Alerta a los trabajólicos
Las personas que trabajan en exceso pueden llevar a los extremos de perder el control de sus vidas.
Trabajar más de catorce horas diarias, no poder dormir, tener ojeras, molestia en el estómago y sentir cansancio son los síntomas que padeció hace más de un año un médico veterinario guayaquileño que había caído por el exceso de trabajo en un estado de ansiedad y mucho estrés.
“Eso me sucedió en los últimos meses del año especialmente en Navidad y Año Nuevo. No podía parar de trabajar, me había convertido en un trabajólico, sobre todo por mi responsabilidad con las mascotas. Hasta que ya no pude más y tuve que visitar a varios médicos para que me dijeran qué tenía. Mis exámenes no indicaban nada anormal, estaba aparentemente saludable”.
Le recomendaron acudir a un psiquiatra, quien le prescribió medicina lo que permitió que sus síntomas desaparecieran, además le pidió que parara de trabajar por un tiempo y cambiar su estilo de vida. Eso hizo. Se tomó dos meses de unas merecidas vacaciones.
“En marzo de este año regresé a mis actividades laborables con más calma, busqué a un asistente para que me ayudara en la atención a las mascotas y desde ahí presté más atención a mi vida personal, sobre todo a descansar las horas necesarias y a disfrutar de mi tiempo libre. Ahora estoy muy feliz y relajado”.
Lo que le sucedió a este médico veterinario no es un caso aislado. A Sandra, de 40 años, le ocurrió también hace dos años. Ella trabajaba en ventas y su sueldo era bajo, pero sus necesidades muchas. “Tuve que trabajar más de trece horas al día para tener más dinero y poder hacer las compras navideñas. Los regalitos para mis hijos no podían faltar. Sin embargo, me agoté mucho, no podía dormir solo de pensar en que tenía que trabajar más y más. Incluso, me pasaba en la madrugada haciendo cuentas y esto me provocó ojeras”.
Lo que más le molestaba, recuerda, era tener que soportar por años la gran cantidad de tráfico en el centro de la ciudad, en especial por la Bahía, un sitio muy cercano a su trabajo. Esto, sumado a la gente que hace compras y siempre anda distraída casi atropellando.
Sandra, asegura, entró en un estado de ansiedad que le duró año y medio. Por ello terminó con terapia psicológica, además de medicamentos recetados por un médico naturista. Ahora, dice, ha bajado el ritmo laboral, porque no podría soportar una vez más trabajar por largas horas.
Así como los entrevistados, hay muchas personas que también trabajan en exceso, y no solo en épocas de Navidad y Año Nuevo, sino durante todo el año. Según la psicóloga clínica Glenda Pinto, experta en recursos humanos, las personas que no paran de trabajar son consideradas trabajólicas o adictas al trabajo. Término derivado del nombre original en inglés workaholic.
No hay, dice, una definición médica para tal condición que está emparentada con el “síndrome del quemado” o burn out. Sin embargo, algunas formas de estrés y desórdenes de personalidad obsesivos-compulsivos pueden estar relacionados con el trabajo.
Mario del Líbano, investigador de la Universidad Jaume I de Castellón, en España, en una entrevista concedida a la revista Psicothema del mencionado país, indicó que ser trabajólico es un concepto negativo, ya que a mayor adicción existe una menor felicidad y una peor percepción de la salud que tienen estas personas.
“Es gente que no puede dejar de trabajar y que si lo hace se siente ansiosa y culpable. No sabe qué hacer si no tiene trabajo y se asegura tener siempre algo pendiente para poder mantener esta actividad de forma constante”.
Los trabajólicos, explica Pinto, van perdiendo estabilidad emocional y se convierten en adictos al control y al poder, en un intento por lograr el éxito. Buscan primordialmente eludir los asuntos no resueltos en su vida. Se trata de una manifestación de carácter obsesivo que encuentra en el trabajo un objeto de escape.
Tampoco, refiere, admite que lo suyo es un problema. Se excusa diciendo que es alguien muy responsable. Autoelogia su dedicación y piensa que quienes no actúan como él lo hacen por flojera. Defiende su manera de comportarse como si fuera una virtud y cree que si es objeto de críticas, se debe a que los demás son perezosos.
¿Cómo se puede rehabilitar a un trabajólico? Coméntenos
Mecanismo de defensa
Trabajar en exceso, dice la psicóloga, constituye un mecanismo de defensa. Muchos trabajólicos recurren y se refugian en interminables actividades laborales con el fin de no pasar con la pareja, dedicar tiempo a sus hijos o someterse a la resolución de conflictos familiares. También pueden caer en crisis familiares, divorcios y distanciamientos.
Asimismo, las parejas y los familiares del adicto se hunden en la desesperanza, porque no es muy fácil suprimirle su actividad, ya que quitarle el trabajo equivale a privarlo de sus ingresos, de su sustento y más aún de su sentido de ser. Y en el caso del hombre, de su “rol de proveedor”, lo cual lo desestabiliza más, pues de manera inconsciente lo relaciona con su hombría.
Escaparse de los problemas personales mediante el trabajo excesivo es igual a hacerlo con otros elementos como las drogas o el alcohol. Es por eso por lo que cuando se habla de adicción al trabajo hay que tomarlo muy en serio, porque debe ser controlado, a pesar de que en nuestra sociedad ser trabajólico sea considerado casi una virtud.
Horas de trabajo
Un estudio publicado a inicios del 2014 en la revista internacional Journal of Managerial Psychology realizado a 180 emprendedores reveló que estos son más propensos a la adicción al trabajo con jornadas que superan las 50 horas semanales y la extensión a su tiempo libre de actividades relacionadas con el trabajo.
La investigación fue realizada por el equipo de Juan Antonio Moriano, profesor del departamento de Psicología Social y de las Organizaciones de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en España, e investigadores de la Universidad Erasmus de Rotterdam (Países Bajos).
Una persona trabajólica, dice Pinto, no solo labora ocho horas por día, sino hasta quince, aunque no todas están expuestas a sufrir este trastorno. Se podría decir que afecta más a los hombres que a las mujeres. “Pero dados los cambios socioculturales de la última década, cada vez hay más mujeres con esta adicción como resultado de su presencia en el mundo laboral. Ellas pertenecen a la clase media, tienen entre 35 y 50 años de edad y poseen especialmente cargos de jefaturas”, asegura Pinto.
Además, refiere, entre los profesionales que más frecuentemente padecen de esta adicción están médicos, abogados, periodistas, vendedores y los ejecutivos de grandes multinacionales. Aunque se la puede encontrar en casi todas las profesiones u oficios.
Centro de su vida
Para un trabajólico, dice Pinto, su actividad laboral es el centro de su vida, restándole importancia a todo lo demás, incluida su familia, el ocio y la vida social.
Las investigaciones también revelan que el trabajólico termina siendo antes que una ayuda, un gran problema para la empresa que lo emplea. Sus compañeros consideran su afanosa actividad como excesiva y lo empiezan a ver como “una amenaza”.
Con frecuencia, dice, empiezan a atribuirle calificativos como “perro” o “lame botas” con el afán de ridiculizarlo y a apartarse o tomar distancia de esa persona, lo que el individuo percibe como hostilidad, que en la mayoría de los casos lo desestabiliza aún más o quizás no llegue ni a notarlo, dependiendo de lo individualista que sea.
Dejar de trabajar
Según Pinto, lo primero que debe hacer el trabajólico, como en cualquier adicción, es reconocer que tiene un problema con su relación con el trabajo, lo cual no es algo que se le haga muy fácil porque el mismo entorno no tiene claros los límites entre una persona trabajadora y otra que es trabajólica. De ahí que el apoyo familiar y de amigos cercanos sea tan importante para acceder a una psicoterapia.
“El reconocerse y el procurar el autoconocimiento en cuanto a necesidades y también a los límites para llevar una buena calidad de vida son parte de los beneficios de una terapia psicológica”. (S.M.de.C.)
Prevenga esta adicción
Los amantes del trabajo deben tomar en cuenta las siguientes recomendaciones para prevenir este síndrome:
• Respete los tiempos: Es vital que seamos capaces de respetar nuestros tiempos de descanso. Cuando se está con mucho trabajo, tendemos a dejar de lado el almuerzo o decidimos quedarnos hasta muy tarde en nuestro escritorio. La jornada laboral es extensa, por lo que es necesario organizarnos y tomar los descansos necesarios para que nuestro organismo tenga el respiro necesario.
• Póngase límites: Debemos entender la importancia de dejar fuera de nuestra casa los problemas relacionados con el trabajo. Una forma de mantener la distancia es apagando el celular cuando termine tu jornada o dejando las tareas pendientes lejos de su hogar.
• Tenga una actividad de flow (flujo) o relajante: Si lo que busca es el bienestar en nuestra vida, necesitamos tener una actividad que nos permita botar tensiones y distraernos de los problemas. Hay quienes prefieren las actividades físicas, otros hacen manualidades o leen, sin importar lo que hagamos, lo importante es realizar una actividad que nos haga sentir mejor con nosotros mismos y más motivados.
• Desarrolle sus habilidades sociales: Cuando mantenemos buenas relaciones con nuestros compañeros de trabajo tendemos a aumentar nuestra energía y eficiencia. Además, nos entregan sensación de compañía y apoyo en momentos de ansiedad.