Momentos de calidad
Un vínculo entre dos generaciones, que debe ser valorado y fortalecido porque reviste beneficios para ambas partes.
Hay abuelos cascarrabias, mientras que otros son relajados, consentidores, tiernos, querendones; aunque también los hay reservados, incluso están aquellos que rara vez ven a sus nietos.
Todos ellos sin embargo son un baúl de sabiduría, capaces de contar un montón de historias, detalles de la familia, compartir fotos y recuerdos, y narrar cómo eran las cosas en otros tiempos... Esto es muy importante para el niño porque a través de los abuelos conocerá lo que sucedió antes de que él naciera.
Melissa Bajaña, de 18 años, se considera afortunada por haber tenido abuelitos, abuelitas, bisabuelitos y bisabuelitas que conversan mucho: “Me han entretenido con sus cuentos y anécdotas, que normalmente comienzan con un “en mis tiempos...”. Asegura que ellos han influido y moldeado su vida de manera positiva: “Escuchar cómo desde anteriores generaciones han vencido obstáculos y reviven con alegría tiempos pasados, me hace valorar no solo nuestra historia familiar sino también la de nuestro país; historias que suelen terminar con un rico chocolate”.
Te hacen sentir especial
A medida que crecen las ciudades, las familias se trasladan a vivir a zonas separadas por distancias considerables y las personas adquieren múltiples ocupaciones y compromisos, se va perdiendo un poco el nexo con abuelos y demás parentela... La psicóloga clínica Susana Torres de Rumbea señala que esta situación debe ser corregida, pues la segunda familia es básica: “Los abuelos dan cariño, ternura, son ejemplo de cooperación entre miembros de la familia; por su experiencia pueden inculcar, sobre todo, valores”.
Ella considera que las figuras paternas son las llamadas a promover el acercamiento con reuniones familiares; que los nietos vayan a la casa de los abuelos, pero que también los abuelos visiten las casa de los nietos, pues “los abuelos contribuyen a que las familias afiancen los lazos de amor”, por eso se deben evitar los conflictos entre suegros y yernos o nueras.
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En caso de no estar de acuerdo en cuanto a los métodos de crianza y educación, es importante que los padres y abuelos no se desautoricen ni descalifiquen mutuamente en presencia de los chicos.
María Enriqueta Duque, de 77 años, tiene nueve nietos y tres bisnietos. Ella cree que una abuela es como una segunda madre, “con muchísimo cariño pero con menos responsabilidades que una mamá”. Dice sentirse feliz cuando la visitan sus nietos; por eso, para recibirlos, les prepara la comida y los dulces que a ellos les gustan.
Enseñanzas mutuas
La geriatra Patricia Silva asegura que los abuelos, por su experiencia y sabiduría, son “la universidad de la vida”.
Señala que las relaciones entre nietos y abuelos tienen beneficio comprobado para ambas partes; pudo constatar la aplicación práctica de esto en el año 1986, cuando realizaba sus estudios en Brasil.
Allí tuvo acceso a un centro geriátrico e infantil que integraba por momentos dos áreas separadas: la guardería para niños, cuyos padres los recogían luego de su jornada de trabajo, con la residencia de adultos mayores.
A una hora establecida, estos dos grupos interactuaban en el jardín: “Era un área de encuentro, de juegos, bailes, abrazos, de momentos felices. De esta manera a los niños se les inculcaba a respetar y valorar a los mayores, mientras que para las personas de la tercera edad era un momento de distracción, de disfrute”.
El año pasado, investigadores de la Universidad de Boston presentaron un estudio en el que concluían que los esfuerzos por fortalecer a las familias deberían incluir a los abuelos y nietos, ya que una estrecha relación con los nietos reduce la depresión del mayor, y a los pequeños les será de utilidad para valorar a sus padres cuando se conviertan en ancianos.
Ernesto Farah, de 65 años, tiene ocho nietos, con edades entre 6 meses y quince años. Él dice que un abuelo les enseña a los nietos a ser educados, a saludar y tener buenas costumbres; mientras que los nietos les enseñan a los abuelos a ser pacientes, cariñosos, ser más sensibles, ser sinceros y espontáneos “porque los niños no mienten”.
De sus abuelitos recuerda que eran dulces, buenos, generosos: “Nos llenaban de atenciones y preferencias”. Pero advierte: “Uno, como abuelo, tiene que ser prudente y no interferir cuando nuestros hijos corrigen a nuestros nietos; siempre existirá la gran diferencia entre ser abuelo y padre, porque los abuelos somos más tolerantes con los nietos”.
Para una relación saludable
Esta conexión no se produce de un día para otro, y es por ello que se recomienda generar un espacio para que los abuelos y nietos se conozcan bien, estableciendo límites entre padres y abuelos, para el bien de todos. Los papás le dejan saber a los abuelos cómo conciben la crianza de los niños, poniendo ciertos límites en cuanto a consentirlos demasiado o darle muchas golosinas o juguetes.
Así como es saludable evitar la excesiva presencia de los abuelos en casa; también lo es cuidar no irse al otro extremo: abuelos que no visitan a los pequeños o ni siquiera los llaman para tener noticias suyas.
En general va a depender de la forma de ser de los abuelos cómo sus nietos se lleven con ellos, pero también influirá mucho cómo las figuras paternas alienten y conduzcan esas relaciones, teniendo en cuenta que están sembrando en sus pequeños aprecio, respeto y cariño por los adultos mayores. Cuando esos niños crezcan y tengan hijos, reproducirán con sus padres lo que aprendieron de su ejemplo.