Sí a los trasplantes

El hospital Luis Vernaza acaba de cumplir 453 años de existencia. Su Unidad de Trasplantes tiene 8 años.

Desde septiembre del 2009, cuando abrió, la Unidad de Trasplantes (UT) del Hospital Luis Vernaza, de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, ha realizado 47 trasplantes de hígado (hoy efectúa 12 anuales), 147 de riñón (hoy, unos 25 al año), más de 200 de córnea y más de 1.500 de tejidos (muy comunes, por ejemplo, en pacientes con quemaduras).

Estas son parte de las estadísticas que enorgullecen al centro hospitalario más antiguo del país, ya que fue inaugurado el 25 de noviembre de 1564.

Seamos donantes

Los trasplantes entregan alegrías infinitas. Por ello, la doctora María Candela Ceballos, coordinadora de trasplantes y jefa del banco de tejidos del Luis Vernaza, anhela que la sociedad se sensibilice ante la posibilidad de donar órganos. “Cuando un joven de 18 años va a sacar la cédula debería sentirse abierto para convertirse en donador, pero por la mala información que muchas veces circula puede llegar a negarse ante esta posibilidad cuando indique sus datos en el Registro Civil”, dice, ya que la ley indica que todos somos donantes, a menos de que expresemos lo contrario.

Decisión de la Junta

La Unidad de Trasplantes del Hospital Luis Vernaza maneja casos de córnea, riñón, hígado y de tejidos. Esto fue posible a través de la adecuación de quirófanos, adquisición de tecnología y equipos y, sobre todo, con la capacitación de médicos en esta especialidad, los cuales desde el 2009 han sido enviados a estudiar a países como España, Italia, Brasil y Argentina. “Los directivos de la Junta de Beneficencia de Guayaquil invirtieron muchos recursos para desarrollar este servicio médico”, que hoy cuenta con 50 especialistas en el hospital, indica la doctora Candela Ceballos.

Los trasplantes de órganos sólidos (riñón, hígado) se realizan con donantes cadavéricos y requieren que haya compatibilidad de grupo sanguíneo, tamaño y otros detalles. “No cualquier persona fallecida puede ser donante. Debe cumplir ciertos requisitos: no debe tener enfermedades infectocontagiosas, no ser diabético, no ser hipertenso no tratado, no tener malformaciones congénitas...”. También debe haber fallecido de cierta manera, como cuando ocurre la muerte cerebral, pero el cuerpo sigue recibiendo circulación sanguínea.

Las áreas de cuidados intensivos de hospitales y clínicas son los lugares idóneos para detectar estos casos de posibles donantes.

Para mejorar en este campo, “es necesaria mayor concienciación de los profesionales médicos y mejor capacitación de los estudiantes de Medicina sobre este tema”. La importancia del trasplante debería ser un tema que se aborda desde la educación primaria, indica esta profesional, “ya que la donación de órganos es el mayor acto de amor de un ser humano hacia otro”.

El Dr. José Zúñiga, jefe del servicio del trasplante hepático del Luis Vernaza, indica que de los 47 trasplantes de hígado realizados por la UT, solo 5 o 7 no lograron salvar la vida del paciente, pero mayormente debido a la patología de tales casos. “Esta es una tasa de éxito bastante importante”, señala el especialista, destacando que nuestro país registra avances notorios en esta área. Médicos experimentados y buenos equipos son parte de las fortalezas de esta casa de salud.

Alegrías entregadas

Un trasplante exitoso transforma la existencia de las personas. Viviana Costales, de 38 años, es una de las pacientes beneficiarias por estas intervenciones en el hospital Luis Vernaza. “Mi trasplante de riñón me cambió la vida. Ocurrió el 6 de mayo de 2016. Tenía dos años esperando un donante, pidiendo ese milagro, así que cuando recibí la llamada me quedé como en las nubes, fue demasiada emoción”.

Para que haya trasplantes, debe haber donantes, suelen decir los médicos. Solo estando en esa situación se entiende realmente la complejidad de esta necesidad vital que, efectivamente, en cualquier momento le puede tocar a uno o a algún familiar.

Viviana lo expresó así en un mensaje simbólico que escribió el día de su operación: “Se dice que el momento en que el paciente recibe su órgano, el donante recibe sus alas. Gracias a ese ángel que me donó un riñón, gracias por darme una nueva oportunidad de vida”. (M. P.)