Habilidades para los estudiantes del siglo XXI
Las materias tradicionales (Matemáticas, Lenguaje, Geografía, Ciencias) resultan fundamentales para cualquier pénsum educativo, pero el alumno de hoy necesita más herramientas para triunfar.
Durante la instrucción formal aprendemos a escribir con buena puntuación, manejar una computadora, ubicar en el mapa una ciudad o país, hallar una raíz cuadrada... Sin embargo, el Foro Económico Mundial reconoce que hay una brecha entre lo que sabemos y las habilidades que realmente necesitamos aprender para prosperar.
El reporte Nueva Visión para la educación: Fomentar el aprendizaje emocional y social, elaborado por el ente, puso el foco en los conocimientos con los cuales el sistema educativo debería equipar a sus estudiantes para que, a futuro, puedan progresar en diversos campos, especialmente en el laboral (ver infografía).
En ese sentido, el informe enfatiza en la importancia de la enseñanza social y emocional (SEL, social and emotional learning), como la base para formar individuos más colaborativos, comunicativos e inclinados a resolver problemas. Estas cualidades, en combinación con los saberes básicos (lectoescritura, matemáticas, ciencias, finanzas, tecnología de comunicación e información, entre otras), formarán estudiantes integrales más exitosos en esta sociedad competitiva que evoluciona rápidamente digital y económicamente.
El informe concluye que la SEL conduce a la realización educativa y potencialmente trae beneficios a largo plazo, como mayores tasas de empleo.
Sentimientos pilas
La inteligencia emocional se refleja en el manejo de las emociones hacia cualquier situación en el aula o al aprendizaje: a mayor nivel de dificultad, mayor es la frustración y tensión. De no poder controlar esas emociones, algunos estudiantes podrían sentir rechazo a nuevas actividades por temer al fracaso.
Por ello, la educación en este rubro tiene que empezar temprano, resalta la educadora Mariana Hi Fong de Camchong, directora de Blossom Centro Familiar y coordinadora de la maestría de desarrollo temprano de la Universidad Casa Grande.
“El manejo emocional es un apoyo al desarrollo de la personalidad integral del niño. Nuestro sistema educativo es estresante para el estudiante y esto no lo deja aprender. Controlar sus emociones le permite mejorar su comportamiento, le ayuda a poner atención y a trabajar con el otro, lo motiva a ser responsable de sus tareas y a desarrollar su autoestima”.
Para manejar las emociones en las clases existen una serie de dinámicas que varían de acuerdo con los grupos de edad. En los menores de 6 años se empieza a enseñarles a interpretar las expresiones del rostro y verbalizar sus sentimientos mediante juegos, videos, cuentos y canciones.
En la primaria, los profesores animan debates empleando videos y planteando preguntas sobre lo visto. Los escolares más grandes pueden conversar de los sentimientos negativos y cómo les afecta. En la secundaria, en cambio, se recomienda hacer hincapié en la forma de expresión de los adolescentes, no solo el fondo de lo que dicen, sino incluso el tono, las palabras escogidas y la intención.
Con buena voz
Una acertada oralidad es destacada por Rafaela Menoscal, vicerrectora de la Unidad Educativa Delta. “La expresión oral es una necesidad y una capacidad del ser humano que le permite comunicarse de forma efectiva y sin barreras, así se convierte en un instrumento de relación y socialización que facilita el aprendizaje”. Por ello, desarrollar una óptima expresión oral en niños y adolescentes tiene que ver con brindarles la oportunidad de tener éxito en su vida académica y luego en lo profesional.
Esta habilidad debería desarrollarse desde edades tempranas. “Una actividad de comprobado éxito y muy sencilla para los padres es leer a sus hijos cuentos buenos (...). El ambiente escolar debe ofrecer confianza y seguridad a los alumnos para el desarrollo adecuado del lenguaje”. De esa manera, los docentes deben estar atentos a la participación oral de sus estudiantes en las clases y considerar las estrategias de enseñanza y aprendizaje para jugar con el lenguaje en los primeros grados de escolaridad, contextualizando actividades en situaciones reales e imaginarias, agrega la experta.
Rosa Rodríguez, jefa del área de Lengua del Delta, señala: “Una persona con buena expresión oral es considerada asertiva en lo social y profesional. Es capaz de comunicar clara y respetuosamente sus necesidades, ideas, desacuerdos... Existen diversos contextos donde las personas necesitan de la oratoria para persuadir: entrevistas, presentaciones, debates, exposiciones, ventas, enseñanza, juicios orales, exámenes orales…” El desarrollo de esta competencia lingüística asegura una mejor adaptación al medio social y relaciones humanas efectivas en su entorno.
Tal habilidad asegurará que el niño, el adolescente, el adulto, el profesional, brinde fortaleza a su voz, la cual escucharemos forjando la sociedad del futuro.
Aprender a pensar
Para la psicopedagoga Miriam Muñoz de Pazmiño es vital que los estudiantes fortalezcan sus habilidades de pensamiento. Esto implica desarrollar ideas abstractas partiendo de lo concreto. Es decir, ser capaz de conocer y determinar un objeto o un hecho más allá de lo evidente.
Por ejemplo, dice Muñoz, enseñarle a un niño la suma de dos más dos. El pequeño no entenderá esta orden si solamente el maestro la verbaliza. Él tendrá que observar dos manzanas y luego otras dos para asimilarlo (pensamiento concreto). Así se le demuestra con elementos tangibles la suma, por lo que la próxima vez podrá hacer esta operación sin tener los objetos en frente (pensamiento abstracto).
Un alumno que no ha desarrollado completamente su pensamiento abstracto se le hace difícil crear en su mente una imagen de algo que no tiene presente físicamente. “La falta de pensamiento abstracto dificulta el aprendizaje en materias como Química, Física, Matemáticas; esta última asignatura ya no es solo Aritmética, sino está enfocada a la solución de problemas, como el despeje de incógnitas”, agrega Muñoz. Por lo tanto, el estudiante se atrasa y no va creciendo al nivel de sus compañeros. Su producción se estanca.
Las técnicas para ejercitar el pensamiento se inician con la observación, estableciendo un objetivo (¿qué voy a observar?); luego se invita a describir lo visto y compararlo y relacionarlo con lo que conoce de su experiencia o lo que está a su alrededor. Finalmente, se aplican conceptos de clasificación, ordenamiento y clasificación jerárquica de lo que se observa.
Otras actividades que menciona Muñoz, quien también dirige el Centro Psicopedagógico Integral para niños con dificultad de aprendizaje, están los ejercicios de velocidad de lectura y comprensión lectora (tomando apuntes), juegos de completar oraciones o palabras, juegos enfocados a señalar diferencias y semejanzas, entre otros.
“Tenemos la responsabilidad de manejar los contenidos facilitando el tránsito de la experiencia concreta a la abstracción, cuidando que el nivel de complejidad no sea tan alto que el estudiante no pueda acceder al conocimiento o se desmotive al percibirlo como muy difícil”, puntualiza.
El alumno integral
Andrea Barrazueta Perdomo es psicóloga en rehabilitación educativa, especializada en psicopedagogía y necesidades educativas especiales. Ella destaca que la prioridad de la escuela o del colegio debe ir más allá de brindar conocimientos, sino que debe desarrollar habilidades.
“Las habilidades adicionales que se deben desarrollar en los jóvenes son algunas; sin embargo, considero que la creatividad, la constancia, la tolerancia, el pensamiento crítico y la adaptabilidad son fundamentales para lograr un ser humano íntegro, capaz de crear, de liderar positivamente hacia un objetivo común, para respetar criterios diferentes, para no desistir frente al primer tropiezo, sino ser constante y poder adaptarse al medio para lograr cambiarlo. Esto permitirá que existan jóvenes críticos, curiosos y comprometidos que vivan con honradez, autenticidad, justicia, coherencia y felicidad”, indica esta profesional, quien labora en colegio Alemán Humboldt. “La mejor forma de trabajar estas habilidades es mediante clases participativas, juego de roles, trabajos grupales, clases prácticas, ‘aprender haciendo’”.
Ella siente satisfacción como psicóloga por haber trabajado en talleres de pensamiento crítico con jóvenes de diferentes edades, “es realmente satisfactorio verlos debatiendo temas de su medio, respetando opiniones distintas y dar su punto de vista con fundamentos”. Eso es parte vital de la educación profunda, que debe ir más allá de la adquisición de conocimientos. (F)
“El manejo emocional es un apoyo al desarrollo de la personalidad del estudiante. Nuestro sistema educativo es estresante para él y esto no lo deja aprender. Controlar sus emociones le permite mejorar”. Lic. Mariana de Camchong