Sin Hamlet: un martini
En la historia de la cinematografía mundial, la película de mayor número de versiones podría Motivada por la presencia de este título, presentado ahora en la versión de microteatro, busqué a dos parejas de amigos para ir a la sala ubicada en la ciudadela Miraflores, en Guayaquil.
Me habían dicho que es una sala pequeña, con capacidad para veinticinco espectadores, que la obra dura quince minutos y que la posibilidad de presenciar los otros trabajos actorales, igual de cortos, se puede decidir en el mismo sitio.
Al llegar, tristeza y desilusión: la sala estaba copada, no había un solo lugar para nadie más. Pero si lo vemos con otros ojos, esto habla muy bien del desarrollo cultural en la ciudad, es evidente que hay interés.
Cambiamos entonces la ruta literaria del insigne Shakespeare por la gastronómica. Llegamos a un lugar donde lo primero que nos ofrecen es una bebida. Pedimos martini, pero mientras la mirada del mesero divagaba en algún lugar de la estratósfera, mi ángel guardián me recordó el peligro de ingerir un contenido tan fuerte sin la protección de ningún alimento.
En fracción de segundos, una mano aventurera metía los dedos sucios en el recipiente donde están las aceitunas. ¡Dios mío! La contaminación cruzada en toda su expresión. Una elegante pero iracunda señora reclamó por la intromisión. Así nacieron estas líneas:
• En toda barra bien provista hay recipientes que contienen un mix de frutos secos, esto es nueces, almendras, pistachos, macadamias, pasas, arándanos o maní. Si usted desea uno de uso exclusivo, puede solicitarlo, el bartender está en la obligación de atender este pedido.
• No meta la mano en los recipientes donde están las cerezas, aceitunas, frutillas o rectángulos de piña. Esto es parte del trabajo previo que todo bartender profesional realiza antes de la atención al público.
• En todos los bares del mundo se estila dejar como propina un dólar por cada trago que se pide en la barra.
• No hay obligación de dejar propina si se adquiere una botella para llevar a otro sitio, como si fuera una compra en el supermercado.
• El bartender debe tener su nametag visible, igual que el mesero. Ese letrerito con su nombre es mandatorio en la atención de la “industria sin chimeneas”; complementa su uniforme.
• Cada bebida debe llegar acompañada de una servilleta.
• Es de buen gusto poner caramelos de menta, anís, canela o jengibre.
Mateo, Mateo, ¿dónde estás? Que no te veo… ¡Nooo! Es Romeo…