Sentimientos amorosos: Tarea de mucho trabajo
Casarse, tener una familia y ser feliz, una trilogía que para muchos es una utopía. ¿Qué pasa luego del ‘sí’ en la Iglesia? Mantener una relación es una labor ardua.
Cuando la gente se enamora y decide casarse, la expectativa casi siempre es que el amor y el matrimonio, y la felicidad que conllevan, dure; como dicen los votos, hasta que la muerte nos separe. Solo los más cínicos entre nosotros pensaríamos, caminando por el pasillo, que, si las cosas no funcionan, “siempre podemos separarnos”.
Pero la tasa de divorcios en EE.UU. es de la mitad de la tasa de matrimonios, y eso no es un buen augurio para esta preciada institución. (En Ecuador, según datos del Censo 2010 del INEC, hay 203.393 personas divorciadas. De esa cantidad 1,4% son hombres y 2,4 mujeres, en edades comprendidas de entre 12 años y más).
Aunque algunos divorcios están claramente justificados por el maltrato físico o emocional, la infidelidad intolerable, el comportamiento adictivo o la incompatibilidad irreconciliable, expertos dicen que muchos matrimonios rotos parecen haberse solo marchitado y perecido por una falta de esfuerzo para mantener vivas las brasas del amor.
La ciencia del contacto sugiere que puede salvar a un matrimonio regular. Introducir más contacto (no sexual) y afecto diariamente hará mucho por reencender la cordialidad y la ternura”, Sonja Lyubomirsky
Digo “brasas” porque la llama del amor –los sentimientos que llevan a la gente a olvidar todos sus problemas y volar por la calle con alas en los pies– no dura mucho, y no puede si los amantes esperan conseguir algo. La pasión encendida por un nuevo amor inevitablemente se enfría y debe madurar para convertirse en la atención, compasión y compañerismo que pueden sostener una relación duradera. Los estudios realizados por Richard E. Lucas y sus colegas en la Universidad Estatal de Michigan han demostrado que la inyección de felicidad que ocurre con el matrimonio dura solo unos dos años, después de los cuales la gente regresa a sus anteriores niveles de felicidad, o infelicidad.
El deseo y la pasión tienen una esperanza de vida aún más corta, y deben evolucionar para convertirse en “amor de compañía, compuesto más de profundo afecto, conexión y simpatía”, según Sonja Lyubomirsky, profesora de Psicología en la Universidad de California en Riverside.
En su nuevo libro, The Myths of Happiness (Los mitos de la felicidad), Lyubomirsky describe un montón de acciones y palabras comprobadas por la investigación que pueden hacer maravillas para mantener vivo el amor.
Señala que la tendencia humana natural a “habituarse” a las circunstancias positivas –a acostumbrarse tanto a las cosas que nos hacen sentir bien que ya no lo hacen– puede ser la sentencia de muerte de la felicidad marital. Los psicólogos le llaman “adaptación hedónica”: las cosas que nos emocionan tienden a ser de corta vida.
Así que la primera sugerencia de Lyubomirsky es adoptar medidas para evitar, o al menos desacelerar, la adaptación que puede conducir al aburrimiento y a la insatisfacción marital. Aunque sus métodos quizá parezcan obvios, muchas parejas casadas olvidan ponerlos en práctica.
Forjar compañerismo
Deberían adoptarse medidas para desacelerar, evitar o contrarrestar la adaptación hedónica y rescatar un matrimonio aceptable antes de que esté en problemas, exhorta Lyubomirsky. Sus estrategias recomendadas incluyen hacerse tiempo para estar juntos y conversar, escuchar verdaderamente al otro y expresar admiración y afecto.
Lyubomirsky enfatiza: “La importancia del aprecio”: Cuente sus bendiciones y resístase a dar a un cónyuge por sentado. Recuérdense rutinariamente usted y su pareja lo que aprecian sobre la otra persona y el matrimonio.
También es importante la variedad, lo cual es innatamente estimulante y gratificante y “crítico si queremos postergar la adaptación”, escribe la psicóloga. Mezcle las cosas, sea espontáneo, cambie la forma en que hace las cosas con su pareja para mantener su relación “fresca, significativa y positiva”.
La novedad es un poderoso afrodisiaco que también puede realzar los placeres de las relaciones sexuales maritales. Pero Lyubomirsky admite que “la ciencia ha descubierto muy poco sobre cómo sostener el amor apasionado”. Compara su declinación con el crecimiento o el envejecimiento, “simplemente parte del ser humano”.
La variedad va de la mano con otro consejo: la sorpresa. Con el tiempo, las parejas tienden a conocerse uno al otro demasiado bien, y pueden caer en rutinas que se vuelven atrofiantes. Sacúdalas. Pruebe nuevas actividades, nuevos lugares, nuevos amigos. Aprendan nuevas habilidades juntos.
Aunque yo he sido una “chinche de agua” toda mi vida, mi esposo podía nadar solo en tanto pudiera contener el aliento. Pudimos disfrutar del agua juntos cuando los dos aprendimos a andar en kayak. “Una palmada en la espalda, un apretón de la mano, un abrazo, un brazo alrededor de los hombros; la ciencia del contacto sugiere que puede salvar a un matrimonio regular. Introducir más contacto (no sexual) y afecto diariamente hará mucho por reencender la cordialidad y la ternura”, escribe Lyubomirsky.
Sugiere “incrementar la cantidad de contacto físico en su relación en una cantidad establecida cada semana” dentro del nivel de comodidad de las personalidades, antecedentes y apertura al contacto no sexual de los cónyuges.
Energía positiva
Una amiga casada por mucho tiempo me dijo recientemente que su esposo le comentó que extrañaba ser tocado y abrazado. Y ella se preguntaba de qué hablarían los dos cuando los hijos se fueran. Ahora es el momento, querida amiga, de trabajar en una relación mutuamente gratificante si quieren que su matrimonio dure.
Apoye los valores, metas y sueños de su pareja, y reciba sus buenas noticias con interés y complacencia. La pasión de mi esposo radicaba en escribir para el teatro musical. Cuando su empleo fijo se mudó a una ciudad diferente, yo sugerí que en lugar de buscar uno nuevo, persiguiera su sueño. Nunca se volvió monetariamente gratificante, pero su vocación lo hizo sentirse realizado y a mí me emocionó. Dejó un legado de maravillosas letras para más de una docena de espectáculos.
Incluso un matrimonio que se ha visto empañado por declaraciones negativas, airadas o hirientes a menudo puede rescatarse llenando la casa con palabras y acciones que provoquen emociones positivas, según ha demostrado la investigación psicológica.
Según los estudios realizados por Barbara L. Fredrickson, una psicóloga social y profesora de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, una relación floreciente necesita tres veces más emociones positivas que negativas. En su libro de próxima aparición, Love 2.0 (Amor 2.0), Fredrickson dice que cultivar la energía positiva cada día “nos motiva a buscar un abrazo más a menudo o compartir una idea o imagen inspiradora o tonta”.
Lyubomirsky reporta que las parejas felizmente casadas promedian cinco expresiones verbales y emocionales positivas de uno hacia otro por cada expresión negativa, pero “las parejas muy infelices muestran proporciones de menor que una a una”.
Para ayudar a mantener su relación en un sendero más feliz, sugiere llevar un diario de los acontecimientos positivos y negativos que ocurran entre usted y su pareja, y esforzarse por incrementar la proporción de lo positivo en relación con lo negativo. Sugiere preguntarse cada mañana: “¿Qué puedo hacer durante cinco minutos hoy para mejorar la vida de mi pareja?” Los actos más sencillos, como compartir un acontecimiento divertido, sonreír o mostrarse juguetón, pueden mejorar la felicidad marital.