Canoa florece
La hacienda El Recreo tiene un secreto que guarda por más de cien años: esta zona del norte de Manabí es un referente ecológico global con plantas bellas y únicas.
Ni siquiera un terremoto puede quitarle a un bosque su esplendor. Pequeños deslaves de tierra y tres casas de hacienda destruidas narran el impacto del sismo de magnitud 7,8 que sacudió parte del país el 16 de abril, pero la naturaleza sigue exhibiendo su tranquilidad divina durante un paseo que cumplimos el jueves de la semana anterior en el bosque de la hacienda El Recreo, en el norte de Manabí.
Su propietario nos acompaña para decirnos que este mismo bosque puso a Laura en su camino. Gustavo González Cabal caminaba por la montaña y la encontró, asomadita como una tierna explosión de brillos blancos. Le pareció hermosa, así que le tomó una foto que subió a la página Facebook de la hacienda.
La foto fue observada por el Jardín Botánico de Nueva York, entidad que semanas después contactó a González para decirle que era la primera vez que observaban una imagen de la Steriphoma urbani, planta que consideraban extinta. Además, le indicaron que no tenía nombre vulgar, así que le permitieron a González brindárselo. Y el nombre escogido fue Laura, “por mi hija. Nació prematura de 28 semanas, con 2,5 libras de peso. Fue un milagro que viviera”. Así que siente que el bosque le entregó también esa flor para recordarle las maravillas de la vida.
El antiguo dueño
Laura fue un hallazgo grandioso, ya que es una de las plantas descritas científicamente por un antiguo dueño de El Recreo.
Ese hombre era el danés Henrik Franz Alexander von Eggers (1844-1903), soldado profesional y botánico que entre 1891 y 1897 realizó 1.700 colecciones de plantas en Ecuador, básicamente en esa zona costera que gracias a ese trabajo fue considerada de importancia internacional en el mundo de la botánica.
Gustavo González Cabal no sabía del barón Von Eggers (tenía título nobiliario) cuando, hace unos 18 años, compró esta hacienda que se ubica a pocos kilómetros de la propiedad donde sus padres lo criaron. Eso cambió cuando un día navegaba por internet y descubrió que ese personaje había descubierto plantas únicas en ese bosque de Canoa, y que había enviado sus muestras a jardines botánicos de diversas partes del mundo.
“En el Jardín Botánico de Berlín se abre una sección especial llamada El Napo para acoger este tesoro natural, y en Múnich los álbumes se llenan con nada menos que 816.702 flores y hojas disecadas, todas remitidas por Eggers desde Manabí, Ecuador”, indicó el periodista y escritor argentino Ricardo de la Fuente, radicado en Manta desde 1985 y fallecido el año anterior, en su libro Haciendo memoria (2009).
La Enciclopedia Botánica señala que plantas provenientes de la hacienda El Recreo crecen además en los jardines botánicos de Massachusets, Londres, Brasil, Copenhague, Chicago, Ginebra, Hamburgo, Kew (Londres), Leiden (Holanda), Lund (Suecia), Saint Petersburg (Rusia), Madrid, Missouri, Nueva York, Oslo, París, Estocolmo (Suecia) y Washington DC.
“En el 2009 viajé con mi esposa al Jardín Botánico de Berlín y vimos varias de las plantas llevadas por Von Eggers, descritas como de la hacienda El Recreo, de Ecuador. Aunque la mayor parte de esa colección se perdió en la Segunda Guerra Mundial”, comenta González durante la caminata por este sendero que, hace un siglo, sostenía unas vías férreas mandadas a construir por ese botánico danés para transportar en vagones los cultivos de la hacienda, especialmente cacao.
Las vías ya no están, ya que solo quedaron unos clavos y rieles que González guarda como un tesoro de esos años que también dejaron un puente de piedra y argamasa sobre una de las quebradas que atraviesa ese camino agreste, elevándose sobre el cauce de un pequeño estero. Es una estructura de más de un siglo que permanece resistente, al igual que una gran cisterna de hormigón elevada en una montaña, y que ha sido empleada en años recientes para irrigación de los cultivos.
Falta la mirada local
El barón Von Eggers dejó tales estructuras. Pero algo que no han heredado esos años es reconocimiento local. “Varios de los jardines botánicos más importantes del mundo tienen plantas de El Recreo, pero no los jardines botánicos ecuatorianos. Debería haber más estudios por expertos nacionales”, señala González.
Aunque sí ha habido personas preguntando por las plantas. “Llegaron unos estudiantes buscando la Piper manabium, pero pensaban que la tenía en una maceta a simple vista”. No es así. Para conocer la riqueza botánica de El Recreo hay que internarse en el bosque, convivir con él, para que así nos recompense mostrándonos especies como la Gustavia angustifolia, que hallamos como otra explosión menor de tonos pálidos en lo alto de un largo tallo.
También descubrimos la palmera Aiphanes eggersii Burret, cuyo nombre proviene de Eggers, por ser el descubridor, y que se asomó en nuestro camino como dos jirafalescos troncos elevándose como hermanos gemelos.
Especies así han servido de material para escribir unos 50 textos especializados en botánica, indica González. “Todos los libros han sido escritos por universidades extranjeras”.
Tales descubrimientos han motivado al actual propietario de la hacienda a abandonar sus actividades de ganadería y agricultura para analizar la mejor manera de preservar las 660 hectáreas de bosque primario y secundario que posee la hacienda. “La hacienda El Recreo es un proyecto con claras convicciones de conservación de nuestra flora y fauna; esto es una defensa urgente al cambio climático de nuestro tiempo”, señala Laura María Noboa, cónyuge de González y su compañera eterna en estas caminatas por el bosque.
El turismo es una opción, por lo cual contempla el proyecto de instalar un hotel de alta categoría y con visión ecológica elevado en la montaña, con vista al océano que se extiende a un costado de esta propiedad.
Estos planes apuntarían, además, a brindarle un respiro de recuperación a esta zona golpeada por el terremoto del 16 de abril. Gustavo González evoca las palabras de la poeta española María Zambrano: “Una catástrofe solo es catastrófica cuando de ella no nace nada que la redima”. Y también recuerda a Neruda: “Tal vez la tierra nos enseñe cuando todo parece muerto y luego todo estaba vivo”. Una muestra de aquello es que, esta tarde de jueves, a dos meses del terremoto, el bosque está florido y lleno de poesía. (I)
Correo: ggonzalezcabal@gmail.com; Instagram: @h.elrecreo; Facebook: hacienda.el.recreo
‘El Recreo es un sitio histórico’
El biólogo ecuatoriano Xavier Cornejo visitó la hacienda El Recreo en 2009, como curador asistente del Jardín Botánico de Nueva York. Ahora reside en Guayaquil. El experto considera que El Recreo es un sitio histórico en donde se realizaron estudios botánicos, los cuales derivaron en la descripción de nuevas especies. “Entre 1869 y 1885 Eggers se enlistó en la armada danesa y estuvo en la base de las Islas Vírgenes (Caribe), donde se interesó en la botánica”. Llegó al Ecuador tras la caída del Imperio mexicano de Maximiliano de Habsburgo, bajo cuyas banderas luchó. Residió en Ecuador entre 1891 y 1897. El Recreo posee vegetación de bosque muy seco; el endemismo que presenta su flora es representativo para ecosistemas similares en la Costa de Ecuador hasta el noroccidente de Perú”.
Eggers también colectó especies vegetales en Balao y visitó la isla Puná (Guayas). El danés realizó dos publicaciones en alemán sobre la flora ecuatoriana: Die manglares in Ecuador (1892), que aborda los manglares, y Das Kustengebiet von Ecuador (1894). Entre las plantas descubiertas por Eggers en El Recreo, Cornejo destaca la Aiphanes eggersii Burret, “la única palma endémica de los bosques muy secos en la Costa de Ecuador”, cuyas poblaciones permanecen en la hacienda.