Miedo a la traición

Experimentar un temor irracional a ser traicionados por la pareja puede convertirse en un arma de doble filo. Hay separaciones o distanciamientos por esta causa.

Sofía es de esas esposas cuarentonas que no confían en su pareja. No porque la haya engañado con otra, sino porque cree que podría hacerlo en cualquier momento. Su forma de pensar lo atribuye a las experiencias que tuvo con dos novios: uno le prometió “el cielo y la tierra”, pero resultó ser gay; el otro, aunque decía amarla, terminó engañándola.

“Ambas relaciones, aunque las viví en épocas distintas, marcaron mi vida. No me permitieron volver a confiar en nadie, por eso temo que mi esposo me pueda traicionar. Además, creo que el ser humano, especialmente los hombres, actúa con instinto animal, y no debe ser así”.

Sofía también cree que ninguna persona es dueña de otra y que en cualquier momento uno de los dos puede decidir cambiar a su pareja, sobre todo cuando la relación no está bien cimentada.

Pero ¿por qué surge el miedo a la traición? Según el psicólogo clínico brasileño Oswaldo Rodrigues, quien estuvo en el VIII Congreso Ecuatoriano de Sexología y Educación Sexual realizado en Guayaquil el mes pasado, se debe básicamente a la personalidad y a las experiencias de vida.

Dos de cada cinco personas, dice, sienten un temor irracional a ser engañadas antes de que la traición suceda, pues piensan en situaciones negativas que no están ocurriendo y que generan celos infundados.

Esta forma de pensar de algunas personas, agrega, es producto del convencimiento de que traicionar a la pareja es algo muy natural. Además, existen casos de distanciamientos o separaciones de los cónyuges por esta causa.

También es natural, según el sociólogo español Alfredo Rodríguez Sedano, porque todas las personas han sido creadas para amar y ser amadas. “La posibilidad de ser rechazadas y no ser aceptadas es, desgraciadamente, una realidad muy patente desde el punto de vista social”.

En cambio, la psicóloga clínica brasileña Carla Zeglio, quien además es terapeuta de parejas del Instituto Paulista, cree que las parejas no deben generalizar las experiencias de los demás y menos asumirlas como si les fuera a ocurrir, porque si no el miedo les acontece, ya que la fantasía de la traición es más dolorosa que la traición real.

Aislamiento de la relación

Para Zeglio, el miedo a la traición también surge cuando el ser humano va transformándose corporalmente por la edad. Las canas, las arrugas o la flacidez de los músculos hacen que la mente genere ideas de que la pareja se irá a buscar a alguien más atractivo física y sexualmente.

Otro aspecto que produce temor, según Rodrigues, es cuando la mujer ha dado a luz y tiene que cuidar al bebé. Como la atención no está direccionada al cónyuge, sino al niño, él se siente aislado de la esposa, tanto afectiva como sexualmente, e incluso tiene celos del niño. Entonces, esto podría abrir un espacio para que se dé una traición real con otra persona.

También surge el miedo cuando la pareja se ha distanciado, porque no ha podido ajustarse a los problemas cotidianos, especialmente de tipo familiares, sean estos por dinero, malos entendidos, herencias o chismes.

Otro temor es producto de los avances tecnológicos. Los teléfonos celulares, los mensajes de texto o el Facebook, dice Zeglio, aumentan el recelo a ser traicionados, especialmente cuando la persona pasa mucho tiempo encerrada en el baño hablando por celular o enviando mensajes de texto.

Pero ¿a quién afecta? Rodrigues y Zeglio aseguran que la persona que no está satisfecha con su pareja o no se siente amada es la que siente miedo a ser traicionada. Por ello empieza a buscar en la realidad evidencia que compruebe la traición. Y es precisamente este temor infundado e irracional que causa el aislamiento del cónyuge, y es ahí cuando este empieza a buscar o a mirar a alguien más.

También se teme la traición por falta de pasión. Según Zeglio, muchas parejas piensan que deben ser intensamente apasionadas toda la vida. Pero la pasión es un sentimiento que si bien aproxima a la persona, esta ocurre por poco tiempo, es decir, de seis meses a dos años.

Sin embargo, después de la pasión lo que queda es el amor, que es realmente lo que hace que la pareja se mantenga unida por décadas, sobre todo cuando hay comprensión, donación y cumple todas las obligaciones que conlleva una vida de dos.

Para Rodrigues, la pasión se transforma en amor cuando la pareja ha planeado su futuro, en el que ha considerado varios factores en común, como la planificación de los hijos, los gustos que se mezclan, las necesidades individuales, el compartir las mismas reglas y el cuidarse mutuamente.

Apoyarse en tres pilares

Si la pareja se comprende, se acepta tal como es y logra aceptar sus diferencias, no debe sentir temor de ser traicionada. Según Rodríguez Sedano, cuando esta ama y ese amor es correspondido, eso se apoya en tres pilares: veracidad (decir lo que se piensa), compromiso (vivir lo que se dice) e integridad (vivir como se piensa).

“Cuando una persona ama se vuelve previsible, que es distinto a monotonía o rutina. Esa previsibilidad conlleva a que siempre esperamos lo mejor de la persona amada. De ahí que esa espera adelanta ya la felicidad que se tiene de estar con la pareja”.

Pero cuando se vive en un ambiente donde no se es veraz, agrega, difícilmente se puede pensar en el compromiso y en la integridad. “De todos modos, no se puede establecer una relación causa-efecto. Si así fuese estaríamos hablando de un determinismo que choca frontalmente con la libertad personal”.

Por último, es importante tener claro que una consecuencia del miedo a la traición es el fracaso personal. Pues el matrimonio constituye para las personas un proyecto de vida. No lograrlo es un síntoma inequívoco de fracaso y de crisis personal que se manifiesta a su vez en soledad (desarraigo), carencia de proyecto, mentira y miedo. “De ahí que quienes se encuentran en esa situación deseen rehacer su vida, pero los pilares y los fundamentos ya no son los mismos”.