‘Piano, piano’ en el Coliseo
Sobrecogida. Así se encontraba la periodista Nathaly Toledo (Teleamazonas) la tarde de un martes de junio, hace tres años, recorriendo los pasillos y graderíos del Coliseo Romano, en Italia, conociendo la historia de diversión violenta, teatral, imaginando la sangre derramada y sintiendo esas tantas muertes que ocurrieron entre aplausos y carcajadas.
“Y así, pensando, distraída, salía por la puerta norte hacia el exterior de esta infraestructura monumental. Pero nada de lo vivido me iba a sobrecoger como lo que vino justo después: un hombre de unos 75 años, de cabeza blanca, me miró y sentí que sus ojos negros profundos me reconocieron”, comenta la comunicadora.
Ella vio cómo ese hombre se le acercaba con paso cansado. “Yo no hablaba italiano; él no hablaba castellano. Sabrá Dios cómo nos comunicamos, pero nos comunicamos. Me invitó a tomar un café en frente, en la estación del metro, y tanta curiosidad me generó semejante atrevimiento que acepté”, recuerda sobre esa experiencia.
Resultaba que aquel día se cumplían 30 años de la muerte de la hija de ese hombre, hija de la única mujer de quien se enamoró y justo a los pies del Coliseo Romano. Y él le dijo a Nathaly que ella era una copia de su mujer.
“Charlamos unas tres horas y encantada con el sabor de cada café le conté mis propias historias de amor y desamor, también mis sueños y mis anhelos, y entonces fue cuando por primera vez y de la boca de un italiano escuché la famosa expresión: ¡‘Piano-piano’! Poco a poco, paso a paso. Así se llega lejos, dijo. Esas palabras las guardo como tesoro en las memorias de mi equipaje, así como la pequeña cafetería de aquella estación de tren”.
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