Envejecer positivamente
Los productos, dietas e incluso medicamentos antienvejecimiento son atractivos, pero los profesionales médicos no parecen estar convencidos.
Envejecer exitosamente es posible, pero no fácil. Depende de elecciones y conductas individuales que implican bienestar físico, mental, social y espiritual.
Eso no significa que se pueda detener el reloj cronológico. Cualquier intento antienvejecimiento es una falacia, en palabras del doctor Clemente Zúñiga, geriatra y miembro de la Academia Latinoamericana de Medicina del Adulto Mayor (ALMA). “Hay que saber envejecer y tenemos que conocer lo que pasa en este proceso, para anticiparnos”.
El médico visitó Ecuador para presentar la ponencia ‘Cómo envejecer y ser feliz al mismo tiempo’, durante el IX Seminario de Cuidado del Adulto, en el Centro de Convenciones de Guayaquil, y destacó cinco aspectos a los cuales poner atención.
Hidratación y corazón
El primer cambio está en el agua corporal total. Al nacer somos 80% agua, pero en la vejez llegamos al 50%. Como la sensación de sed se pierde con la edad, hay que beber agua aun sin sed.
En el corazón y en las arterias hay infiltración de tejido fibroso, lo que causa rigidez. Al corazón le cuesta más trabajo relajarse y contraerse, y la frecuencia cardiaca baja. Las arterias sienten cada vez mayor presión. En una situación estresante, como una infección o un esfuerzo físico, no responden igual.
Pulmones y cerebro
Los pulmones jóvenes son elásticos. Después de los 70 años, esto cambia. “Podemos meter mucho aire, pero nos cuesta sacarlo. Empieza a acumularse aire viciado que disminuye la capacidad pulmonar. En esfuerzo, enfermedad o ansiedad, la respuesta es débil”, explica Zúñiga.
Afirma que podemos perder hasta el 60% de ciertas áreas del cerebro, especialmente en regiones como el hipocampo, donde se configura la memoria. Hasta hace una década se creía que las neuronas se recuperaban. “Ahora no estamos tan seguros. Podemos recuperar parcialmente la sinapsis (conexiones neuronales) que perdemos. Y estudios recientes sugieren que se pueden regenerar ciertas células especializadas.
El cerebro se vuelve más lento, pero el pensamiento se mantiene intacto. “La demencia senil no existe, es un término en desuso. El envejecimiento no conlleva problemas cognitivos”. La demencia o trastorno neurocognitivo mayor no está relacionada con la vejez.
Sin embargo, si el adulto mayor tiene una salud muy frágil, el estrés (enfermedad, adversidad) puede provocar agitación, desorientación e incluso agresividad.
PARA ENVEJECER BIEN
“Trate de nacer en una familia longeva”, comparte con humor el doctor Zúñiga, e invita a estar conscientes de nuestra herencia genética.
2. No fume en absoluto. El tabaco es líder indiscutible en restar años de vida.
3. Ejercítese de 40 a 60 minutos diarios.
4. No haga dietas extremas, estas solo contribuyen al envejecimiento.
5. Lleve una dieta saludable siempre. Evite la grasa de origen animal y los hidratos de carbonos simples (harina, sal y azúcar refinados).
6. No suba de peso. Si el adulto mayor se mantiene 5 kilos por encima de su peso ideal, es más que aceptable.
7. Beber de manera moderada (1 copa al día) podría traer beneficios en su salud. De preferencia, vino tinto.
8. El adulto mayor y sus cuidadores deben estar al día en sus controles médicos y seguir las indicaciones. Muchos cuidadores enferman por concentrarse en la persona mayor.
9. Cultive a su familia y sus amigos. Invierta dinero en disfrutar de su compañía.
10. Encuentre una actividad que disfrute y con la que pueda envejecer.
11. Manténgase informado sin entrar en ansiedad.
12. Evite molestarse por pequeñeces y situaciones adversas. Sea asertivo y comunicativo. Sonría.
La importancia del músculo
Los cambios musculares, dice Zúñiga, nos hacen particularmente vulnerables. “De los 0 a los 25 años formamos más músculo del que destruimos. Es un desequilibrio positivo. Pero a partir de los 40 destruimos más músculo del que podemos formar, llegando a perder entre 8 y 15% de masa muscular por década”.
La pérdida se relaciona con menor fuerza, pero esa no es la única función del músculo. “Cuando tenemos gripe, nos duele el cuerpo porque destruimos masa muscular para obtener aminoácidos y responder a la infección. Si nos operan, de allí sacamos bloques para cicatrizar”. Sin músculo, hay cicatrización lenta y el tiempo de recuperación aumenta.
¿Qué funciona en la piel?
Mucho de lo que se hace en este campo no tiene la suficiente validez científica, indica el doctor Edwin Bendek Martínez, dermatólogo. Uno de los mitos principales es el consumo de colágeno hidrolizado para ayudar a las articulaciones. “No hay evidencia en esto. Ensayos importantes demuestran que, más allá del efecto placebo, no funciona”.
Otra creencia gira en torno a las cremas con contenido de colágeno y elastina. “Puede que los contengan, pero esas proteínas son muy grandes y es imposible que penetren en la piel, incluso con vehículos muy potentes”. En otras palabras, dice, las personas están invirtiendo en algo que no va a funcionar.
En cambio, se descuidan aspectos que influyen en el envejecimiento de la piel: la exposición prolongada a la luz solar, que disminuye el colágeno y estimula arrugas, manchas y la aparición de venas delgadas en las mejillas y nariz, además del riesgo de cáncer. Empiece por usar protector solar, sombrero, manga larga y sombrilla.
La nutrición cuenta. El exceso de azúcar altera las fibras de colágeno, lípidos y ácidos nucleicos. “Trate de evitar la ingesta de azúcares procesados”.
Las micropartículas de los metales pesados y el CO2 se absorben fácilmente por la piel y vías respiratorias. “Llegan a diferentes grupos celulares y producen inflamación y destrucción de las células”. Esto, considera, involucra políticas privadas y públicas de emisión de gases y control de metales pesados. (D. V.)
EL PAPEL DE LOS GENES
La capacidad máxima de vida está dictada en un 25% por los genes. El estilo de vida y el entorno componen el otro 75%, dice el doctor Zúñiga. Eso sí, “no hemos descubierto todos los genes involucrados en la longevidad”.
EL PESO DEL ESTILO DE VIDA
Muy probablemente predominan los genes que nos llevan a la enfermedad, y por lo tanto, a expectativas de vida más cortas. “Si vengo de una parte de la familia donde hay diabetes, es lo que va a pesar, más si tengo una dieta inapropiada”.