Cinco mitos sobre tus riñones
Desde limitar el consumo de alcohol hasta hacer una dieta desintoxicante, hay muchos malentendidos sobre cómo tratar este par de órganos. Probablemente cuando más los nombramos es al preguntar cuánto nos darán por uno de ellos para poder comprar la próxima maravilla tecnológica.
Se trata de dos órganos del tamaño de un puño y forma de fréjol, fascinantes y multifuncionales. Trabajan todo el día removiendo desechos, estimulando la producción de glóbulos rojos y manteniendo el balance de sal, ácidos y bases en el cuerpo. Son también muy resistentes. Si pierdes o donas uno, puedes vivir una vida normal con el otro. Tal vez por eso no entendemos su complejidad y creemos cosas como las siguientes.
1. Beber mucha agua eliminará las toxinas
“Bebe de 6 a 8 vasos de agua para limpiarte”. Lo hemos oído una y otra vez. Pero hay poca evidencia científica para apoyar esto. El riñón es un filtro complejo y cuánta agua bebas no afecta su eficiencia, a menos que tengas un historial de desarrollar cálculos renales, entonces sí es importante beber mucha agua para prevenir el dolor, dice Robyn Langham, del hospital San Vicente, en Melbourne. También lo necesitas si vives en condiciones climáticas extremas y te deshidratas fácilmente. “De otra manera, beber más agua no va a influir en tus riñones para mejor o para peor”.
2. Una dieta alta en calcio puede causar cálculos renales
La mayoría de los cálculos se forman por el calcio. Así que no es sorprendente que muchos evitemos la leche para prevenir la formación de las dolorosas piedrecitas. Sin embargo, no es el exceso de calcio dietario el que nos causa problemas, sino la carencia.
“El calcio de la dieta protege contra los cálculos”, dice Matthew Sparks, de la escuela de Medicina de la Universidad de Duke. El tipo más común de cálculo está compuesto de calcio y oxalato, una sustancia que está en muchos vegetales y frutas. Cuando el oxalato y el calcio se acumulan en la orina, forman cálculos.
El calcio de la dieta puede prevenir eso al unirse al oxalato en el intestino, para que el cuerpo pueda eliminarlo en las heces. El oxalato no llega a los riñones. Pero Sparks advierte que ocurre lo contrario con los suplementos de calcio. “Estos no se unen al oxalato en el intestino, sino que la mezcla termina en la sangre y es enviada hacia la orina”.
3. Beber alcohol afecta tus riñones
Estás bebiendo cerveza y sientes que tienes que orinar con urgencia. A medida que pasa la noche, pasas más y más tiempo en el baño. Es fácil pensar que el alcohol es malo para tus riñones porque los pone a trabajar más. Hay riesgo de enfermedad hepática, pero no de daño renal, si bebes cantidades moderadas de alcohol, dice Stanley Goldfarb, experto nefrólogo de la Universidad de Pennsylvania.
Embriagarse regularmente, por supuesto, no es una buena idea. Sparks dice que puede deshidratarte al hacerte orinar más de lo usual. “Así que es mejor beber un vaso de agua entre cada vaso de alcohol”, aconseja Langham”.
4. Si tienes una enfermedad renal, te darás cuenta
Las enfermedades renales tienen síntomas sutiles. Rara vez duelen a menos que tengas cálculos o una infección, explica Langham. La cantidad de orina no te dice mucho de la salud de los riñones. “A menudo, la capacidad de producir orina sigue por algún tiempo después de que los riñones han empezado a fallar”. Así que no es un indicador.
Si alguien tiene un riñón enfermo, puede que no lo sepa hasta que le quede de 10 a 15% de sus funciones. Esto complica hacer un diagnóstico, dice Sparks. Pero un examen de sangre que mide los niveles de toxinas y productos de desecho en la circulación le dirá a los doctores con cuánta eficiencia están trabajando los riñones. Un examen de orina puede detectar y medir ciertas proteínas que no deberían estar allí. La presión sanguínea es también un buen indicador de riesgo, dice Langham. Entre sus muchas tareas, los riñones liberan hormonas que ayudan a regular la presión. “Si los riñones se dañan, desarrollas presión alta, y a su vez esto empeora las cosas”.
5. Las enfermedades renales no se pueden prevenir
Muchas de estas dolencias pueden evitarse o desacelerarse, dice Langham, si la gente está al tanto de los factores asociados. La diabetes y la presión alta, por ejemplo, están asociadas con la mayoría de las patologías renales. “Si mantienes estas bajo control, reduces el riesgo de que tus riñones enfermen”, concluye Goldfarb.
La edad madura, fumar cigarrillos y la obesidad son factores de propensión. Mantener un estilo de vida activo, con ejercicio, hidratación adecuada y una dieta saludable es importante, añade Sparks. Si tienes un historial familiar de enfermedad renal, los chequeos regulares pueden ser útiles para detectar a tiempo cualquier irregularidad, de acuerdo con Langham. (I)