Las donaciones de órganos: Se valen de la muerte para dar vida

18 de Noviembre de 2012
Kevin Sack - The New York Times

Aunque Curtis Kelly no tenía registrado en su licencia que era donador, sus hijos sabían que quería hacerlo y cuando murió dieron su aprobación.

Por el pasillo, en la habitación 356, yacía el cuerpo de Curtis Kelly cubierto hasta el pecho con una cobija blanca, el torso subía y bajaba con ayuda de un respirador. Seis horas antes, un neurólogo del hospital Fairview Southdale había declarado la muerte cerebral.

La familia de Kelly –un hijo, tres hermanos, una cuñada, la novia y la hija de una exnovia– se había reunido en una estrecha sala de conferencias en la unidad de cuidados intensivos para que John P. LeMay pudiera solicitarles autorización para extraer tejidos y órganos.

Con la lista en mano, LeMay, un coordinador de apoyo a las familias de LifeSource, la organización para la obtención de órganos en Minnesota, Estados Unidos, marcaba las partes del cuerpo que podrían restablecer la salud de pacientes que habían sufrido mucho. Debido a que no había ningún antecedente de que Kelly, de 46 años, se hubiese registrado como donador, le pidió a Kello Brown, su hijo de 18 años, que aprobara cada solicitud de estos “regalos anatómicos”.

Esperaban quedarse con el corazón, los riñones, el hígado y los pulmones, dijo LeMay suavemente, así como con intestinos, páncreas, vasos sanguíneos y piel. Se podría remover hueso de pelvis y piernas, indicó, y los empleados de la funeraria podrían insertar prótesis para hacer que el cuerpo pareciera natural al exponerlo en el funeral.

Brown, con sudadera, pantalones grises y gorra, estaba sentado escuchando, con las manos apretadas frente a la boca. “Solo quiero que se vea bien”, susurró.
“Se verá bien”, le dijo LeMay. “La donación no afectará su aspecto”.

Oportunidad para la donación

En el complejo proceso de conseguir órganos para satisfacer una demanda creciente, son pocas las tareas tan delicadas como la de LeMay.

Dentro de la región de tres estados que corresponde a LifeSource, otros dos coordinadores de apoyo a las familias y él deben intervenir con los deudos, en momentos desgarradores, para aprovechar al máximo cada oportunidad para la donación.

LeMay no tuvo que persuadir a la familia de Kelly, un técnico de televisión por cable en Burnsville, Minnesota, quien sufrió un derrame cerebral devastador el 27 de agosto y murió dos días después. Sus hijos y hermanos sabían que quería donar sus órganos, aunque no lo registró en la licencia de conducir, y abordaron la posibilidad con el médico. A LeMay le quedó guiarlos en el trámite.

Otros casos son más complicados. Si el difunto no está registrado como donador, se les plantea la decisión a los parientes más próximos, y las familias en la región de LifeSource declinaron dar su consentimiento en cerca de un tercio de las veces, dijo Meg Rogers, la directora de obtención de la organización. Pueden resistirse por motivos morales o religiosos, o, simplemente, porque no están seguros de lo que habría querido su ser querido. El agotamiento y el dolor pudieron haberles drenado la fortaleza para batallar con la decisión.

LeMay, de 42 años, con cola de caballo, dijo que él solo alienta a los familiares a hablar sobre el pariente al que acaban de perder.

“Es una situación más de preguntar: ¿Quién era? Cuéntenme de ella. ¿Cuál es su historia? ¿La donación concuerda con quién era él?”, explicó. “La amplia mayoría de las personas dice que sí”.

Trabajar con las familias

LeMay llegó a LifeSource tras haber sido el capellán de la Policía de Minneápolis, un empleo que aún desempeña a tiempo parcial, y era quien notificaba a las familias sobre las muertes por homicidio o accidente. Su misión ahora, a la cual describe como “trabajar con las familias en ese lugar sagrado donde se juntan la vida y la muerte”, es edificante.

Una vez que se firmaron los documentos para la donación, LeMay invitó a la familia de Kelly a compartir sus recuerdos, y reconocieron con entusiasmo que era todo un personaje. Con 201 centímetros de pie y la cabeza rapada, a veces lo confundían con Shaquille O’Neal en los centros comerciales, y complacía de buena gana a quienes buscaban un autógrafo. Tuvo seis hijos con seis mujeres, con ninguna de las cuales se casó. Estaba dedicado “a todos y cada uno” de sus hijos, recordó su hermano Gary Kelly.

“Siempre encontraba algo bueno en alguien”, dijo su hermana mayor, Jacqueline M. Hollins, “y lo sacaba para hacerlos sentir especiales”.

“Saben, dijo LeMay a la familia, el único problema que le encuentro a este trabajo es que me topo con todas estas personas increíbles a las que nunca llego a conocer en persona. El hecho de que ustedes me cuenten todo esto hace que me quede con una partecita de él. Es un regalo que ustedes me hacen”.

Un día después, en el quirófano, otro empleado de LifeSource pidió un minuto de silencio en honor a Kelly antes de que los cirujanos empezaran su labor. En los siguientes días, se trasplantaron el hígado y el riñón derecho de Kelly a distintos pacientes. El recipiente del riñón había estado esperando nueve años. Se ofreció el riñón izquierdo, en parte dañado por un bloqueo del flujo sanguíneo, a pacientes de todo Estados Unidos, pero no lo aceptaron, dijo una portavoz de LifeSource.

LeMay dijo que trabajar en torno a la muerte, gran parte de ella repentina y accidental, hace que abrace a sus hijos pequeños con más fuerza cuando llega a su casa. Su esposa, dijo, sabe darle espacio después de algún caso particularmente intenso.

Comentó que se siente profundamente satisfecho cuando las familias donantes, al trabajar con el equipo de obtención de órganos, pueden valerse de la muerte para dar vida. “Eso ha hecho que no le tema a la muerte”, expresó LeMay.

 

Regiones de donación

Estados Unidos se divide en 58 regiones de donación, a cada una la atiende una organización de obtención de órganos, no lucrativa, como LifeSource, que cubre a Minnesota, Dakota del Norte y Dakota del Sur.

 

 

Adultos donadores

En la región de LifeSource, 61% de los adultos  especificaron que son donadores, más del promedio nacional de 43%.

Debido a problemas médicos o a no conseguir el consentimiento de la familia, solo 160 terminaron donando órganos en el 2011, posibilitando 526 trasplantes, y 495 donadores proporcionaron tejidos.

 

 

 

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