiante siempre lo están invitando sus compañeros, pero que ella tiene preocupación porque está consciente de que le falta saber cómo comportarse en la mesa.
Hace bien Isabela en preocuparse por esos detalles, porque es precisamente en la mesa donde se manifiestan las normas de buena formación. Para eso, vamos a iniciar una especie de programa de entrenamiento en casa, para que así, el futuro políglota vaya por el mundo haciendo gala de sus dotes culturales y sobre todo, de buena educación.
• No permita nunca que nadie se siente a la mesa con el torso desnudo. ¿Que se “muere” de calor? No hay ninguna justificación para aceptar este desparpajo. Simplemente, no. A la mesa, bien vestido, bien peinado y con las manos limpias.
• Si por razones de su trabajo no le es posible supervisar a diario la forma de comer de sus hermanitos, destine un día a la semana, puede ser el sábado, donde todos comparten y están conscientes de que es una especie de entrenamiento, que les permitirá estar más cómodos y seguros, cuando son invitados a las casas de sus compañeros.
• Recuérdeles que no se sopla la sopa, ni la crema ni el consomé. Tampoco se hace ruido sorbiendo los líquidos desde la cuchara. Es de muy mal gusto y esto sí que molesta a los compañeros de mesa.
• A los doce años ya no les puede seguir cortando la carne. Ellos deben tener autonomía para hacerlo y saber que la carne se corta, no se rasga.
• En platos como arroz con menestra, guatita o cazuela, no se hace un revuelto de todo desde el principio. Se va mezclando de a poco, según se avanza en la comida.
• Si el líquido acompañante es agua y está en una jarra, le corresponde a la dueña de casa servir en cada vaso. Dígale que no pida nada que no esté en la mesa.
• Que no mastique hielo. Esto produce un ruido francamente desagradable.
• Que la servilleta de papel no se pone en el regazo y que agradezca antes de ponerse de pie. (O)