Niños descuidados
Una encuesta realizada en 20 países determinó que el espíritu de la niñez está en peligro de extinción. Los padres deben prestar atención.
Si son padres lean esto. Es probable que sus hijos sean parte de aquellos que están viviendo aceleradamente. Nada parecido a las generaciones pasadas en las que existía más integración familiar y los niños se dedicaban a actividades lúdicas tradicionales.
La realidad es preocupante. Una encuesta realizada el año pasado en 20 países a más de 6.500 padres con hijos menores de 18 años, por la compañía global de investigación de mercado Ipsos, a petición de Kraft Foods que produce a nivel mundial las galletas Oreo, determinó que el espíritu de la niñez está en peligro de extinción.
Álex Castillo, gerente de Marketing de Kraft Foods Ecuador, refiere que siete de cada diez padres a nivel mundial desean que sus hijos tengan más tiempo de ser únicamente niños y el 77% de estos mismos progenitores añora la diversión desinteresada de cuando eran infantes.
“En Ecuador el porcentaje de padres que no pasa tiempo con sus hijos es alto, al igual que el de los adultos que dejan de lado sus hobbies y el tiempo con familia o amigos, factores que hace algunos años no se veían afectados de esta manera”.
Pero el doctor Eduardo Santillán Sosa, neuropsicólogo y especialista en terapia individual, de parejas y familias, considera que la encuesta Oreo refleja claramente que los padres están mucho más determinados a atender sus intereses particulares antes que a sus hijos directamente.
“Los progenitores de la actualidad piensan más en su satisfacción hedonista, es decir en su yo, antes que en las personas que dependen de ellos. Es un problema de valores y principios. Cada vez son más egoístas y están perdiendo los conceptos de amor, responsabilidad, lealtad, honestidad, cariño, elasticidad e incluso de empatía con sus vástagos”.
Pero, ¿qué les sucede a los hijos? Santillán asegura que debido a que los progenitores los están ubicando en espacios con otras personas como son niñeras o medios como la televisión o los juegos digitales que los exacerban neurológicamente, los exponen más rápidamente a ámbitos e influencias donde se alteran sus sentidos.
Además, aquello que los infantes experimentaban cuando tenían 10 u 11 años, ahora lo hacen a los 6 años. Por lo tanto, son niños y jóvenes precoces que no están preparados para afrontar ciertas situaciones.
Eso no quiere decir que están madurando más rápido, sino que se están exponiendo con anticipación a una serie de sensaciones con otras personas en búsqueda de seguridad y satisfacción, porque en el hogar no le otorgan ese afecto, atención o vínculo que necesita para seguir creciendo.
Los tratan como adultos
Según Mónica Llanos de Mora, psicóloga clínica y orientadora familiar, la maduración de los niños depende de muchos factores, pero uno de los más importantes es la formación que le dan sus padres. Ella al igual que Santillán considera que ahora hay una marcada tendencia en los padres en promover en sus hijos un avance prematuro de las etapas de desarrollo al exponerlos a situaciones y experiencias no apropiadas para su edad.
Hay muchas ocasiones, agrega, en que los padres tratan a sus hijos como si fueran adultos e incluso pretenden que ellos piensen y tomen decisiones a su nivel, olvidando que son niños, que se están formando, que están aprendiendo y que tienen derecho a equivocarse, mancharse o regarse.
Los padres también les permiten compartir y practicar actividades que solo corresponden a adultos lo cual los obliga a los niños madurar precozmente y adoptar comportamientos que saben que a sus padres o adultos de la casa les agrada, les causa admiración, asombro y hasta orgullo delante de sus amistades y familia. Pretender que ellos ya son grandes “son inteligentes o razonan como un adulto” eso es causarles daño.
Madurar, dice Santillán, es el proceso natural en el cual la persona toma más conciencia de sí misma y de su entorno; tiene capacidad para proyectarse en el futuro y toma decisiones en el presente que sean equilibradas y que beneficien teniendo conciencia social.
“La mayoría de los niños tarda en tomar esa conciencia social más allá de lo 6 a 7 años y esta se adquiere dependiendo del entorno y medio ambiente”.
También, agrega Llanos, el uso de la tecnología a temprana edad los expone a una serie de factores que influye en el desarrollo de su pensamiento y madurez emocional, es decir, hay padres que desde temprana edad, 3, 4, 5 años, dejan que sus hijos manipulen la computadora y la internet por cuenta de ellos mismos, sin ningún control, pasan muchas horas.
Es normal que los niños de corta edad realicen el juego de roles de adultos, ya que constituye un paso importante en la definición de la identidad sexual, pero otra cosa es que los padres puntualicen, sobredimensionen y promuevan este tipo de actitudes como ropa, accesorios, actitudes, prácticas que no son propias para la edad de los niños.
“Cada etapa de la niñez tiene sus propios deberes y privilegios. El niño tiene que conocer desde los 4 años aproximadamente que las cosas tienen su lugar y que para jugar hay un tiempo, un inicio y una conclusión del juego”.
Entonces, dice Llanos, el hecho de que al niño se le permita jugar, sin restricción, no implica candidez o una situación de inocencia, sino que se le está permitiendo crecer sin ciertas normas y parámetros. Y como crece sin estos cree que las cosas tienen que hacerse a su manera y cuando no le dan algo o recibe algo que no le agrada, llora, hace berrinches, le levanta la mano o los escupe, se orina o contiene la respiración para sentirse que se asfixia provocando alteración en las personas que lo cuidan como medio de reacción.
Mónica Llanos da sugerencias para evitar que el espíritu infantil se destruya en los niños.
• Los padres deben disfrutar cada una de las etapas de desarrollo de sus hijos, estar claros que todo tiene su tiempo.
• Los padres deben tomar conciencia de que sus hijos son niños, que están aprendiendo y se están formando. Por lo tanto, deben permitirles los ‘errores’ propios de sus edades, instruyéndolos con paciencia y amor.
• Los niños deben tener experiencias de su edad, no compartir experiencias y prácticas que son de los adultos.
• Los niños deben compartir el tiempo con niños de su edad, no pueden estar todo el tiempo rodeados de adultos.
• Los niños necesitan tiempo diario de esparcimiento y recreación para un sano desarrollo motriz y emocional.
• Si bien es cierto que los niños son más ágiles para el uso de la tecnología, sin embargo, no están aún en edad de interactuar por largos periodos con ella. Se deben preferir los juguetes y el contacto con el medio ambiente.
Tips para padres
Eduardo Santillán sugiere a los padres no permitir que los niños maduren precozmente. Para ello sugiere lo siguiente:
• Los padres deben tomar conciencia de que los hijos son los seres que más los necesitan.
• Que sus hijos tendrán la edad que actualmente poseen solo una vez en la vida.
• De que si ellos no llegan a formarlos otros contribuirán a deformarlos.
• Es una situación de responsabilidad el asumir su rol como madre o padre ante sus hijos. Que estos van a aprender a amar y a ser responsables percibiendo las conductas de sus referentes: padre o madre y que son sus primeros y grandes maestros. Pues, imitarán lo que ellos hacen o dejan de hacer.
• Los niños precoces requieren una situación de carácter terapéutica, una ayuda familiar hacia lo que es el ámbito papá o mamá, orientación y psicoeducación y también si es posible terapia para el niño.