Mentiras en las encuestas sobre sexo, alcohol o alimentación
Muchas personas no dicen toda la verdad cuando aceptan responder una encuesta sobre el consumo de alcohol. Pero, ¿en que otras áreas mentimos a los investigadores?
“Tomo un jerez ocasional. Puramente medicinal”. Esta es una escena clásica de comedia británica. Un bebedor empedernido diciendo una pequeña mentira sobre cuánto toma a su doctor u otra autoridad. Pero la tendencia a ofrecer una imagen menos honesta de nuestros hábitos y estilo de vida no está restringida solo al alcohol. La gente también tiende a engañar sobre cuánto ejercicio hacen o qué tan frecuente tienen relaciones sexuales.
Se puede llegar a entender que las personas quieran proyectar una imagen positiva a sus amigos, familia y colegas. Pero, ¿por qué mentir a los investigadores? Después de todo, el hombre o la mujer de la agencia consultora no te puede ordenar que hagas dieta o dejes el vino.
Este es un misterio que durante décadas ha sido el quebradero de cabezas de científicos sociales. Incluso tienen un nombre para ello: deseabilidad social sesgada. “La gente responde a encuestas en la manera que piensa que debería hacerlo. También conocido como mentir. Por este motivo, uno tiene que apelar a otros métodos para descubrir realmente qué está pasando”, dice Kate Fox, una experta en la cultura de alcohol y bebida que ha realizado investigaciones tanto para el gobierno británico como para la industria de bebidas.
Este fenómeno es particularmente problemático cuando se trata de “pecados” como alcohol o comida.
¿Autoengaño?
Reino Unido es uno de los muchos países, incluido Estados Unidos, que tiene una “cultura de bebida ambivalente”, señala Fox. “Tenemos una relación moralmente cargada con el alcohol, una relación de amor-odio. Es un poco como la fruta del pecado”.
En las regiones con una “cultura integrada de la bebida”, como los países latinos, la bebida “es un asunto moralmente neutro, solo un poco más controversial que el café o el té”.
Es fácil ver por qué la gente quiere quedar bien, incluso ante un encuestador con carpetita en mano que acaba de conocer.
Pero, ¿qué pasa cuando el encuestador se va? ¿O les da el cuestionario para que lo llene en privado? Estas son tácticas usadas por los investigadores para tratar de disminuir la deseabilidad social sesgada.
La gente responde a encuestas en la manera que piensa que debería hacerlo. También conocido como mentir. Por este motivo, uno tiene que apelar a otros métodos para descubrir realmente qué está pasando”.
Kate Fox
“Aun así quieres proyectar una imagen positiva de ti mismo, aunque la encuesta sea anónima”, explica Bobby Duffy, director del Instituto de Investigación Social Ipsos Mori.
Fue a partir de los años ochenta que se empezó a percibir una disparidad entre las ventas de alcohol en el Reino Unido y la cantidad de gente que admitía beberlo. “La gente tiene expectativas irreales sobre lo que hacen otras personas y eso afecta la forma como respondemos”.
“Creen que los otros toman mucho menos alcohol, hacen más ejercicio y tienen más relaciones sexuales, lo que cambia sus puntos de vista de sus comportamientos”.
Encuestas de sexo
El experto sugiere que la diferencia entre la percepción y la realidad puede ser particularmente grande entre los británicos.
La conciencia de comer sano en Reino Unido es de las más altas de Europa, a pesar de que el país tiene los niveles más altos de obesidad.
La clave, señala Duffy, es ver los resultados de la encuesta como parte de un todo. De esta forma todavía es posible seguir la tendencia social de las encuestas. Pero si la gente subestima cuánto bebe, ¿por qué sobrestiman cuán frecuente tienen sexo?
Durante décadas, las encuestas de sexo han servido como un éxito seguro para aumentar la circulación de un periódico o revista. Esto crea cierta ansiedad entre los investigadores de comportamiento sexual, porque no obtienen los resultados precisos que deberían tener.
“En una gran cantidad de estas encuestas, la gente infla la frecuencia con la que tiene relaciones. Tienen esta idea de que el buen sexo se mide por su frecuencia”, comenta Petra Boynton, del University College London.
“Generalmente nos genera ansiedad la confiabilidad de las investigaciones de sexo, en parte por las preocupaciones relacionadas a este tema, pero más recientemente por el mal uso de la herramienta de la encuesta como un dispositivo de publicidad”.
La especialista agrega que no es de sorprender la poca confianza que los periodistas y el público en general le tienen a las investigaciones de sexo.
“Lo que ven en los medios no es el trabajo más cuidadoso y balanceado de una investigación de social y de salud. En la medida que las historias de sexo y de consejos de relaciones de pareja se promuevan en los medios con ‘estadísticas’, se permitirá que encuestas promocionales poco fiables nos digan cómo debemos tener sexo y nos den ideas de lo que es normal”. BBC Mundo