Aprendiendo en la tercera edad
Los adultos mayores que estudian o realizan una actividad nueva o diferente se mantienen más activos y con un cuerpo sano.
La edad avanzada no impide seguir aprendiendo, estudiando o realizar los sueños no cumplidos en la juventud. Sería un error pensar lo contrario.
Leonard Cohen, poeta, novelista y cantante canadiense, de 77 años, es un ejemplo. No solo decidió ser un monje budista a los 62 años, sino que a sus 73 regresó a los escenarios a expresar su música en una gira mundial.
Para muchos de nuestra sociedad occidental decir ”viejo” es un insulto o una forma de expresar desprecio o por lo menos limitación severa.
Por eso algunos adultos mayores, es decir aquellos que sobrepasan los 65 años, pueden encontrarse respondiendo programadamente ante tan injusto prejuicio que genera condicionamientos y severas limitaciones.
Ese era el caso de Elida Márquez Ramírez, de 62 años. Ella temía inscribirse hace cuatro años en la Facultad de Derecho de la Universidad de Guayaquil.
“Pensaba que podía ser rechazada por ser una persona mayor. Pero cuando me acerqué a preguntar sobre la carrera en la secretaría de la facultad y expuse mi temor, me dijeron graciosamente que no me preocupara, porque iban hasta ancianos con bastón”.
A Elida le faltan dos años para ser abogada y le gustaría ejercer, aunque su mayor satisfacción es cumplir su sueño de ser una profesional, algo que no puedo cumplir de joven por ser padre y madre para sus hijos.
Ella está convencida que cualquier adulto mayor puede estudiar cualquier carrera, idiomas, música, arte, entre otras, aunque a veces las enfermedades retrasan un poco el aprendizaje. “Yo sufro de hipertensión arterial y, en ocasiones, me pongo muy nerviosa, pero después se me pasa”.
Según el neuropsicólogo Eduardo Santillán Sosa es verdad que la memoria inmediata comienza a disminuir con la edad, pero la ejercitación mental mediante la gimnasia cerebral, mejora la dinámica del cerebro y como consecuencia se generará una mayor capacidad analítica, de resolución de problemas, tomas de decisiones y se incentivará por dicho ejercicio a recordar información de largo plazo histórica.
Entonces a toda persona incluyendo a los adultos mayores le conviene ejercitar su mente mediante la lectura comprensiva, el desarrollar resúmenes, efectuar crucigramas, sopas de letras, geniogramas, sudokus, armar rompecabezas, aplicarse en juegos de buscar semejanzas y diferencias, buscar los significados de las palabras en diccionarios o comparar términos de sinónimos y antónimos.
Incluso si es diestro efectuar actividades sencillas con la mano zurda o viceversa o patear una pelota con la pierna menos diestra. O cerrar los ojos y caminar por la casa, bailar, pintar.
“El estímulo constante que recibe nuestro sistema nervioso central mediante la activación de nuestra capacidad de aprender, dinamiza la plasticidad cerebral que se encarga de realizar las interconexiones entre las neuronas”, dice Santillán.
Por ello, el estudiar constantemente debe ser parte de la vida diaria. Potencia nuestras capacidades dado que el cerebro, como los músculos, se desarrolla con mayor intensidad cuanto más se ejercita. A más de lo indicado, agrega, la interrelación entre los adultos en edad media, adultos mayores y personas jóvenes, es enriquecedora.
Mente más rápida
El aprendizaje constante en los adultos mayores hace que su mente esté más rápida porque el Sistema Nervioso Central (SNC) al activarse con mayor intensidad incide favorablemente en los otros sistemas orgánicos, tales como el inmunológico, cardiaco, respiratorio y en el sistema digestivo.
El neuropsicólogo cree además que ayuda a prevenir enfermedades mentales como las demencias, a reducir la depresión, a recobrar los roles sociales, a mejorar la calidad del envejecimiento y el estar más activo físicamente.
Soledad Ramírez Manrique, quien es máster en educación, también considera que si bien en las personas de la tercera edad los procesos psíquicos se hacen más lentos a causa de la merma neuropsicológica manifestada con trastornos de memoria, las alteraciones en el pensamiento o la percepción, son superados por el interés y la motivación que pueden tener para el aprendizaje.
Las investigaciones científicas más recientes han determinado que las personas pueden retener cerca del 98% de sus capacidades mentales hasta los 80 años siempre y cuando en ellas no existan deterioros físicos. Los estudios también demuestran que los apoyos y estímulos pueden impulsar el desarrollo continuado en ellos.
Aunque todo ser humano experimenta cambios físicos y mentales a medida que en él se desarrolla el fenómeno del envejecimiento, Ramírez asegura que no ocurre lo mismo con la educación. Está plenamente demostrada la hipótesis de que en el ser humano se conserva casi intacta y de una manera permanente, la facultad de adquirir nuevos conocimientos, es decir, el hombre puede aprender en cualquier etapa de su vida.
El desarrollo físico del individuo llega a su máximo aproximadamente a la edad de treinta años, pero el crecimiento de la mente humana parece no tener límites. Muchos adultos de la tercera edad cambian cada vez más sus empleos y profesiones y continúan progresando de muchas maneras especialmente cuando reingresan al sistema educativo.
“Ellos reingresan al proceso educativo con expectativas para aprender cosas nuevas, pero también trae, conjuntamente, intereses, necesidades, inquietudes, objetivos y metas personales”, asegura.
Mejoran calidad de vida
Las personas de la tercera edad que están dispuestas a matricularse en alguna universidad, curso o taller donde pueden cantar, bailar, entre otros, según Santillán son proactivos (se activan en pro de ser mejores), innovadores, valientes, emprendedores y responsables de sí mismos ante los demás.
Lo hacen simplemente porque desean ser mejores, más diestros, activos, aportantes y útiles. También quieren mejorar su calidad de vida, aspiran a incrementar su autoestima, modificar su estatus de pasivos a activos o desean sentirse vivos y desarrollarse.
Al regresar a estudiar, es decir a aprender y descubrir, la persona obtiene placer, mucho más cuando puede tener contacto con otras personas que se encuentran incursos en la aventura de estudiar y cultivar la amistad intergeneracional que beneficia a todos los sectores: adolescentes, jóvenes adultos, adultos de edad media y mayores.
Asimismo el geriatra Aldo Guevara D’Aniello considera que el estudio en los adultos mayores permite tener respuestas rápidas a los problemas incluso domésticos y hacer uso concientemente de la experiencia, aplicando el aprendizaje con oportunidad.
También el tono del humor se eleva y se integran mejor a su medio ambiente, puesto que ello da una comprensión de diversas situaciones ajenas a su entorno. Es una inigualable válvula de escape a la rutina.
Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que la salud es el completo bienestar físico mental y social y no solamente la ausencia de enfermedad. Por eso, agrega Guevara, quien se encuentra ocupado no tiene tiempo para pensar en males físicos, espirituales o déficits económicos.
Por último sostiene que se alarga la juventud de la mente, es decir, ese límite para mirar el mundo que lo rodea y disfrutar lo que la tecnología, las ciencias o las artes ofrecen en su avance incontenible. “Disfrutar en el sentido pleno de la palabra, con el asombro que ello produce y la emoción de ser testigo de un logro de la humanidad”.
Múltiples beneficios
El geriatra Aldo Guevara también indica otros beneficios que adquieren los adultos mayores si continúan estudiando:
• Se actualizan en conocimientos e información.
• Tienen una mejor integración a su círculo social o familiar.
• Se eleva la autoestima.
• Adquieren sentido de poder ser parte o de lograr cualquier cosa. También sentido de solidaridad con sus contemporáneos y de plenitud y vitalidad.
“Estudiar constantemente debe ser parte de la vida diaria. Potencia nuestras capacidades dado que el cerebro como los músculos se desarrolla con mayor intensidad cuanto más se ejercita”.
Dr. Eduardo Santillán