¿Cómo es ser padre después de los 50?

La edad suele traer consigo estabilidad emocional, fuerza psicológica y seguridad financiera.

Reiner Kuhn veía con cierta preocupación que fuera a ser padre otra vez a los 55 años. Se preguntaba si su cuerpo lo iba a soportar, si iba a tener suficiente paciencia para encarar una vez más semejante tarea... Tenía miedo de estar de pronto ante un bebé que durmiera poco y llorara mucho y no poder sobrellevarlo a su edad.

Hoy, que su hija tiene 6 años, recuerda que cuando Katharina nació esos temores no se confirmaron. Incluso dice que esos primeros meses no fueron más agotadores que con sus hijas anteriores, que nacieron cuando él tenía 30.

“Cada diez años por mi casa gatea un bebé, y para mí no hay nada más hermoso”, dice Reiner. ¿Que si quiere tener un poco de tranquilidad, menos trabajo, dedicarse a viajar o tener tiempo solo para él? No, nada de eso. Asegura que por el momento no le interesa y que prefiere pasar su tiempo libre con la pequeña.

Hay otros que se preguntan si ser padre entrados los años puede llegar a ser egoísta. ¿Es bueno ser padre a una edad en la que otros ya son abuelos?

Cualquiera puede ser un buen padre, tenga la edad que tenga. Además, “los padres mayores suelen tener más experiencia de vida y tomarse las cosas con más calma en el contacto con sus hijos”, observa el terapeuta de familia Bjorn Enno Hermans. Lo importante, dice el especialista, es no adoptar el papel de un abuelo. “El padre no debe ser más permisivo, ni malcriar al niño”, advierte.

Al mismo tiempo, es necesario saber que los pequeños no son adultos en miniatura. La asesora pedagógica Dana Mundt dice que a veces los padres mayores esperan demasiado de sus hijos. “A los niños hay que tratarlos como niños”, insiste, aunque alentarlos en el aprendizaje requiera de paciencia.

Reiner no tiene la sensación de ser más permisivo con la menor que con la mayor. Por supuesto, reconoce que se maneja con más experiencia y, en consecuencia, con mayor serenidad, pero también se describe como un padre tranquilo en todas las etapas. No obstante, admite que sí notó un cambio al ser papá de Katharina. Hizo cálculos que no había hecho ni pensado al tener sus otras hijas. Pensó: cuando Katharina sea adolescente, yo tendré 70. “Y entonces, ¿estaré a la altura de las circunstancias?”.

Según Herman, si el padre puede trepar a un árbol o no, no tiene por qué ser un factor decisivo para la crianza. Lo importante es saber qué cosas uno no puede aportar y en todo caso compensarlas, hacer que el niño “juegue al fútbol con un tío o un amigo de la familia”, por ejemplo.

Herman es un poco drástico, pero le quita el velo a un tabú: los padres que eligen tener un hijo entrados los años deben saber que el tiempo que compartirán con ellos será limitado y tienen que poder vivir esa verdad con mucha serenidad.

Los niños no suelen pensar estas cosas, incluso siendo jóvenes adultos. Suelen tomar conciencia solo cuando comienzan a escuchar comentarios extraños de otros. Pero antes de eso les resulta obviamente de lo más normal que su padre sea quien es y tal cual es.

La niña de Reiner, quien hoy tiene 6 años, se vio confrontada por primera vez con uno de estos comentarios hace poco, al estar jugando en la plaza. Alguien le dijo: “Mira, ahí viene tu abuelo”, y ella respondió muy tranquila: “No, es mi papá”. Y punto.

Hermans dice que eso es justamente lo mejor. Tomar todo con naturalidad y, al mismo tiempo, hablar de todo. “Los niños se comparan mucho con los demás”, explica, y por eso está bien poder hablar con ellos. El modo dependerá de la edad de los pequeños, pero siempre es bueno encontrar las cosas con formulaciones positivas.

Bien se puede decir: sí, para tu mamá y para mí tener una familia era muy importante y teníamos muchísimas ganas de que estuvieras aquí.

Los padres mayores suelen tener más experiencia de vida y tomarse las cosas con más calma. Lo importante es no adoptar el papel de un abuelo. El padre no debe ser más permisivo, ni malcriar al niño”.
Bjorn Enno Hermans

Fuente: DPA.